Antes de asumir el gobierno federal, Michel Temer tenía entre sus planes la privatización de “todo lo que sea posible” en torno de infraestructura en Brasil. La meta fue fijada en el programa “Puente para el Futuro”, del PMDB, presentado en abril de este año, y que expresa los compromisos del partido con los empresarios más ricos del país, que juntos presionaron por la retirada de Dilma Rousseff de la Presidencia de Brasil, en un proceso de impeachment sin pruebas del crimen de responsabilidad por el que fue apartada de su mandato democrático.
La semana pasada, el gobierno comenzó a colocar en práctica ese programa de privatizaciones. Bautizado como “Proyecto Crecer”, la primera etapa preve la entrega de 25 emprendimientos públicos al capital privado. Están en la lista cuatro aeropuertos – de las ciudades de Porto Alegre, Salvador, Florianópolis y Fortaleza –, loterías, usinas hidroeléctricas, compañías y distribuidoras de energía, puertos, ferrocarriles y carreteras, además de campos de petroleo, gas y minería. Así como también las empresas estatales de agua y cloacas de Rio de Janeiro, Pará y Rondônia fueron incluidas en la lista.
La prioridad del gobierno parece ser el capital extranjero. En esta semana, por ejemplo, en su viaje oficial a Estado Unidos, Temer participó de un evento con más de 200 empresarios y aprovechó para ofrecer las empresas estatales a los gringos.
“En momentos de crisis económica, como el que estamos viviendo en Brasil, el precio de los patrimonios tiende a bajar, por eso, es el peor momento para vender activos, aún más si se trata de empresas públicas”, evalúa Paulo Kliass, doctor en Economía por la Universidad de Paris 10 y especialista en políticas públicas y gestión gubernamental. Él explica que, en la actualidad, la capacidad de recaudación del gobierno con la venta de activos será muy baja, inclusive de los impuesto pagos por las empresas después de la privatización. El gobierno estima que entrarán en la caja del Tesoro algo así como R$ 24 mil millones [USD 7,43 mil millones], en 2017. Aún es poco para revertir el deficit de R$ 139 mil millones [USD 43 mil millones] en las cuentas públicas prevista para el año que viene.
Financiamiento público
Para impulsar la privatización, el propio Tesoro Nacional va a tener que abrir los cofres. El equipo encargado por el programa garantizó que los proyectos tendrán un abultado crédito de R$ 30 mil millones [USD 9,20 mil millones], disponibilizados por el BNDES, Caixa Económica, Banco del Brasil y el Fondo de Inversiones del FGTS [Fondo de Garantía de Tiempo de Servicio].
De acuerdo con la presidenta del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, Maria Silvia Bastos, los proyectos objeto de concesión van a tener el 20% de la participación de inversores privados y financiamiento público hasta el 80%. El modelo financiero preve la emisión de títulos de crédito para fomentar las inversiones privadas. Con esos títulos, los emprendedores privados podrán captar recursos en el mercado financiero.
En la opinión de Paulo Kliass, se trata de un absurdo, porque el Estado va a tener que colocar dinero público para facilitar la venta de empresas estatales. “Se habla mucho que el Estado no debe meterse en la economía, pero a la hora del financiamiento, siempre recurren al recurso público. Esos R$ 30 mil millones garantizados a partir de recursos de fondos públicos y del BNDES, principalmente, tendrán tasas de interés subsidiadas, o sea, dinero barato en las manos del inversor. Quiere decir, el programa va a socorrer recursos del Tesoro Nacional con el objetivo de resolver problemas de insuficiencia del gasto público”, critica.
Empleos
La principal justificativa del gobierno Temer al anunciar el programa de privatizaciones es la generación de empleos. “Emprendimientos ya existentes, como aeropuertos, usinas eléctricas y ferrocarriles, no tienden a aumentar la generación de empleos. Por el contrario, lo que los empresarios quieren es reducir los costos en mano de obra”, evaluó el economista Paulo Kliass. Para él las inversiones en obras pueden generar algún nivel de generación de empleo, pero es temporario.
Por su parte, el diputado federal Ênio Verri (PT-PR) afirma que la entrada del capital extranjero no significa la generación de empleo y rienda, y manifestó temor al aumento de la concentración económica. “Cuando una inversión extranjera directa compra una empresa o varias, por ejemplo, del mismo sector, él promueve concentración. Cuando concentra, reduce la necesidad de más trabajadores, dimite, aumenta la productividad, pega menos intereses y concentra también los ingresos”, afirmó en entrevista con la Rede Brasil Actual (RBA).
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Traducción: María Julia Giménez
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