Esta pasada semana Resumen Latinoamericano cubrió todo lo ocurrido en la Asamblea Internacional de los Pueblos (AIP), realizada en Caracas, en solidaridad con el pueblo y el gobierno de Venezuela representado por Nicolás Maduro. Allí asistieron casi 500 delegados de 87 países del mundo y uno de los que más bregó por esta actividad desde hace dos años es el referente del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, Joao Pedro Stedile. Con él pudimos conversar en un descanso de las deliberaciones y esto es lo que nos dijo:
¿Por qué ahora una Asamblea Internacional de los Pueblos?
El esfuerzo que estamos haciendo con esta articulación, sin sustituir a ninguna otra que hagan los partidos y sindicatos, es tratar de juntar todas las fuerzas populares para que impulsemos luchas comunes contra los enemigos comunes que son los imperialistas. Esa es la razón principal de buscar nuevas formas de articulación internacional que impulsen luchas y que traten de dar unidad a los diversos espacios y formas de organización en nuestros países. En esta primera Asamblea por el grado de conflictividad que hay en Venezuela por ser ahora el epicentro de la lucha de clases mundial, por lo menos en el occidente, donde el imperialismo quiere de todas formas tumbar a Venezuela, la tarea número uno, la prioridad cero de todos nosotros es salir de aquí con una agenda de movilizaciones, de denuncia, para que nuestros movimientos puedan desarrollar en cada uno de los países que aquí estamos.
Me pongo en abogado del diablo: siempre que se hacen este tipo de encuentros se plantea volver a los países y coordinar acciones, y después, por alguna razón o por las internas de cada país, estas cosas no se llevan adelante o se cajonean los documentos y las resoluciones. ¿Por qué crees que esta vez esto va a cuajar o tendría que cuajar?
Esa es nuestra reflexión autocrítica: tenemos que salir de los papelitos y tratar de impulsar más acciones. Creo que debemos impulsar las luchas y las acciones concretas porque las fuerzas populares que están aquí ya están acostumbradas con procesos de articulación popular en sus países, están más preparadas, tienen más vocación, para construir procesos unitarios y de lucha social. O sea, no es una reunión burocrática que viene con la sigla o el partido, aquí viene gente que está involucrada en sus países en procesos reales de lucha. Entonces, tenemos la confianza que al regresar a sus países pongan el tema de Venezuela, el tema del internacionalismo, como parte permanente de su agenda en las luchas nacionales que ya están haciendo.
Venezuela es un punto de inflexión hoy en la lucha antiimperialista. ¿De qué forma crees que es más válido o más eficiente solidarizarnos con Venezuela en el continente?
Es cierto que hay una confusión tremenda y por eso es que Venezuela es un punto clave, porque incluso algunos sectores de izquierda de Latinoamérica y de Europa se dejan influenciar por lo que dice la prensa burguesa. Nosotros habíamos invitado varias fuerzas de Europa que se recusaron a venir a Venezuela porque Venezuela no es democracia. Mira, un país que hace 25 elecciones en 20 años, donde toda la prensa privada es mayoritaria, donde la oposición hace marchas todos los días que quiere, cómo se puede decir que en ese país no hay democracia. Entonces, esas ideas de la burguesía han afectado también a sectores de la izquierda, de la más institucional, que luego se mueven solo por la lógica electoral, que si están en año de elecciones creen que nos les conviene estar cerca de los venezolanos porque son muy radicales. Así como en el pasado se aislaron de Cuba, pero ahí está Cuba, tras 60 años de resistencia y ahora con su pueblo feliz, educado.
Entonces, Venezuela es muy importante porque es la batalla de este siglo. Si el imperio logra tumbar Venezuela eso quiere decir que tendrá más fuerzas para tumbar Cuba, Nicaragua, todos los procesos que se propongan a cambios, incluso esa izquierda institucional que solo piensa en elecciones con una derrota de Venezuela tendrá más dificultades para ganar elecciones. Entonces, incluso para la lucha institucional o pública, es muy importante defender Venezuela y transformarlo en una trinchera de resistencia y hacer aquí la tumba, por lo menos, del gobierno Trump.
En tus discursos y declaraciones sueles criticar los errores de los gobiernos neodesarrollistas, pero hay una tendencia que para salir de esta ofensiva imperialista, se vuelve a recurrir al recurso de la socialdemocracia. ¿Cómo ves eso, es válido o hay que definirse más claramente planteando la vía al socialismo?
La evaluación que hacemos es que hay una crisis profunda del modo de producción capitalista y la salida que ellos están encontrando para resolver sus empresas, su acumulación, es apoderarse de una forma aún más ofensiva de los recursos naturales, sea petróleo, minería, agua, biodiversidad, y aumentar la taza de explotación de la clase trabajadora quitando derechos históricos que hemos conquistado a lo largo de la década después de la Segunda Guerra Mundial. En términos ideológicos, lo que el capital está impulsando es recuperar la extrema derecha, como ocurrió en la crisis del 30 cuando recurrió a las ideas fascistas y nazis.
La ventaja que tenemos ahora es que no se puede repetir ese esquema como una propuesta de la derecha porque no tienen un movimientos de masas en la clase obrera como sí tenía el fascismo y el nazismo, y eso nos da una seguridad. Pero, por otro lado, como ellos no tienen masas nos dan la lucha ideológica y utilizan todas las armas que tienen, la televisión, internet, las redes, las fake news, para derrotarnos en la ideología.
En ese plan del capital, ellos mismos ya derrotaron la socialdemocracia. En Latinoamérica, Europa y todo el mundo la socialdemocracia era una forma de humanizar el capital, pero el capital ya no quiere ser humano. El capital, para recuperarse, tiene que ser el diablo, ir hasta las últimas consecuencias, sea en términos de manipulación del Estado o de superexplotación de la naturaleza y del trabajo humano.
Entonces, sería un error de la izquierda pensar que para volver a ganar elecciones hay que hacerse más socialdemócratas. Ahora tenemos que tratar de volver a hacer trabajo de base, dar la lucha ideológica, recuperar nuestra base social que es la clase trabajadora que está desplazada, precarizada, que enfrenta muchos problemas. Pero tenemos que reorganizarla bajo otras formas que no sean solo sindicato y partido como estábamos acostumbrados, sino con nuevas formas, nuevos movimientos, tener una base social que ponga en la mesa nuevas formas incluso de democracia participativa, porque solo con ganar elecciones, como quedó probado en Uruguay, Brasil y Argentina, no es suficiente. Claro que es importante ganar elecciones, pero si tenemos fuerzas acumuladas que logren cambios estructurales en la economía y en el régimen político.
Hay un fenómeno en Europa que está llamando la atención y son los chalecos amarillos. Extrañamente esa ola viene de Europa y no de América Latina como se podría imaginar, pero ahí hay un planteo antisistema. ¿Tu ves que ese fenómeno podría cuajar en estas nuevas formas de lucha que hay que dar al imperio?
Sin duda. Nos llama mucho la atención y estamos muy interesados en el proceso de articulación de ellos, vamos a tratar de enviar gente nuestra para que se queden un tiempo a aprender con ellos las formas que han adoptado. Nos llamó la atención porque son parte de la clase trabajadora, no es un movimiento de la pequeña burguesía o de estudiantes desilusionados como en otro tiempo se realizó en Europa con aquellos campamentos en plazas públicas, que un poco era un toque de izquierda, ahora no. Percibimos que ahí se están impulsando iniciativas de la clase trabajadora precarizada que estaba fuera de los sindicatos, de los partidos, pero que reaccionaron frente a esa contradicción al ver que el capitalismo precisamente ya no resuelve sus problemas cotidianos y adoptaron esa forma que nos pareció muy interesante.
Sin embargo, no es una forma que debamos aplicar en cada país sino que la importancia de ellos es que fueron creativos y descubrieron una forma que sirve para la realidad francesa. Eso mismo tenemos que buscar en Brasil, en Argentina y en cada uno de los países. O sea, impulsar un debate en las fuerzas populares de buscar nuevas formas de lucha que frenen al capital y que les causen perjuicios, porque solo con manifestaciones, eslogan de orden, mitines, no se frena al capital. Ahí los chalecos amarillos de Francia si han causado perjuicios porque cortan las carreteras y todos saben que el capital ya no se mueve en los camiones que traen las mercancías. Felicito a los compañeros y espero que la izquierda francesa aprenda con ellos y se involucre para de ahí sacar lecciones desde el punto de vista metodológico de cómo debemos trabajar con las masas desorganizadas.
¿Cómo está planteando la lucha el MST en este momento en Brasil donde pasa el tiempo, Lula sigue preso, hay contradicciones en el gobierno pero se sigue avanzando sobre los derechos de los trabajadores y las conquistas que ha habido?
El MST ahora está en una situación muy compleja ya que tenemos que redoblar el trabajo y nuestros esfuerzos, porque nuestro movimiento tiene una base campesina, desarrolló su experiencia de lucha de clase en el campo contra el latifundio y el capital del agro, que son las grandes transnacionales. Ahí nos formamos, politizamos y entendimos como la Reforma Agraria no es solo tierra para quien en ella trabaja como se defendieron en el siglo XX las ideas zapatistas, sino que ahora la Reforma Agraria es una lucha contra el capital internacional, contra su tecnología del transgénico y agrotóxicos. Fue esa lucha que nos politizó para extrapolar lo que eran los movimientos campesinos clásicos.
Frente a la derrota que tuvimos por la cárcel de Lula y con la victoria de Bolsonaro, se nos imponen nuevos retos que extrapolan la lucha por la Reforma Agraria. A la vez, para desnudar la Reforma Agraria tenemos que vencer en la lucha política. Entonces, el MST tiene que moverse en la Reforma Agraria con más cuidado porque la derecha está preparada para que caigamos en alguna trampa y darnos una paliza. Ahora en el campo tenemos que actuar con mucha más sabiduría y mucha más gente para protegernos de la represión que se viene. Por ahora ha venido de una forma muy puntual por parte de las milicias que el capital tiene, todavía no hemos enfrentado una represión del Estado, del gobierno de Bolsonaro, pero no dudamos que eso es lo que desean.
En términos políticos lo que tenemos que hacer, y estamos preparando nuestra militancia, es tratar de irnos a la ciudad con nuestra militancia, nuestra experiencia, y desarrollar un movimiento que precisamente actúe en la periferia con todas las fuerzas, y para eso hemos creado en Brasil un frente amplio unitario de los movimientos populares que se llama Frente Brasil Popular. Estamos desarrollando una forma propia de hacer trabajo de base que llamamos Congreso del Pueblo, es un nombre pomposo, pero es tratar de desafiar, de ir casa por casa a hablar con la gente, preguntar sobre sus problemas, y motivarlos a ir a una asamblea popular en su barrio, parroquia, local de trabajo. Luego de las asambleas donde la gente diga sus problemas, tratar de hacer asambleas municipales, luego provinciales, para llegar algún día, el año próximo o a fin de año, a un Congreso Nacional del Pueblo como una forma de estimular al pueblo a participar de la política, de recuperar nosotros nuevos medios de comunicación, repartir nuestro periódico, discutirlo con la gente, utilizar las redes de internet, hacer actos culturales, llegar a la gente por la música, el teatro, y no solo por el discurso político que nadie escucha. Tenemos que utilizar otras pedagogías de masas para que la masa entienda qué está ocurriendo en Brasil, la creatividad de la que hablaba.
¿Lula y su libertad seguirá estando fuertemente en la agenda del MST?
Ese es el segundo gran tema de la política: la libertad de Lula está en el centro de la lucha de clases en Brasil. No hay sucesor de Lula porque quien elige el liderazgo popular no son los partidos, es el pueblo, por eso se llama liderazgo popular porque el pueblo elige sus lideres y Lula es el líder popular de Brasil.
Es una tarea fundamental para la lucha de clases que logremos liberar a Lula para que él se vuelva el principal vocero, él es quien tiene la capacidad de ayudar a hacer la movilización de masas contra el sistema y el proyecto de la extrema derecha. Por eso es que la extrema derecha tiene horror e impide incluso que él pueda hablar, dar entrevistas, algo que va contra la Constitución. Cualquier narcotraficante de Brasil habla en la televisión por red nacional, pero Lula no puede dar una entrevista ni siquiera a un periódico escrito.
Entonces, estamos en esa lucha por la libertad de Lula que va depender de dos factores importantes: la solidaridad internacional, por eso aprovecho para pedir a todos que nos ayuden, ahora hay una campaña masiva de adhesión con la indicación de Lula premio Nobel de la Paz.
El segundo factor es la movilización nacional: estamos impulsando desde Brasil en función de juntar la campaña por Lula con la lucha concreta. que la gente empiece a darse cuenta que tendrá que movilizarse contra las medidas del gobierno neoliberal, en defensa de los derechos históricos de la clase trabajadora que hoy pretenden eliminar.
Edición: Resumen Latinoamericano