¿Cómo resumir los seis primeros meses de Jair Bolsonaro en la presidencia de Brasil en el tema de la economía? Algunos números:
El desempleo en el país sigue en la lamentable cifra de 13 millones de brasileños y brasileñas. El desaliento que hoy afecta a casi 5 millones de trabajadores y trabajadoras. El número de subutilizados alcanza más de 28 millones de personas en el mercado laboral. Completan el escenario la privatización de activos valiosos para el país y el insignificante crecimiento económico, con expectativas económicas de un 0,82% para 2019.
Desde el punto de vista de los derechos, Bolsonaro pretende adoptar reformas perjudiciales a los trabajadores y beneficiosas a los representantes del sector productivo.
Aún antes de completar 200 días en el gobierno, el mandatario y su ministro de Economía Paulo Guedes intentan aprobar en la Cámara de Diputados su plato principal para el mercado: la reforma de las Pensiones.
Fausto Augusto Junior, coordinador del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (Dieese) afirma que el actual contingente de desempleados, muy elevado, “se mantiene desde hace algún tiempo y puede empeorar. No hay perspectivas positivas”. “El trabajo no es una prioridad para el actual gobierno. Por ello eliminar el Ministerio de Trabajo fue una de sus primeras medidas”.
El especialista relativiza la promesa del gobierno de que la reforma de las Pensiones va a cambiar todo y recuerda que “la historia reciente demuestra lo contrario”. “La aprobación de otras reformas, como la reforma laboral, por ejemplo, también fue señalada como el único camino por el gobierno anterior para la recuperación del crecimiento económico, pero no se confirmó esta hipótesis”.
El economista Paulo Nogueira Batista Junior está de acuerdo con este análisis. El exdirector del Fondo Monetario Internacional y exvicepresidente del Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS, Batista Junior, analiza que el actual gobierno no tomó medidas para que el país pueda volver a crecer.
Para él, Bolsonaro ofrece al país una política económica débil y sesgada, de modo que Brasil está lejos de salir de la recesión que se profundizó tras la crisis política y la destitución de la presidenta DIlma Rousseff en 2016 y debido a la inestabilidad económica y social en los años siguientes.
Según Batista Junior, el actual gobierno adopta medidas que no responden a un proyecto nacional, con acuerdos comerciales que llevan a una pérdida de la soberanía del país, muchas veces a través de concesiones unilaterales por parte de Brasil. “La integración en ese gobierno se da bajo el signo de una integración subordinada”, como en el reciente acuerdo Mercosur-Unión Europea.
El economista analiza que el reciente acuerdo Mercosur-Unión Europea se aproxima al acuerdo no logrado en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) presentados por Estados Unidos en los 90 como un proyecto para todos los países de la región. En este tipo de acuerdo, los gobiernos subordinan sus políticas internas con el objetivo de obtener concesiones limitadas en el campo comercial.
Él también comenta los cambios en relación a la Política de Valorización del Salario Mínimo, que se consolidó como la principal política de distribución de ingresos en el país en los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). “Desde el gobierno de Michel Temer esta política es casi inexistente y el gobierno de Jair Bolsonaro ya anunció que pretende eliminarla”.
La balanza de distribución de ingresos entre capital y trabajo se inclinó hacia los trabajadores en los gobiernos de Lula y Dilma. En esos gobiernos, los bancos y el sector privado también se beneficiaron pero hubo políticas que buscaron efectos distributivos. Actualmente, la balanza de distribución de renta se inclina hacia el grande capital y a los sectores más ricos de la sociedad.
Para Fausto Augusto Junior, esta decisión supone consecuencias futuras. “No hay mágica. Las personas tienen que ganar plata, comprar productos y servicios. Valorar el trabajo es valorar el consumo. Desgraciadamente esa no es la visión del ministro Paulo Guedes”, termina.
Edición: Rodrigo Chagas y Cecília Figueiredo | Traducción: Luiza Mançano