La ciudad de Parauapebas, al sudeste del estado de Pará, se sitúa en cima de la explotación minera de Brasil y del mundo. En los próximos años, de las entrañas de la Sierra de Carajás, saldrán 230 millones de toneladas métricas de mineral con contenido de hierro por encima del 65%.
Sin embargo, esa superproducción no determina un expresivo aumento del empleo. Por el contrario: como esa gran producción es elemento de ajustes del capital en crisis, intrínsecamente surge el desempleo crónico.
La ciudad, que hoy cuenta con aproximadamente 200 mil habitantes, sufre con 80 mil desempleados, según los cálculos de los sindicatos de Transportistas, Construcción Civil y Metalúrgicos de Parauapebas.
La composición orgánica del capital en esas regiones en tiempos anteriores, se modifica drásticamente. La característica del capitalismo ahora no se basa apenas en la explotación de la plusvalía y de la formación de una sociedad ávida por el consumo de sus productos superfluos. Ella tiene en su naturaleza la generación de un lucro extraordinario, con la financiarización y la preponderancia del trabajo muerto (mecanizado) sobre el trabajo vivo (humano) para la explotación de materia prima.
Según la relatoría “Perspectivas para el empleo y lo social en el mundo - Tendencias para el 2015”, lanzado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a mediados del año pasado, el desempleo en Brasil también deberá ser de 7,3% en 2017, el mismo índice del año anterior.
Las tasas de desempleo prevista en relación a Brasil en 2016 y 2017 se sitúan encima de la media mundial y también de los índices medios en América Latina y el Caribe, y de los países del G20 - grupo que reúne a las principales economías del planeta, entre ellas Brasil.
El estudio de la OIT apunta que, por primera vez desde 2002, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina, en 2016, deberá ser inferior al de las economías avanzadas. El desempleo volvió a crecer en toda la región, en particular en los países más dependientes de las exportaciones de materias primas, como es el caso de Brasil con sus bienes agro-minerales.
El registro muestra también que las perspectivas mundiales de empleo van a deteriorarse en los próximos cinco años. En 2014, mas de 201 millones de personas estaban sin empleo, lo que representa 31 millones más que a inicios de la crisis financiera mundial, en 2008. Según la OIT, cerca de 8 millones de personas deben quedar desempleadas en los próximos cuatro años.
El déficit de empleos en el mundo, que contabiliza el número de puestos de trabajo perdidos desde los inicios de la crisis mundial, es de 61 millones, en los cálculos de la organización.
El documento de la OIT levanta una preocupación: si llevamos en cuenta las personas que van a entrar en el mercado de trabajo en los próximos cinco años, serán necesarios 280 millones de empleos suplementares hasta 2019 para absorber ese déficit.
El factor Vale
Parauapebas dice mucho sobre ese panorama del capitalismo mundial en el descarte de la clase trabajadora de su seno productivo. E la segunda ciudad del Pará, en 2015, que más desempleo tuvo, según los datos del Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE). Sólo perdió frente a Altamira, que mientras avanzaba las obras de construcción del dique de Belo Monte, dispensó más de 3 mil trabajadores en 2015. Allí hay, por lo tanto, un agravante: tiene en el ADN natal el Programa Grande Carajás, implantado por los militares en el sudeste del estado, en los años de 1970, para la explotación minera, que tiene la empresa Vale como símbolo mayor. Eso determinó el nacimiento de una ciudad desajustada económicamente, que provoca un brote de superpoblación en las franjas de la explotación capitalista.
En esa configuración hubo una re disposición entre el capital nacional, trasnacional y una burguesía minera de São Paulo y de Rio Grande do Sul, migrada para la región con la apertura de la Amazonia, que ha resumido una forma de cultura económica que niega al campesinato de la región en sus más variadas vertientes: quilombo, caboclo, indígena, ribereños y los campesinos de otras localidades que fueron en búsqueda de la tierra prometida en la región Amazónica.
La Vale es la propia fase del capitalismo internacional financiero: adquiere el lucro extraordinario de la naturaleza a través de la extracción mineral mayoritariamente usando excesivas maquinarias y muy poca fuerza de trabajo humana.
Asimismo, el capital nacional representado por las empresas constructoras, embolsa en emprendimientos urbanísticos, como Parauapebas, la plusvalía de parte de esa masa de hombres que no fue absorbida por la actividad extractiva, pero que fue atraída por ella, siendo destinado a obras que a cada día aumentan aun mas ciudades sin funciona social, como mero espacio de realizado del capital que tiene como marca central el avance urbano sobre los límites de la naturaleza.
Para completar, esa burguesía que se habituó en la explotación de la mano de obra, tampoco empleada en la minería y da plusvalía generada en la ciudad por sus redes de hoteles, restaurantes, bares, casas de prostitución y los más variados servicios que se asocian a la minería y a la construcción civil.
Junto a esa triada exfoliante también se suma el latifundio local, donde lo arcaico y lo moderno se encuentran, e imponen la “cultura del buey” basada en el trabajo esclavo, además de la evocación de la monocultura a base de veneno y maquinarias. Un campo que se diseña con bueyes, esclavos, venenos y máquinas sin posibilidad de reproducción social campesina.
Todo pasajero
Ninguno de esos actores capitalistas son o serán perenes en la región. No hay otro proyecto civilizatorio pensado por esa gama de capitalistas, que no sea el de expoliar a ritmo acelerado la naturaleza y el de superexplotar las fuerzas de trabajo.
La Vale es la propia prueba de eso. Durante su reestructuración productiva, después de la fraudulenta privatización orquestada por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (PSDB), 170 mil puesto de trabajo dejaron de existir, además de la teciarizar y cuarterizar sus actividades. Sólo en Parauapebas, ya existe en torno de 20 mil trabajadores en esa condición viviendo con bajos sueldos y en la periferia de la ciudad. La Vale llegó a los años 2000 con apenas 1.701 mil puestos de trabajo directo. Muy poco para una de las tres mayores empresas mineras del mundo.
Y para quien piensa que la Vale genera ingresos en la región, se engaña totalmente. Parauapebas perdió el año pasado R$ 1,85 millones en masa salarial, producto de demisiones. Actualmente, de acuerdo con el Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE), la media salarial de los servidores de la ciudad de Parauapebas ya supera la media de los trabajadores de la minera Vale, que dejó en la calle, apenas en 2015, aproximadamente 200 trabajadores, de acuerdo con el MTE.
Y ahora, parte del aumento del desempleo en Parauapenas se engrosa cada vez más por la migración de esos actores capitalistas para la vecina Canaã de Carajás, que abrigará el mayor proyecto de mineral hierro del mundo, el S11D.
Por los números, podemos observar que el mayor índice de desempleos en Parauapenas en 2015, conforme al MTE, fueron en la construcción civil, con 1.456 desligamientos; en servicios, fueron 766 expulsiones; e en el comercio, 545 términos de contratos.
Mientras tanto, Canaã dos Carajás sigue en el sentido contrario. Según el Cadastro General de Empleados y Desempleados (Caged), sólo en el proceso de implantación del proyecto S11D están siendo generados, en media, 5.200 empleos directos, con picos de obras de hasta 30 mil empleos temporarios.
En los primeros meses de este año, fueron abiertos 770 puestos de trabajo en la construcción civil, lo que representa empleo temporario. El inicio de la operación esta previsto para este año con una estimativa de generar 8.600 empleos permanentes, lo que podrá ocasionar varias expulsiones en los próximos meses.
De esa forma, Canaã dos Carajás será en breve una nueva Parauapebas, con aumento del desempleo. Podemos tener una población en los próximos años de 30 mil trabajadores desempleados. No hay dudas, la culpa es de la Vale, que arrastra con ella un conglomerado capitalista que nada propicia, sino su propio lucro.
(*) Márcio Zonta es del Movimiento de los Afectados por la Minería (MAM)
*Traducción: María Julia Giménez
Edición: ---