El congelamiento de 5.800 millones de reales [1.450 millones de dólares] de los recursos destinados a las universidades federales del país, anunciado por el Ministerio de Educación (MEC) al finales del mes de abril, puede impactar duramente a la educación en el campo. Es lo que alertan profesionales del área consultados por Brasil de Fato.
El recorte afecta, principalmente, a la formación de profesores de las cerca de 40 licenciaturas en Educación en el Campo en diversas instituciones públicas brasileñas, que permiten que campesinos, indígenas, quilombolas [integrantes de comunidades ancestrales de afrodescendientes] y miembros de comunidades ribereñas ingresen a las universidades.
Maria Raimunda César, integrante del Foro Regional de Educación del Campo en el estado de Pará, explica que la propuesta curricular de esas licenciaturas prevé el desarrollo de la educación, de la investigación y de la extensión, tanto en el ambiente de la universidad como en el campo, para que los conocimientos puedan ser aplicados y desarrollados en la realidad concreta de los estudiantes. Con los recortes de recursos, la metodología principal de la formación de los educadores puede ser inviabilizada.
“Las licenciaturas en Educación en el Campo funcionan con la alternancia pedagógica, que prevé tiempo académico y tiempo comunidad, el período en que los estudiantes se quedan en sus comunidades haciendo investigación y actividades de extensión. Eso garantiza una formación diferenciada desde el inicio. La alternancia pedagógica carece de profesores con condiciones para acompañar el tiempo comunidad. Se necesita de recursos para viáticos, desplazamientos, seminarios y acompañamiento. Todo eso está amenazado”, destaca Raimunda, también militante del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).
Ella enfatiza que la licenciatura en Educación posee sus particularidades y es exactamente por eso que los estudiantes deben conseguir seguir el proyecto pedagógico previsto, que dialoga con la realidad de los sujetos del campo.
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Gilson Machado da Cruz, 41 años, es agricultor asentado y está en el cuarto semestre del curso de licenciatura en Educación del Campo con habilitación para Ciencias de la Naturaleza, en la Universidad Federal de Recôncavo de Bahia (UFRB). Con orgullo, él afirma que su formación académica le permite compartir diversas experiencias y conocimientos producidos por campesinos con ellos mismos. “Además de poder colaborar con el aprendizaje del mundo letrado al cual no tuvieron acceso por una serie de factores sociales, económicos y políticos”, añade Gilson.
Acceso y permanencia
El estudiante relata que los recortes en los presupuestos de las universidades federales profundizan un proceso de desmantelamiento de su universidad, que resulta en la reducción de contratos con prestadoras de servicios de limpieza, seguridad y recorte de recursos para combustibles.
“[Ese proceso] causa desempleo y menos desarrollo para tres territorios de identidad del estado de Bahia, además de forzar una drástica reducción en la oferta de nuevos cursos de pregrado y maestría tanto para la Educación del Campo, como para otros cursos que podrían ser ofertados para la población. Inviabiliza la permanencia de los estudiantes que vienen de lugares distantes del interior y necesitan una residencia y restaurante universitario para permanecer estudiando”, critica el agricultor.
La UFRB es una entre las decenas de universidades que ofrecen la licenciatura de Educación del Campo, con las opciones de habilitación en Ciencias Agrarias, Ciencias de la Naturaleza, Matemática, además del curso de Pedagogía con énfasis en Educación del Campo y del curso de Tecnología en Alimentos.
Frederik Moreira dos Santos, coordinador general de la licenciatura en Educación del Campo de la institución, también está preocupado con el recorte en el presupuesto de las universidades federales y concuerda que, sin los recursos necesarios, la formación de los futuros profesores rurales corre riesgo e impactará la educación en el campo en su totalidad.
Como ejemplo, él menciona que quilombolas e indígenas que cursan las licenciaturas están a la espera de la beca de asistencia estudiantil y defiende que “la política de permanencia es central y necesaria para el buen funcionamiento del curso y para la existencia de la licenciatura en si”.
"La formación va mucho más allá de formar profesores para servir en las escuelas. Es extremadamente importante el vínculo de los alumnos con su comunidad. Queremos que ellos estén allí y contribuyan con aquel espacio. ¿Cómo vamos a construir un curso y una universidad que tengan ese impacto, sin garantizar las condiciones para que el alumno permanezca en la universidad durante el período de clases?”, cuestiona el coordinador.
Moreira dos Santos reitera que, desde el inicio de los cursos de grado, los estudiantes piensan proyectos de intervención en las áreas rurales y ayudan a asociaciones, cooperativas y otras formas de organizaciones sociales dentro de las comunidades. “Ya tuvimos estudiantes que elaboraron proyectos de ley para los municipios. Leyes que contribuyeron para esas escuelas del campo”, resalta.
El coordinador subraya que las licenciaturas en cuestión corren un riesgo aún mayor con la precarización de la educación superior promovida por el gobierno de Jair Bolsonaro (PSL).
“El estrangulamiento que se está haciendo ahora inviabiliza la continuidad de esos cursos y de la propia universidad. Para la Educación del Campo es un doble golpe: la universidad como un todo está amenazada, pero un curso como ese que depende de viáticos y de recursos internos para el costeo de funcionarios tercerizados [lo está aun más]. Es un impedimento mayor para hacer ese trabajo de tiempo comunidad”, lamenta.
Desmantelamiento generalizado
No es de hoy que la educación de los campesinos, desde la formación básica hasta la educación superior, pasa por un desmantelamiento. El número de escuelas en el campo, por ejemplo, disminuyó significativamente en los últimos diez años. De acuerdo con el Censo Escolar, elaborado por el Instituto Nacional de Estudios e Investigaciones Educacionales Anísio Teixeira (INEP/MEC), existían más de 85.000 escuelas rurales públicas en Brasil en 2008. Ese número descendió a poco más de 56.000 escuelas a lo largo del período de diez años.
Informaciones de otro levantamiento producido por la Universidad Federal de São Carlos (UFSCAR) señala un número aún mayor. Conforme esos datos, entre los años de 2002 y 2017, ya había sido registrado el cierre de 38.000 escuelas.
Ilderner Pereira de Carvalho, profesora de la unidad escolar Bernardo Sabino del Asentamiento Palmares, ubicado en Luzilândia, en el estado de Piauí, comenta que la formación del educador del campo es una conquista de los movimientos rurales, que, con mucha lucha, consiguieron aprobar políticas públicas para ese fin.
“Observamos que hubo un avance muy grande en la educación de las escuelas del campo que adoptan esa metodología, con profesionales con una visión más del campo, de preparar a la gente para la vida, respetar el espacio de vivencia, para valorizar al campesino en tanto sujeto de su historia. Todo eso lo conseguimos a partir de la formación de los educadores, ellos nos cualifican para trabajar esa cuestión de los valores, de valorizar los espacios de vivencia”, dice Ildener.
“Cuando existe un recorte que acaba quitándoles a la gente el derecho de graduarse para actuar en esos espacios es una cosa desastrosa. Aquí en el municipio en el que vivo, la mayoría de las escuelas está en la zona rural, sin embargo, sólo en la escuela del asentamiento trabajamos con esa visión de Educación del Campo. Las otras escuelas están en el campo, pero todo el proceso de educación que se adopta, que se transmite en esas escuelas, tiene una visión urbana. De cierta forma, se desvaloriza ese sujeto del campo, se desvaloriza ese espacio que es el campo. Y nosotros trabajamos con la lógica de la valorización, tanto del sujeto, en el caso de los niños y de los adolescentes, como también del espacio en sí. Del campo y de todas sus demandas: de la cuestión de la tierra, de la vegetación, del bioma, de todo”, cuenta la profesora, que se formó en el Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria (PRONERA), otro que pasa por restricción de recursos.
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Según el INCRA, 191.694 alumnos pudieron ingresar en 529 cursos ofrecidos por el PRONERA, ejecutado por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) en asociación con instituciones públicas de educación, a lo largo de sus 21 años de existencia. Sin embargo, desde 2015, la dotación presupuestaria del programa cayó un 82%. En aquella época, los recursos sumaban R$ 32,5 millones [8,14 millones de dólares], y, actualmente, suman apenas R$ 6 millones [1,5 millones de dólares].
“Después de que esas oportunidades fueron dadas a los trabajadores rurales, cursar la universidad es el sueño de los campesinos. Y hoy vemos ese sueño escapándose de nuestras manos. Es preocupante, una situación muy delicada. Para nosotros, que somos campesinos, que somos pobres y, principalmente, para quien vive en el interior, la posibilidad de hacer un curso superior es muy remota”, comenta Ildener.
Movilización nacional
En respuesta al recorte en el presupuesto de las universidades federales, estudiantes, profesores y trabajadores de la educación convocan a una gran movilización para este jueves (30), con actos que ocurrirán en todo el país.
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Para defender la Educación en el Campo, Gilson Machado da Cruz garantiza que los alumnos participarán en la protesta.
“Yo y otros estudiantes estamos movilizados para llenar calles y plazas, alertando a la población sobre lo que está aconteciendo con la educación brasileña. Todos los estudiantes de las licenciaturas en Educación del Campo, profesores y toda la población brasileña necesitan darse la mano e ir a las calles, protestar contra los recortes del presupuesto de las universidades e institutos federales”, convoca el estudiante.
Maria Raimunda César, del Foro Regional de Educación del Campo en el estado de Pará, afirma que los profesores también han tenido un compromiso al entender que esos recortes significan mucho más que un presupuesto o disponibilidad financiera.
“Significan un ataque directo a toda forma de organización de la vida de los campesinos. El recorte en el presupuesto de las universidades es una amenaza a la vida y resistencia de las personas en las comunidades”, finaliza.
Edición: Aline Carrijo | Traducción: Pilar Troya