El desempleo llegó a la familia de la profesora de inglés Suzane Moreira, de 29 años. El ingreso disminuyó, el costo de vida aumentó y tuvieron que abandonar la casa que estaban construyendo. La obra quedó a la mitad.
Historias como esta ilustran el hecho de que, por primera vez en 15 años, no hubo en Brasil una disminución de la desigualdad de ingresos, que permaneció inalterada. Es lo que señala el informe anual "País estancado: un retrato de las desigualdades brasileñas", lanzado este lunes (26). El documento fue producido por la organización no gubernamental Oxfam Brasil.
Según el estudio, las mujeres y la población negra fueron las más afectadas. Según los datos de la Encuesta Nacional por Muestra de Hogares (PNAD por sus siglas en portugués) del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), una de las fuentes del informe, las mujeres ganaban 72% de lo que ganaban los hombres en 2016. Esa proporción cayó a 70% en 2017 — el primer retroceso en el ingreso de ellas en relación con los hombres en 23 años.
La distancia salarial entre blancos y negros prácticamente no se alteró en un año. En 2016, el ingreso medio de la población negra era de R$ 1.458,16 (US$ 376), mientras la población blanca recibía, en media, R$ 2.567,81 (US$ 662). En 2017, el ingreso de los negros pasó a R$ 1.545,30 (US$ 398) y los ingresos de la población blanca alcanzaron R$ 2.942,21 (US$ 758).
Esta es la segunda edición del informe. La primera versión, titulada "La distancia que nos une: un retrato de las desigualdades brasileñas", fue lanzada en 2017. El estudio analiza las desigualdades en tres campos: ingreso, patrimonio y acceso a servicios esenciales.
La primera publicación del estudio concluye que "los seis mayores billonarios del país juntos poseían riqueza equivalente a la mitad más pobre de la población". Y, en el otro extremo, que el año 2017 comenzaba con el registro de "más de 16 millones de personas viviendo bajo la línea de pobreza".
Con los datos actualizados, fue posible verificar que, entre los años de 2016 y 2017, el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad de ingreso per cápita (medido por hogares), se mantuvo inalterado en la reducción de la desigualdad, al contrario de lo que ocurría entre los años 2002 y 2016, cuando se observó una caída de esos índices.
Efectos del "Techo de Gastos"
Con la aprobación de la Enmienda Constitucional (EC) 95 en 2016, que congeló los gastos públicos en áreas sociales por 20 años, el estudio señala que el país retrocedió 17 años en volumen de inversiones sociales en el presupuesto federal. El informe alerta que, entre los años de 1976 y 2015, la mejora del coeficiente de Gini y la reducción de la pobreza están directamente relacionadas con la oferta de servicios, que se expandió en el período.
El coordinador de Campañas de la Oxfam Rafael Georges, autor de ambos informes, señala que el estancamiento de la reducción de la desigualdad de ingreso entre 2016 y 2017 está relacionada con la crisis económica por la cual el país atraviesa. Y explica además que el fenómeno tiene una fuerte relación con la cuestión fiscal.
"Existe una crisis de confianza de inversores con Brasil. El hueco fiscal hace que los inversores retraigan sus inversiones, ya que Brasil se volvió más riesgoso. Eso disminuye la actividad económica, lo que impacta en el aumento del desempleo”, evalúa el investigador.
El informe señala además que, desde 2015, el número de personas en extrema pobreza aumentó en el país por tercer año consecutivo, con un aumento de 11% en apenas un año. En 2016, el número de personas sobreviviendo con un ingreso diario de poco más de R$ 7,00 (US$ 2) - criterio utilizado por el Banco Mundial para clasificar la situación de extrema pobreza – afectaba a 13,3 millones; al año siguiente, más de 15 millones se encontraban en esta situación.
Para Georges, el país no sólo se paralizó sino que camina hacia atrás. Él señala que los más impactados por el estancamiento de la desigualdad de ingreso son aquellos que se encuentran en la base de la pirámide, principalmente quien tiene vínculos de empleo temporales, normalmente vinculados a servicios o en la construcción civil.
Impactos en la vida
La fuerte retracción del sector fue sentida por la familia de Suzane Moreira en 2016. La profesora vive en Belém, capital del estado de Pará. Su padre, José Roberto Gomes Correia, de 57 años, trabajó por 32 años en una empresa de ingeniería de construcción civil como técnico de enfermería en el área de seguridad del trabajo. Él fue despedido en 2016.
Con su padre y su hermano desempleados, la familia de Suzane abandonó la reforma de la casa. “En ese momento, yo sustentaba mi casa con el ingreso de la escuela particular donde impartía clases y con el dinero del Projovem. Estaba intentando construir la casa nueva de mis padres, donde íbamos a vivir, pero no logré finalizar la casa, entonces está como que parada", relata.
Ella había abierto una cuenta de ahorros para comenzar la obra. La familia consiguió economizar R$ 20.000, dinero del ingreso de las clases que impartió en la escuela pública por el Programa Nacional de Inclusión de Jovens (Projovem) del Gobierno Federal, desarrollado por la Alcaldía Municipal de Belém. El contrato del programa, sin embargo, no fue renovado.
El padre de Suzane volvió a trabajar este año, aunque está en período de prueba. Ella espera que la empresa registre la cartera de trabajo de José, para que la familia retome los planes de la construcción de la casa.
Actualmente, la profesora de lengua extranjera sigue impartiendo clases en la escuela de idiomas y, para complementar su ingreso, da clases particulares. Sin embargo, su ingreso disminuyó, lo que no está relacionado al hecho de ser mujer, porque no hay profesores hombres en la escuela.
“En el actual contexto en que me encuentro, estoy ganando menos. No por el hecho de ser mujer, sino porque mi carga horaria fue reducida. Hubo un impacto, digamos, en la reducción de gastos en las familias de mis alumnos, hasta porque doy aula de lengua inglesa en un curso de idiomas para niños. Hubo una reducción en el número de alumnos. Entonces, por eso, estoy recibiendo menos que antes”, puntúa.
Medidas
En 2017, Brasil cayó de la posición de 10º a la de 9º país más desigual del planeta en el ranking global de desigualdad de ingresos. Pero, cuando se analiza su posición en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) entre los años 2016 y 2017, el país permanece en la 79ª posición de ese ranking del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre un total de 189 países.
El ingreso fue el indicador que más causó impacto negativo en el IDH brasileño, por cuenta del retroceso, principalmente, en las capas más bajas. Para recuperar el ritmo de la reducción de la desigualdad en el ingreso en el país, el informe sugiere el aumento real del salario mínimo; la revocatoria de la EC 95/2016, conocida como la PEC del Techo de Gastos; y el combate a la corrupción.
Otra medida urgente involucra la reforma tributaria y tasar a los sectores más ricos, destaca el coordinador del informe. “Los súper ricos en Brasil, aquellos que componen el 1% más rico, la mayor parte de sus ingresos no vienen de los salarios, que son retenidos en la fuente. Vienen de ganancias o dividendos distribuidos que son exentos. Entonces, es necesario tributar las ganancias y los dividendos, que son una especie de salarios de los súper ricos que es exenta en Brasil hoy”, resalta.
El coordinador también destaca la necesidad de equilibrar los tributos de bienes y servicios, como la gasolina, alimentación y medicamentos. En la evaluación de Georges, la forma de tributo actual es injusta para aquellos que están en la base de la pirámide.
Edición: Rute Pina | Traducción: Pilar Troya