En el marco de la campaña de denuncia internacional sobre el arbitrario e ilegal encarcelamiento que sufre el expresidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, la dirigente del Movimiento Sin Tierra (MST), Kelli Mafort, dialogó con Contexto sobre la profunda crisis democrática que vive el gigante sudamericano.
-¿Qué lectura hace el MST del encarcelamiento de Lula?
-Es una parte más del plan articulado del golpe que empezó con el impeachment de Dilma Rousseff. Es un golpe contra los trabajadores y las trabajadoras y que tiene como intención apropiarse de las riquezas naturales del Brasil: la tierra, el agua, el petróleo, etcétera. Con la prisión de Lula, este golpe llega a una de sus fases más duras. El Poder Judicial encarceló a un líder político sin ningún tipo de prueba en su contra. Se trata de un ciudadano inocente que está en prisión injustamente. Por eso sostenemos que Lula es un preso político y eso deja en evidencia que en este momento no hay democracia en Brasil.
-¿La sociedad brasileña en general también sabe que Lula es un preso político?
-En Brasil la sociedad se está expresando de distintas formas para repudiar esta injusticia. La militancia, los movimientos políticos, están haciendo movilizaciones, se instalaron distintos campamentos para pedir la libertad de Lula. El resto de la población también ha manifestado su indignación frente a esta arbitrariedad. Tanto es así que todas las encuestas muestran que, aún encarcelado, Lula sigue dominando la intención de voto para las elecciones presidenciales.
Hoy Lula representa a toda la clase obrera. Hoy Lula es un símbolo que ha unificado a todos los sectores populares por la lucha en defensa de la democracia
-¿Por qué hay sectores que fueron críticos de Lula y Dilma pero hoy se han sumado al reclamo por la libertad del líder del PT?
-Las críticas a los gobiernos de Lula y Dilma que han hecho los movimientos sociales siguen firmes. Pero ahora lo que está en disputa no es la candidatura de Lula, sino la democracia en Brasil. Es por eso que todos los movimientos de izquierda, los movimientos populares, más allá de que hayan sido y sigan siendo críticos, entienden que hoy Lula está por encima de su partido, por encima del PT. Hoy Lula representa a toda la clase obrera. Hoy Lula es un símbolo que ha unificado a todos los sectores populares por la lucha en defensa de la democracia y por los derechos de los trabajadores y las trabajadoras.
“También hay que reflexionar que esto que ocurre hoy en Brasil puede pasar mañana en Argentina y en tantos otros países”
-¿Cómo se puede enfrentar a los grandes grupos mediáticos que han decidido demonizar a los líderes populares?
-La Rede Globo es el principal medio de difusión de las ideas del golpe. Los grandes medios están estrechamente vinculados a las empresas de agronegocios y a todos los grandes empresarios. Por eso sirven a esos intereses. Hay que romper el monopolio de los medios para poder democratizar la comunicación. En este momento, los medios alternativos cumplen un rol fundamental para movilizar y para hacer un contrapunto con todo lo que está pasando. Este es un momento muy duro en la historia de Brasil, pero también es un momento con mucha potencialidad, porque hay muchas contradicciones en la derecha y en un Poder Judicial que actuó de manera tan parcial que llegó a la situación extrema de encarcelar a un ciudadano inocente, como es Lula Da Silva.
-En este marco de lucha ¿cuál es la importancia de la solidaridad internacional y de las campañas que se realizan en el exterior para reclamar la libertad de Lula?
-Es fundamental. Hay que tener claro que esto no es una cuestión que solamente afecta a Brasil. Si bien en cada país los procesos son distintos, es evidente que los gobiernos populares de la región están siendo atacados duramente. En el marco de la crisis estructural del capital, las grandes empresas quieren disminuir el margen de conquistas y derechos adquiridos por los trabajadores y las trabajadoras. La lucha no pasa solamente por la solidaridad, que es muy importante. También hay que reflexionar que esto que ocurre hoy en Brasil puede pasar mañana en Argentina y en tantos otros países. Hay que reflexionar sobre cómo esta situación tiene consecuencias en toda la región.
Edición: Brasil de Fato