“La vida es una cajita de sorpresas”. La frase fue usada por el artesano Antonio Lopes, de 70 años, para responder a la pregunta sobre lo que lo llevó a las calles del municipio de Niterói, región metropolitana de Rio de Janeiro. Con barba y cabellos blancos, sentado en un pedazo de cartón, Antonio aguardaba la cena servida por grupos religiosos para la población en situación de calle en el centro de la ciudad.
El artesano carioca ya viajó el Brasil vendiendo sus piezas en cuero, madera y alambre, pero tuvo que interrumpir su trabajo después de ser robado el 25 de diciembre. “Cuando estaba volviendo de São Paulo, llegué a Barra Mansa [interior de Rio] y fui robado. Se llevaron mi material, herramientas, trabajos, hasta algunos documentos, cosas personales, álbum de fotos, celular y yo estoy así”, cuenta Antonio que no tiene familia y está juntando dinero para comprar nuevamente su material de trabajo.
En las calles hay personas que están de paso, como Antonio, y otras que estuvieron más tiempo por los toldos y esquinas de la ciudad de que bajo el techo de una casa. Es el caso de Jussara da Silva, de 45 años. Entre idas y venidas, la natural del estado de Pernambuco cuenta que está desde los ocho años en las calles, pasó por orfanatos, albergues, trabajó como ambulante, auxiliar de cocina y cuidadora, pero afirma que vivió la mayor parte de su vida en las aceras de las ciudades.
“Vine a parar a Rio de Janeiro a los ocho años con mi familia, sólo que en Rio yo me perdí, mi familia fue parar en Caxias [Baixada Fluminense], con mis nueve hermanos y yo me quedé atrás porque no conseguí alcanzarlos. Fui viviendo y hasta ahora estoy viviendo por ahí, fue donde yo tuve cinco hijos”, relata Jussara que hoy vive recogiendo material reciclable por las calles de Niterói.
Historias como la de Antonio y Jussara ilustran apenas una pequeña parte de las personas invisibles que luchan por la supervivencia en las calles del estado de Rio de Janeiro. Datos de la Defensoría Pública del Estado de Rio (DP-RJ) señalan que en la capital existen cerca de 15 mil personas en situación de calle.
Crisis en números
Además de la falta de políticas públicas para la población en situación de vulnerabilidad, la crisis económica que afectó al estado llevando a despidos y cierre de puestos de trabajo fue un factor determinante para el aumento de las personas que viven en condiciones extremas en las calles. En el primer trimestre de 2019, el desempleo en el estado de Rio de Janeiro afectó a más de 1,3 millones de personas. El número fue un récord en la serie realizada desde 2012 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Los bajos indicadores de empleo e ingreso de los estados reflejan también en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Brasil. Un informe reciente publicado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), divulgado por la BBC Brasil, muestra que desde 2014 el país atraviesa una grave crisis que estancó el IDH en 2018. El IDH varía de una puntuación de cero a uno. Según el levantamiento, Brasil se estancó en la marca de 0,761.
El índice mide el desempeño del país en cuatro áreas: esperanza de vida al nacer, expectativa de años de estudio, media de años de estudio, ingreso nacional bruto y per cápita. El reflejo de la crisis económica y política en los últimos cinco años impidió el crecimiento de esos indicadores para Brasil.
Rio en la cuerda floja
Para el profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ), Bruno Sobral, el cuadro socioeconómico de Rio de Janeiro llama la atención a la necesidad urgente de discutir sobre el pacto federativo de Brasil. Eso significa un compromiso y responsabilización mayor de la esfera federal ante las crisis de estados y municipios.
“Al discutir el pacto federativo usted está discutiendo competencias y recursos entre las esferas de poder, entre municipios, estados y el gobierno federal. El recurso público es uno sólo, pero se distribuye. En teoría, los impuestos están yendo al tesoro público y esa repartición es lo que es exactamente una de las discusiones del pacto federativo. Tenemos que tratar la discusión con mucha seriedad porque la población, por el propio proceso democrático, pasa a separar por la situación electoral: elige el alcalde para el problema de la ciudad, el gobernador para el problema del estado, y no entiende que a veces el radio de acción de un alcalde es muy limitado”, explica el economista que también coordina la Red Pro-Rio.
De acuerdo con Sobral hay indicativos de mejora en la economía del estado de Rio para 2020, pero es necesaria atención a las dos áreas que pueden impactar la coyuntura: el régimen de recuperación fiscal y el juzgamiento de la constitucionalidad de la Ley 12.734/12 (Ley de Repartición), que incide sobre la distribución de regalías y participaciones especiales del petróleo por municipios y estados de todo el país. En caso de que sea aprobada por el Supremo Tribunal Federal (STF), Rio puede perder más de 56.000 millones de reales (13.735 millones de dólares) en recaudación entre 2020 y 2023.
“Los factores que pueden reducir esa tranquilidad son: cómo se va a desarrollar el proceso de recuperación fiscal y el segundo factor fundamental es la cuestión de las regalías, que no es sólo su evolución en si, sino un problema que tenemos en el STF. Muchos analistas, inclusive yo, colocamos que la situación de Rio puede volverse insustentable. Por eso, es que el STF debe tener mucho cuidado con la responsabilidad sobre ese juzgamiento, porque sería Rio, que está pasando por las dificultades y penitencias del régimen de recuperación, lanzado de nuevo a una situación de desorientación”, detalla.
Edición: Mariana Pitasse | Traducción: Pilar Troya