ESPECIAL

Tragedia de Mariana | El 5 de noviembre son dos años del crimen en Minas Gerais

Los relatos de quienes viven en la región de la Cuenca del Rio Doce demuestran que la tragedia no ha terminado

Brasil de Fato | Belo Horizonte (MG) |
El dolor agudo de los primeros días se volvió sufrimiento crónico
El dolor agudo de los primeros días se volvió sufrimiento crónico - Larissa Helena/A Sirene

Hace dos años, el 5 de noviembre marcaría la vida de miles de personas que viven en la región de la Cuenca del Rio Doce, en el estado de Minas Gerais, región sudeste de Brasil. En un primer momento, la avalancha de barro tóxico destruyó las comunidades de los municipios de  Mariana y Barra Longa, quitó la vida a 19 personas y siguió su curso de contaminación por más de 650 kilómetros hasta Espírito Santo [estado vecino de Minas Gerais por donde también pasa el rio Doce].

Tras la tragedia en la ciudad de Mariana, habitantes de los subdistritos de Bento Rodrigues, Paracatu de Baixo y de otras comunidades rurales fueron obligados a trasladarse al centro urbano - donde viven desde entonces en viviendas provisionales. Allá vieron el dolor agudo de los primeros días post ruptura de la represa transformarse en dolor crónico, con un agobio constante y una añoranza que crece cada día más.

Actualmente los afectados de Mariana siguen sin indemnización definitiva y luchan por el reconocimiento de los derechos que surgieron por el desastre. Viven continuamente la ruptura de la represa. En la práctica, aprender a ser afectados - un saber indeseado y necesario. Pelean en el sistema judicial para que la indemnización abarque las directrices determinadas por sus modos de vida, que sea compatible con los daños y las pérdidas que solo ellos pueden medir.

Ante el dolor, luchan para que el barro tóxico de la ruptura de la represa de Fundão no arrastre la vida secular de sus comunidades.

“Me imaginaba un futuro muy diferente”

"Desde el principio no ha sido fácil. Cuando llegamos aquí a Mariana, las personas fueron muy solidarias pero con el paso del tiempo algunas de ellas empezaron a criticarnos, decían que la empresa no regresaba debido a los afectados. Algunas personas decían que estábamos nadando en plata. Ahora yo me pregunto: ¿qué plata?

Ser un joven afectado significa perder los sueños. Antes me imaginaba un futuro muy diferente. En la ciudad hay que crear responsabilidades muy temprano, tratar de ser cuidadoso con lo que está por venir. Muchos días me quedo sin ver a mis amigos, antes los veía todos los días. Hoy día ni siquiera sé donde viven algunos".

Júlio César Salgado, afectado del municipio de Bento Rodrigues

“Afectados son aquellos cuyas vidas el barro manchó”

Un día el ingeniero de [la empresa minera] Samarco me llamó para decirme que iba a mi casa a ver lo que había ocurrido donde yo vivía. Cuando llegó, empezó a menospreciarnos diciendo que había poco barro tóxico, que se había manchado poco. Me enfadé mucho, me enojé, porque sí, había poco barro tóxico, pero había causado un estrago enorme en mi vida. La Samarco mide cómo la persona fue afectada según la cantidad de barro tóxico que ha ensuciado lo que tiene. Pero no es así. Afectados son aquellos cuyas vidas el barro manchó. En ese sentido, me estoy ahogando en el barro”.

Marino D’Angelo, de la comunidad de Paracatu de Cima

¿Vale la pena pensar en el futuro?

Mi vida está totalmente parada. Sueños, proyectos, expectativas del porvenir... Ahora que ya no soy tan joven, me pregunto, de verdad, ¿Qué quiero para mi vida? ¿Qué pienso hacer ahora? ¿Vale la pena pensar algo para el futuro? Cuando todo esto pasó, mi vida estaba preparada. Tenía mis proyectos todos programados. Pero esto vino y me alborotó la cabeza. Hoy ya no puedo soñar, hacer planes....

Voy detrás de todo, busco informaciones para no cometer errores. Me siento como si estuviera en el tráfico, intentando cruzar la calle por la mitad, rodeada de muchos autos. Tuve conflictos familiares. Ahora paré de andar para escuchar pues las cosas ocurren muy rápido, no sé cuales serán las consecuencias.

Luzia Queiroz, afectada de la comunidad de Paracatu de Baixo

Edición: Frederico Santana | Traducción: Luiza Mançano