Con 193 golpes de Estado consecutivos entre 1825 y 1982, Bolivia irá a las urnas el próximo día 20 en un contexto de estabilidad política sin precedentes. El Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales, gobierna el país desde hace 14 años y recoge los frutos de la nacionalización de hidrocarburos empezada en 2006. El actual presidente ostenta un crecimiento económico por encima del 4%, con significativa disminución de la pobreza, y lidera la actual contienda electoral con más de diez puntos porcentuales de ventaja.
El escenario podría señalar una reelección tranquila, pero las encuestas demuestran lo contrario: las elecciones presidenciales de 2019 serán las más equilibradas de este siglo.
Aunque se apoye en indicadores socioeconómicos y en las mejoras en las condiciones de vida de la población, el gobierno de Morales enfrenta desafíos inéditos. Además del histórico rechazo por parte de las élites de la zona oriental del país, el presidente también enfrenta la insatisfacción de sus seguidores – indígenas y campesinos – que cuestionan su aproximación a sectores del mercado y del agronegocio. A este escenario se suman los recientes incendios forestales y la falta de identificación de los electores jóvenes – que no tienen recuerdos de Bolivia en el período anterior a 2005 – con el proyecto del MAS.
Morales apuesta todas sus fichas en una victoria en primera vuelta porque sabe que en caso de que haya una segunda vuelta las fuerzas derechistas se unificarán alrededor de sus opositores Carlos Mesa y Óscar Ortiz.
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Enviado especial de Brasil de Fato a Bolivia: Daniel Giovanaz | Edición: Rodrigo Chagas e Vivian Fernandes | Traducción: Luiza Mançano y Aline Scátola | Artes: Gabriela Lucena y Fernando Bertolo | Redes Sociales: Cris Rodrigues e Pamela Oliveira | Coordinación Multimedia: José Bruno Lima | Coordinación Periodismo e Internacional: Vivian Fernandes e Camila Maciel
