Debido al plazo de envío de la Ley de Directrices Presupuestarias al Congreso Nacional, el Ejecutivo debe establecer la regla para el cálculo del salario mínimo de 2020 hasta el 15 de abril. El ministro de Economía, Paulo Guedes, defiende que el valor sea establecido solo sobre la base de la inflación del año en curso, lo que, en la práctica, significa que no habría aumento real para los trabajadores.
Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), cerca del 40% de la población brasileña vive con hasta un salario mínimo.
Uno de los primeros actos de la gestión de Bolsonaro (Partido Social Liberal), el 1º de enero, el decreto presidencial nº 9.661 estableció en R$ 998,00 [USD $ 261,3] el valor del salario mínimo, R$ 8,00 [USD $ 2,1] menos que los R$ 1.006,00 [USD $ 263,4] previstos en el Presupuesto para 2019 y autorizados por el Congreso Nacional. El reajuste fue del 4,6%.
Contexto
La política de valorización del salario mínimo fue creada por el ex presidente Lula (Partido de los Trabajadores - PT) en 2007, para atender a una reivindicación histórica de varias categorías y, al mismo tiempo, estimular la economía brasileña. En 2011, ya en el gobierno de Dilma (PT), la política fue transformada en ley por primera vez, con validez hasta 2015. En ese año, la política de valorización fue renovada por cuatro años más, hasta 2019.
El salario mínimo debería ser reajustado al menos de acuerdo con la inflación del año anterior y la variación del Producto Interno Bruto (PIB) de dos años antes. Entre 2003 y 2014, hubo una valorización real de 76%.
En la práctica
Carlos Dantas es tercerizado del sector de limpieza y gana un salario mínimo. Según el, en el período de valorización por encima de la inflación, fue posible percibir una mejoría en el poder de compra, aunque menos de lo necesario. De forma general, él destaca la importancia de la medida, que, en su visión, es una garantía para quienes tienen dificultades en negociar reajustes con empleadores.
“Si yo tuviera que negociar el aumento de salario cada año, no pasaba de cero. Entonces, entiendo que eso es igual a una protección. Sin eso, la vida se vuelve mucho más difícil”, analiza.
El fin de los aumentos por encima de la inflación – retomado de manera aislada en 2019 – ya es perceptible en el comercio. Daniel Cintra, gerente de un almacen del sector de la vestimenta, no tiene dudas de que la política de valorización del salario mínimo contribuye para mover la economía del país: “Nuestra facturación ha caído. Los que trabajan con ventas, principalmente de ropas, pierden mucho cuando el pueblo no tiene dinero. Porque la ropa no es prioridad, ¿no es cierto? Las personas acaban comprando otras cosas, y la ropa queda para lo último”.
Argumentos
El gobierno argumenta que el salario mínimo, cuando se eleva por encima de la inflación, genera gastos públicos, principalmente debido a su vinculación con beneficios de la seguridad social. El argumento central de los economistas alineados con la visión de Guedes es que la política adoptada en los gobiernos del PT genera inflación: salarios mayores propician más compras, lo que aumentaría los precios.
“Existe una concepción ortodoxa de que los procesos inflacionarios son ocasionados por choques de demanda. En Brasil, hubo mucho la idea de que crecimiento económico aliado a pleno empleo y aumento del salario generaría inflación. Ese era el gran miedo que ellos tenían de los gobiernos petistas. Empíricamente, no hay comprobación de esa relación, al menos en Brasil”, explica la economista Juliane Furno.
Para entender como, en la práctica, esa concepción es equivocada, la especialista menciona como ejemplo el período de reajustes con aumentos reales, de 2003 a 2014, durante el cual la inflación nunca superó la meta del gobierno. Siguiendo el mismo raciocinio, Furno menciona el año 2015 – marcado por un reajuste más tímido y con caída del consumo –, que terminó con una tasa de inflación de 10,67%, la mayor desde 2002.
El Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (DIEESE) considera que el salario mínimo en enero de 2019, para atender a las necesidades básicas del brasileño, debería ser equivalente a R$ 3.928,73 [USD $ 1.028,5], cuatro veces más que lo establecido por Bolsonaro.
En febrero, la bancada del PT en el Senado Federal – compuesta por los senadores Humberto Costa (Pernambuco), Jean Paul Prates (Rio Grande do Norte), Jaques Wagner (Bahia), Paulo Paim (Rio Grande do Sul), Paulo Rocha (Paraná) y Rogério Carvalho (Sergipe) – presentó un proyecto de ley para garantizar a quien recibe el salario mínimo un aumento real de por lo menos 1% todos los años. El texto propone retomar y extender hasta 2023 las reglas de la política de valorización del salario mínimo. En la visión de los parlamentarios, la política se mostró indispensable para la erradicación de la pobreza y el enfrentamiento de las desigualdades.
Edición: Daniel Giovanaz | Traducción: Pilar Troya