El próximo año, el Nordeste brasileño puede entrar en su sexto año consecutivo de sequía, hecho inédito en los últimos 100 años. El estiaje, iniciado en 2012, ya impacta todos los estados de la región y está relacionado tanto con factores climáticos como con los efectos del agronegocio.
La última gran sequía prolongada en la región ocurrió entre 1979 y 1983. En caso de que no haya un buen invierno en 2017, el período de lluvias entre febrero y mayo, el estiaje va a superar también la gran sequía de 1910 a 1915, retratada en la novela "El Quince", de la escritora Rachel de Queiroz.
Algunas regiones ya enfrentan sequía excepcional, utilizada para clasificar una situación de emergencia en la que hay pérdidas de plantaciones y escasez de agua en reservorios, corrientes y pozos.
Según datos de la Confederación Nacional de Municipios, 33,4 millones de personas ya fueron afectadas. Entre 2013 y 2015, el estiaje causó un prejuicio de 103,5 mil millones de reales (equivalente a 30,5 mil millones de dólares) en la región. La situación más grave es la del estado de Pernambuco, donde 125 de los 185 municipios decretaron emergencia.
En su rancho en el municipio de Triunfo (PE), localizado en el Sertão (región de clima semiárido) de Pajeú (a 400 km de la capital Recife), la productora agrícola Alaíde Martins, 55, cultiva plantas nativas y frutales, como guayaba, marañón, naranja, limón y maracuyá. Con la falta de agua, las plantaciones se fueron acabando "de a poquitos". Platanero, por ejemplo, la familia ya no tiene.
Causas
Raul Fritz, supervisor de la unidad de Tiempo y Clima de la Fundación Cearense de Meteorología y Recursos Hídricos (Funceme), explica que El Niño, fenómeno caracterizado por el calentamiento de las aguas superficiales en el Océano Pacífico Tropical que cambia los patrones de viento y reduce las lluvias en la región, fue muy intenso entre 2015 y 2016. Según él, factores como el aumento de la temperatura de los océanos y la desregulación del sistema de lluvias en el Nordeste, desencadenaron la sequía de los últimos cinco años.
Alexandre Pires, coordinador de la Articulación del Semiárido Brasileño (ASA), puntualiza que las sequías en la región ocurren en ciclos. "Desde el punto de vista histórico, cada 30 años tenemos un gran período de estiaje", dice. Pero el actual período no tiene las mismas características del pasado, pondera.
Mientras tanto, la desregulación del sistema de lluvias es preocupante. Según el Informe del Clima de Brasil, producido por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) en 2007, hasta el final del siglo 21, las temperaturas en el Nordeste pueden aumentar entre 2º C y 4º C. La proyección es que el volumen de lluvias se reduzca en hasta 20%.
Para el Inpe, ya no existen patrones de lluvia en la región. Por eso, el coordinador de ASA cree que las cisternas, aunque sean positivas, tienen un límite técnico. "Almacenan agua de lluvia para una familia de cinco personas durante ocho meses. Si hay una irregularidad y disminución de lluvia, consecuentemente la tecnología también va a disminuir", pondera.
La cisterna que la familia de Alaíde posee desde hace cuatro años, por ejemplo, da cuenta de los asuntos domésticos, pero ya no más de la irrigación de los sembríos. Por eso, la producción en el período de estiaje se redujo drásticamente. "Está muy difícil. En estos años sin lluvia, la producción orgánica disminuyó en 90%. Yo estoy sin productos para trabajar, las plantas están muriendo por falta de agua", dice.
Su situación es mejor que la de vecinos que no tienen acceso a pozos o cisternas. Ellos necesitan contratar el servicio de camión-cisterna, que varia de 100 a 150 reales (entre 29 y 44 dólares).
Alaíde cuenta que la familia no consigue pagar ni una cuenta de luz con lo que plantan y, por eso, buscaron otros medios de obtener renta extra. Su marido vende raspadura, melaza y quesos — productos que son comprados de terceros para reventa.
Actuación del agronegocio
El coordinador de ASA recuerda que el proceso de deforestación de Caatinga agrava localmente el cambio en el régimen de lluvias. Para él, no hay suficiente control del Estado sobre la extracción de madera en la región.
Pires afirma que el modelo de expansión del agronegocio, de monocultivo y la cría extensiva de ganado requieren la deforestación.
"No podemos creer que el cambio en el régimen de lluvias en el semiárido es producto solo de la deforestación local. Varias regiones del Cerrado y de la Amazonía están devastadas y ocupadas por la cría de ganado bovino, producción de soya, de eucalipto", dice.
Fritz también afirma que el proceso de deforestación en la región del Nordeste tiende a agravar la sequía. "Muchas áreas en Ceará están en proceso de degradación ambiental y desertificación, lo que contribuye a dificultar la producción de lluvia. Un suelo desnudo y pobre no retiene la humedad", dice el técnico.
Según informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, siglas en inglés), el agronegocio generó casi 70% de la deforestación en América Latina entre 2000 y 2010. El estudio muestra que, especialmente en la Amazonía, la producción para los mercados internacionales fue el principal factor de deforestación desde 1990.
Empresas de agronegocios, específicamente del ramo de los transgénicos y la industria de semillas, demuestran interés en la región. La transnacional Monsanto, por ejemplo, instaló una unidad de la empresa en el municipio de Petrolina, en la región central del semiárido brasileño, en 2013. En este año, la CTNBio liberó en Brasil una variedad maíz transgénico resistente a ambientes hostiles y secos.
Para las entidades que componen la Campaña contra los Agrotóxicos y por la Vida, como la ASA, esta es una tentativa de atar la agricultura campesina y del semiárido al mercado. "Esta postura coloca en riesgo la soberanía nacional y la población del semiárido", dice Pires.
Perspectivas
La sequía dejó de causar muertes debido a un conjunto de acciones de infraestructura, como la implementación de cisternas, y de programas de crédito y de distribución de renta, como Bolsa Familia. Pires apunta además al proceso de formación y capacitación para la convivencia con el semiárido, ligado a tecnología y a políticas públicas.
Fritz alerta que el riesgo de falta de agua es inminente en todo el estado de Ceará y ya llega a las regiones metropolitanas y zonas litorales. En la capital cearense, Fortaleza, ya existe riesgo de racionamiento de agua. La represa Castanhão, el mayor reservorio del país, está funcionando a apenas el 5% de su capacidad.
Según el técnico de la Funceme, los meteorólogos aún no disponen de una previsión precisa y científica para enero. Pero el afirma que el cuadro es tan grave que en el estado de Ceará urge que la estación lluviosa de 2017 sea mayor de lo esperado. "Apenas la media no resolverá el problema de abastecimiento y recarga de los principales reservorios en los centros urbanos", dice Fritz.
Incluso con las dificultades, Alaíde, que, de los 14 años a los 27 años, vivió en São Paulo (SP), no piensa en salir de su ciudad. "Aquí es mi lugar, mi tierra. Si me botan en una ciudad es lo mismo que ponerme en una jaula", dice.
Ella espera ahora un buen invierno. "Un año las plantas aguantan… Ahora cinco o seis años ya no tienen resistencia", lamentó la agricultora.
Traducción: Pilar Troya
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