Si fuera una persona, la revolución bolivariana de Venezuela sería joven, mestiza, de clase trabajadora y vestiría falda. Esas son las características predominantes de la base social que compone los movimientos populares de la izquierda venezolana. En las asambleas populares, en las organizaciones de barrios, en las comunas y en los colectivos revolucionarios, allá están ellas. Las mujeres son los cimientos que sustentan el proceso de transformaciones por el cual atraviesa el país.
Cinco años atrás no era así. Aunque siempre haya habido participación femenina en los espacios de organización popular, se percibía que los hombres eran mayoría y asumían los puestos de liderazgo. Pero, ¿que pasó en los últimos años que hizo que ese cuadro cambie?
Brasil de Fato conversó con líderes de los principales movimientos populares del país para entender cuáles fueron las razones que llevaron a las mujeres a asumir el protagonismo de estas organizaciones en la República Bolivariana de Venezuela.
"Desde muy pequeña, la mujer pobre pasa por un proceso de exclusión. Eso va desde la cuestión laboral hasta las relaciones familiares, sobre todo en el caso de las madres abandonadas por sus compañeros. Por lo tanto, la construcción de un movimiento y de la organización comunitaria es vista como una nueva oportunidad", afirma Iraida Moroimo, líder del Movimiento de Pobladores, el mayor movimiento urbano del país.
Esa organización de lucha por la vivienda está compuesta por colectivos, como el Comité de Tierras Urbanas, el Movimiento de Inquilinos, el Movimiento de Trabajadores Residenciales, el Movimiento de Ocupantes y el Campamento de Pioneros. En la última reunión realizada con portavoces de esos movimientos, a la cual la cobertura de Brasil de Fato tuvo acceso, la participación femenina era visible: cerca del 75% eran mujeres.
Juntos, esos colectivos construirán 20 conjuntos habitacionales con recursos del Estado venezolano, administrados por medio de autogestión. En los últimos cuatro años, fueron entregados 600 apartamentos. Otros 554 están en construcción, y 850 mil fueron contratados, pero dependen de asignación de recursos para comenzar.
Dentro de esos conjuntos habitacionales, quien lidera los procesos de organización popular son las mujeres. "Nuestra defensa no es solo por el derecho a la vivienda. Defendemos la construcción de comunidades socialistas, la solidaridad entre nosotros y la distribución colectiva de las tareas de la comunidad", destaca Iraida Moroimo, cuya historia se confunde con la historia de Venezuela – descendente de indígenas, de padre comunista y hermano revolucionario.
"Vengo de una familia comunista. Mi hermano murió en un intento de toma del poder en noviembre de 1992. Entonces, siento que mi papel es seguir adelante, luchando", cuenta. Ella se remonta a la historia de cuando un grupo liderado por el entonces teniente coronel del Ejército Hugo Chávez intentó tomar el poder en febrero de 1992. El plan fracasó y Chávez fue detenido. Aun así, en noviembre del mismo año, un grupo de rebeldes realizó una segunda tentativa y tampoco alcanzó el objetivo.
Hoy, en el liderazgo de uno de los más importantes movimientos populares de Venezuela, esa indígena comunista tiene la misión de organizar al pueblo y llevar esperanza a aquellas personas que no tenían derecho a la ciudad, ni a una casa digna ni a una vida menos sacrificada. "Antes de todo, necesitamos creer que es posible. Y Chávez nos lo hizo creer. Hoy estamos construyendo nuestras propias casas", dijo.
En el barrio Antímano, en la zona oeste de la capital Caracas, el Campamento de Pioneros está terminando la construcción de un condominio con más de cien apartamentos. Son cuatro torres con una media de 35 residencias. Una de ellas fue levantada por tres mujeres. "Aquí somos nosotras las que asentamos cada ladrillo. La estructura principal de uno de esos edificios fue levantada por tres mujeres y un maestro de obras. El primer muro, de 80 metros de largo y 4 metros de altura, lo construimos en dos semanas. Cuanto terminamos, nuestras manos estaban hinchadas, nos pusimos vendas y continuamos trabajando", recuerda la asistente social Yelitza Bernal. Dos de las torres ya fueron entregadas y otras dos deben quedar listas hasta fines de este año, según el movimiento.
"En ese conjunto habitacional, la mayoría de las jefas de familia son mujeres, por eso las líderes comunitarias también son conducidas por nosotros. Pero aquí dividimos algunas cosas con los hombres. La coordinación de la organización comunitaria está distribuida en cinco direcciones, dos conducidas por hombres y tres por mujeres", explica la moradora.
Políticas sociales
Madre de tres hijos, Yelitza Bernal moradora del Campamento de Pioneros, es divorciada y cuida sola de sus niños. El 2011 su casa fue afectada por el deslizamiento de una pendiente en el estado de Vargas – en el Norte del país y vecino de la capital venezolana –, que dejó millares de familias sin hogar. Una parte de ellas fueron recibidas en Caracas por el Movimiento de Pobladores. Muchas estuvieron acampando por años en el terreno donde hoy están siendo construidos los edificios de apartamentos populares.
Las condiciones sociales de las mujeres, que siempre se mantuvieron en la base de la pirámide social, comenzó a cambiar en Venezuela a partir de las políticas impulsadas por los gobiernos del ex presidente Hugo Chávez, que continuaron con el actual mandatario, Nicolás Maduro. "En los últimos dos años, las inversiones en políticas sociales aumentaron de 62% a 72% del presupuesto público", afirmó Maduro en declaración reciente.
Las titulares de estos beneficios son en su gran mayoría mujeres. Un ejemplo de eso es justamente las casas populares. Según datos oficiales, en cuatro años fueron construidas por el gobierno cerca de 1,7 millones de residencias destinadas a familias de baja renta.
"En el caso de las viviendas construidas por el movimiento, las personas no tienen el título de la casa, ellas reciben un documento que les da derecho de uso del inmueble, y ese documento es entregado a la madre de familia. Eso en el 95% de los casos", explica Iraida Moroimo.
Ese también es el caso de la canasta básica entregada a 4 millones de hogares venezolanos. Los alimentos distribuidos por el Estado, de forma subsidiada, llegan por medio de registros hechos por las comunas – organización comunitaria que reúne a moradores de tres a cuatro barrios vecinos y que es la base de la organización social en el país. Como los titulares son las mujeres, ellas acaban teniendo un papel protagónico en las reuniones comunales y también en otros espacios organizativos creados a partir de las comunas.
Además de eso, el año pasado el gobierno venezolano anunció la creación de un fondo de inversiones destinado a otorgar crédito a pequeñas emprendedoras y otros proyectos de agricultura familiar conducidos por mujeres.
"Esas políticas destinadas a las mujeres comenzaron con Chávez. Él se declaraba feminista. Inclusive la composición de los ministerios de los sus últimos gobiernos tenía gran participación de mujeres", recuerda Iraida.
En el campo y en la ciudad
En el mayor movimiento popular de Venezuela, la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, de origen campesino, los espacios de liderazgo, antes ocupados mayoritariamente por hombres, ahora son ejercidos también por mujeres. La actual correlación de fuerzas, según la coordinadora de Relaciones Internacionales del movimiento, Zuleima Vergel, es la más equilibrada desde el surgimiento del movimiento, hace 15 años.
"Nuestra organización nace en el campo, en una región históricamente conservadora y machista, la región central del país. Vivimos en una sociedad atravesada por el machismo. A lo largo de los años, fuimos trabajando ese tema y hace dos años dimos saltos importantes, con mayor participación", evalúa la dirigente.
Actualmente, la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora está conformada por más de 15 mil militantes, con presencia en 18 de los 23 estados venezolanos, en el campo y en la ciudad. El trabajo de base consiste en la organización popular, en la defensa de la agricultura familiar y de las tierras destinadas a la reforma agraria, así como en el fortalecimiento de los consejos comunales y en la defensa del territorio venezolano, principalmente en zonas próximas a la frontera con Colombia.
Zuleima explica que la masiva participación de las mujeres en la base de los movimientos en los últimos años crea una presión para llegar a los espacios de dirección. "Estamos luchando por la participación igualitaria en los puestos de dirección y de toma de decisión de nuestra organización. Queremos llegar a 50%, pero, mientras tanto, las mujeres ocupan 40% de los espacios de dirección".
No fue la participación de los hombres que disminuyó, sino la presencia femenina que aumentó, como señala Zuleima: "La cantidad de hombres en el movimiento no disminuyó, continua la misma. Las mujeres comenzaron a participar más. Y los hombres reconocen ese avance".
Tanto es así que en las reuniones de las comunas – que hoy conforman la base organizativa de los movimientos populares, pues todos los colectivos se organizan a partir de ellas – la mayor parte de las portavoces "comuneras" son mujeres. "Cuando vamos a una asamblea de una comuna notamos que la mayoría es mujer. En las reuniones que reúnen a los representantes de cada comuna, las mujeres están en mayor cantidad. Y las mujeres también ejercen más el derecho a la palabra en las asambleas y reuniones", relata Zuleima.
Mientras tanto, muchos desafíos aún necesitan ser superados. En los cargos más altos del Estado venezolano, la participación femenina aún es pequeña. También son pocas las mujeres que conquistaron un lugar destacado en la política nacional. Pero entre esas pocas, está la actual presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, Delcy Rodriguéz, hoy el segundo cargo más importante del país, después de la Presidencia de la República.
Edición: Vivian Neves Fernandes | Traducción: Pilar Troya