"Si esas reglas estuvieran vigentes en 2015, sólo 56% de las mujeres conseguiría jubilarse". La afirmación es de Juliane Furno, candidata al doctorado en Desarrollo Económico en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) y militante del Levante Popular de la Juventud. Ella hace referencia a los posibles impactos a la población de la propuesta de la reforma de las Pensiones del gobierno golpista de Michel Temer (MDB).
Para Furno, los argumentos utilizados por el gobierno para defender la implementación de la reforma no condicen con la realidad de Brasil. Ella señala además que la propuesta puede colocar en serio riesgo la jubilación de los jóvenes y de las mujeres, por las características de los empleos a los que ellos tienen acceso en el país.
A continuación, un trecho de la entrevista concedida a Radio Brasil de Fato.
Brasil de Fato: ¿Cómo podemos evaluar el posible impacto de la reforma de las Pensiones en la vida cotidiana de las mujeres?
Juliane Furno: Esa reforma impacta mucho la vida de las mujeres y de los jóvenes. La parte de las pensiones dentro de la Seguridad Social era la única política de Estado, la única política pública social que, de cierta forma, reconocía que existe desigualdad entre hombres y mujeres en el espacio privado y en el mercado de trabajo. Las Pensiones a través de la forma como se jubilan hombres y mujeres reconocían que las mujeres podían jubilarse con menos tiempo, con una edad menor que los hombres porque ellas ejercen dentro de sus casas una doble o, a veces, triple jornada de trabajo.
Entonces hay un reconocimiento por el Estado de que es derecho de las mujeres jubilarse antes que los hombres porque ellas, de hecho, trabajan más que los hombres, aunque ese trabajo no sea asalariado, ni reconocido o registrado. Y esa reforma amenaza, tal vez no tanto como fue la propuesta original, con la supresión de una dimensión importante que es el reconocimiento de que existe doble jornada laboral y de que el trabajo doméstico aún es una atribución obligatoria de las mujeres y no de los hombres. Esa reforma amenaza esa garantía que las mujeres aún tienen con relación a una política de Estado.
Ya vemos entusiastas de la derecha diciendo que las mujeres tienen que recibir menos por embarazarse, entonces ya es una señal de que esos derechos están realmente amenazados, más allá de la reforma de las Pensiones. No sé si ustedes vieron, pero yo me di el trabajo de mirar la justificación del proyecto de reforma de las Pensiones, del porque debería ser igualada la edad de jubilación entre hombres y mujeres.
El primero de los argumentos dice que las mujeres viven más que los hombres, ellas contribuyen por menos tiempo porque ellas viven más, se jubilan antes y, por eso, ellas resultan onerosas para la caja de la Seguridad Social. También dicen que existe una tendencia internacional, en el sentido de ir eliminando las diferencias de edad de jubilación entre hombres y mujeres. También dicen que la participación de las mujeres en el mercado de trabajo ha crecido y las diferencias de salario se han reducido. Y hablan también de que el trabajo doméstico no remunerado, ya no absorbería tantas horas de trabajo de las mujeres, por varias cuestiones como la difusión tecnológica que propició que las mujeres se liberaran de los trabajos más pesados del hogar. Por lo tanto, eso ya no sería un argumento en favor de la diferencia de jubilación.
Pero sucede que, de hecho, la diferencia de expectativa de vida entre hombres y mujeres ha caído desde 2001. Entonces no es verdad que esa es una tendencia normal que las mujeres siempre viven más que los hombres. Y cuando ellos dicen que existe una tendencia internacional de no discriminar por edad entre hombres y mujeres, ellos están mirando países del centro del capitalismo en los que el Estado es mucho más proveedor de políticas públicas de lo que es en Brasil. Entonces es muy diferente pensar que mujeres y hombres, por ejemplo, en Finlandia puedan jubilarse a la misma edad porque allá existe un Estado de bienestar preservado, y que ese Estado garantiza una serie de políticas públicas que no pesan en las mujeres, ni en el trabajo de reproducción de las familias, ni provocan diferencias del mercado de trabajo. Entonces eso es correcto para algunos tipos de países, especialmente donde el Estado cumple una función central. Si miramos a Brasil esa tendencia de igualdad entre hombres y mujeres no existe.
Usted habló sobre los jóvenes al comienzo. Hay un discurso casi implícito de que sería una obligación de las personas comenzar a trabajar antes, por el tiempo de contribución y el tiempo mínimo de edad propuestos, lo que no permitiría que la parte menos favorecida de la población se especialice y se cualifique.
Exacto. Por un lado, existen varias estadísticas que comprueban que para que una persona se jubile con salario integral, en una edad que ella aún pueda aprovechar, viajar, etc., ese joven tendría que comenzar a trabajar a los 16 años. Y eso era una tendencia que de cierta forma ya existía en Brasil. Era normal que los jóvenes comenzasen a trabajar a los 15, 16 años. Pero eso cambió radicalmente en la década de los 2000. Para una parte de los jóvenes que pudieron tener acceso a las políticas públicas de educación superior o que pudieron contar con la familia, recibiendo un rendimiento un poquito mayor, que posibilitase que sólo estudiaran, eso está comenzando a invertirse nuevamente.
El joven ya piensa en entrar más temprano en el mercado de trabajo pensando que esa es la única forma, para que en el futuro, con 65, 70 años, consiga tener el mínimo necesario para poder disfrutar su jubilación. El impacto en la juventud también es importante desde otro punto de vista, que es el cálculo del rendimiento del beneficio de jubilación. Hoy el cálculo toma en consideración la media de las 80 mayores contribuciones. Entonces el joven puede comenzar a contribuir, ganando un salario relativamente bajo - generalmente los jóvenes ganan un salario mucho menor al inicio de la carrera -, pero el cálculo del beneficio que van a recibir toma en consideración los salarios más altos. Y ahora ese cálculo va a tomar en consideración la media de todos los salarios. Entonces, no sólo va a ser más difícil jubilarse, sino que el rendimiento de quien vaya jubilarse también va a caer.
Es una serie de impactos negativos porque ese cálculo va a ser muy desfavorable para quien comienza a trabajar más temprano.
Exacto, quien comienza a trabajar más temprano, generalmente comienza en los empleos más precarios, que tienen un rendimiento mucho menor. Y eso va a impactar a ese joven con certeza en el futuro. Además de eso, creo que ese cambio del tiempo de contribución, que pasa a ser 25 años de contribución, lo que da un total de 300 contribuciones, va a dificultar mucho que las mujeres consigan jubilarse, concretamente porque las mujeres, de manera diferente de los hombres, tienen una trayectoria mucho más discontinua en el mercado de trabajo.
Esa idea de que durante 25 [años] continuos la persona contribuye a la Seguridad Social para las mujeres y para los jóvenes es una realidad mucho más difícil porque las mujeres o los jóvenes son dimitidos antes, quiero decir, son los primeros en entrar en la fila de los desempleados, y las mujeres tienen una trayectoria discontinua porque o se embarazan, y necesitan ausentarse momentáneamente del mercado de trabajo, o porque el Estado en Brasil no garantiza políticas públicas para la reproducción de las personas.
Las mujeres, gran parte de las veces, necesitan ausentarse del mercado de trabajo para cuidar de una persona anciana, que está enferma o para cuidar de los hijos cuando no tienen guardería para dejarlos o no tienen dinero para pagar una persona con quien dejarlos. Entonces es muy difícil que las mujeres se jubilen con esos 25 años de contribución. Hoy ya hay una estadística que dice que 62% de las mujeres se jubilan por edad porque ellas no consiguen tener los 15 años de contribución mínima. Ahora subiendo a 25 años sería mucho más difícil.
Si esas reglas estuvieran vigentes en 2015, sólo 56% de las mujeres conseguiría jubilarse. Entonces es mucha gente que concretamente no va a jubilarse en Brasil, que va a trabajar, contribuir con el Estado toda la vida y va a morir sin tener el derecho constitucional de jubilarse. Es un escenario que tal vez hoy, en el corto plazo, no consigamos identificar, pero que a largo plazo va a tener impactos importantes, o sea, una parcela de la sociedad, prácticamente 50% no va a gozar de los derechos de la jubilación. Eso es muy grave.
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Edición: Simone Freire | Traducción: Pilar Troya