Curitiba, Brasil. El frío del invierno permanece. Cientos de personas se reúnen todos los días pasa desear al ex presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, buenos días, buenas tardes, y buenas noches.
Están en la Vigilia Lula Libre, un campamento frente a la cárcel federal donde Lula está encerrado hace 500 días. Su saludo es una forma de protesta, y cuando Lula puede oírlos, una forma de mantener su espíritu en alto.
El encarcelamiento de Lula es desconcertante. Se le acusa de corrupción sin pruebas. En el periodo previo a las elecciones presidenciales de Brasil en 2018, Lula era el claro favorito. Habría derrotado al eventual vencedor, Jair Bolsonaro, con una victoria aplastante. Pero Lula fue arrestado, encarcelado e impedido de postularse como candidato por el Partido de los Trabajadores (PT).
Eliane, integrante del Partido de los Trabajadores del estado de Paraná, me dice que lleva meses en el campamento. Lula, dice, representa a los oprimidos de Brasil, a millones de personas desesperadas. La democracia brasileña se ha erosionado lentamente. Es fácil ver que sus instituciones están siendo golpeadas, incluyendo la Justicia (que coludió con los fiscales, según el material filtrado a The Intercept), para meter a Lula en la cárcel.
Pero el problema, dice Eliane, es mayor que eso. La atmósfera democrática en el país se ha deteriorado. Lula se ha convertido en un símbolo de la democracia, ahora la democracia está presa.
Lo que ha pasado en Brasil está sucediendo en todo el mundo. Queda solo la cáscara de la democracia, su núcleo ha sido vaciado.
A comienzos de agosto, el gobierno de la India arrestó a los líderes de los partidos políticos en el estado de Jammu y Cachemira, cerró la prensa y el internet y a continuación, el parlamento indio votó a favor de dividir ese estado y cambiar su estatus político. La votación fue en el parlamento. Tenía todas las apariencias de la democracia.
Sin embargo, no se le informó a la población de Jammu y Cachemira lo que se estaba haciendo ni se le dio la oportunidad de participar en la toma de decisiones. La asamblea legislativa del estado electa fue disuelta y sus funcionarios electos están bajo toque de queda. Las noticias de duras tácticas militares y policiales empleadas solo han podido llegar gracias a periodistas valientes. El gobierno de derecha de Narendra Modi, al igual que Donald Trump, ha acusado a la prensa de mentir.
‘Elecciones’
La democracia es mucho más que el procedimiento para elegir representantes. Las actividades públicas fomentan el espíritu democrático. Hay algunas personas que se unen para abogar por cambios en las políticas públicas. Hay otras que están en grupos para protestar contra algo que consideran atroz. Y otras aún que se organizan para la acción pública, incluyendo el voluntariado. Esta gama de actividades refuerza la democracia, llevando a las personas a actividades en las que podemos aprender porque las cosas son como son y como podemos mejorar el mundo en el que vivimos.
De un extremo a otro del planeta se ha denigrado la acción pública. La precariedad de las condiciones de empleo y las jornadas de trabajo más largas han dificultado la participación de las personas en la labor de construcción de la democracia. Los políticos de derecha atacan rutinariamente la idea de acción pública como algo subversivo. Ellos preferirían reducir la «política» a las «elecciones».
Los procedimientos electorales han casi completamente quebrantados por el dinero y la manipulación. En las elecciones de 2016, los dos partidos gastaron cerca de 6.500 millones de dólares. Es una cantidad de dinero monumental. Las elecciones en la India este año costaron 7.200 millones, las más costosas de la historia. India se sitúa en el lugar 103 de 119 países en el Índice Global de Hambre de 2018. Estos miles de millones podrían haber hecho mucho para construir infraestructura para prevenir el hambre. Pasmosamente, 92% de ese dinero fue para el partido de derecho BJP que gobierna el país.
Técnicas de supresión de votos azotan al mundo. La elección que ganó Donald Trump fue la primera elección presidencial desde 1968 sin la protección de la Ley de Derecho al Voto de 1965. La Corte Suprema vació esta ley en 2013. Durante los últimos 10 años, 33 millones de personas han sido eliminadas de listas de votantes en Estados Unidos. En India, 21 millones de mujeres no figuran en listas, aproximadamente 38.000 mujeres en cada circunscripción en promedio.
La producción de noticias falsas a través de grupos de WhatsApp y otras formas de comunicación es parte del intento de fomentar la violencia y la desmoralización y de amortiguar el entusiasmo por las elecciones. Brasil sufrió este diluvio por WhatsApp, mensajes de odio microdirigidos que inclinaron a sectores de la población hacia Bolsonaro (como se hizo en los EE. UU. con Trump). El no tuvo que hacer campaña por nada positivo. Las redes sociales avivaron el odio hacia sus oponentes. Eso fue suficiente.
A pesar de que el zumbido normal de la democracia continúa, las élites gobernantes tienen mecanismos sofisticados para deslegitimar a los candidatos populares. En la Vigilia Lula Libre, los manifestantes hablan de un «golpe suave» contra Lula. Hay políticos realmente corruptos en el parlamento, pero son intocables. Solo Lula está en prisión.
*Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social es el editor del libro “Strongmen.” Vive en Northampton, EE. UU..
Edición: Daily Hampshire Gazette | Traducción: Pilar Troya