El integrante de la dirección nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), Joao Pedro Stedile, en una entrevista con Brasil de Fato durante su visita al estado de Rio Grande do Norte (noreste del país), analizó los impactos de los recortes de la educación anunciados por el gobierno de Jair Bolsonaro. Para él, los principales afectados serán los habitantes del campo y la decisión del gobierno expone su falta de compromiso con la educación pública en el país.
Stedile también analizó las protestas pro y contra el gobierno y comentó las perspectivas del movimiento tras un escenario de retirada de derechos.
Brasil de Fato: ¿Cómo usted analiza los recortes en la educación anunciados por el gobierno de Jair Bolsonaro?
Joao Pedro Stedile: Este gobierno es muy irresponsable, ha recortado todos los derechos de la clase obrera para “reducir al máximo los costos de mano de obra”, de acuerdo con su visión. Los trabajadores no tienen más el derecho a la educación, salud, vivienda y reforma agraria y el gobierno intenta convertir los servicios públicos en mercancías, para que solo aquellos que tienen plata puedan accederlos. Entonces en la educación pasa lo mismo. Como ha dicho el profesor Paulo Arantes, “después de los recortes, viene la privatización de la educación”.
¿Y cómo estos recortes pueden afectar a los programas de educación en el campo?
Lo que está en juego es que ellos no quieren que la educación sea pública en ningún nivel, ni en la enseñanza media, ni en la enseñanza superior, ni en el posgrado y evidentemente que los trabajadores rurales, que en los gobiernos de Lula y Dilma ingresaron en la universidad a través del Pronera [Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria], fueron los primeros afectados por los recortes y así van a hacer con otros programas de la educación básica.
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¿Cuál es su análisis sobre la movilización en defensa de la educación el 30 de mayo?
Estamos en un proceso en que la disputa ideológica será realizada en las calles. Hubo una gigantesca movilización el día 15, que sorprendió a la burguesía, pues no esperaban una movilización masiva. Ellos intentaron pagar con la misma moneda, con actos pro Bolsonaro el día 26, pero fracasaron. Las dos ciudades donde hubo más adhesión fueron São Paulo, con 50 mil, y Rio de Janeiro, con 20 mil personas, lo que no es nada. Por lo tanto, solo salieron a las calles el último 26 las clases medias, la clase alta y racista, que ya se movilizaban en una agenda reaccionaria desde la campaña presidenciaç. Entonces el apoyo al gobierno se redujo a este núcleo ideológico, llamado de bolsonarista, y perdió su base social, que había votado por él.
Ahora bien, el último 30 había una expectativa nuestra de poder pagar en la misma moneda, pero la coyuntura había cambiado de una ciudad a otra. En algunas, la adhesión a las protestas ha disminuido, en otras, aumentó, como en São Paulo y Rio de Janeiro, así que hemos ganado la disputa en las calles.
La movilización protagonizada por la juventud y por los profesores nos infunden ánimo para una huelga general que tendrá lugar el 14 de junio. La clase obrera necesita movilizarse y paralizar el trabajo, la producción, la circulación de personas y de mercancías, para que los capitalistas, que son los dueños de este gobierno, sepan que si continúan a recortar los derechos, la clase obrera no aceptará.
Edición: Marcos Barbosa | Traducción: Luiza Mançano