En medio de un aumento de la violencia contra las mujeres y de los casos de feminicidio, agravados por las constantes declaraciones machistas del gobierno de Bolsonaro, la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) se organiza para el 8 de marzo, Día Internacional de Lucha de las Mujeres. La fecha marca los 20 años de creación de la organización feminista.
En entrevista con Brasil de Fato, María Julia Montero, militante de la MMM, explica que la Marcha ocupará las calles el próximo domingo (8) con la consigna “Fuera Bolsonaro”, en defensa del trabajo digno, de la democracia y de la justicia por Marielle Franco, concejala de Rio de Janeiro asesinada brutalmente hace casi dos años.
“Un tema central este 8 de marzo es 'Fuera Bolsonaro'. No es sólo contra un ministro x o y, 'Fuera Guedes' o 'Fuera Damares'. Queremos todo este gobierno fuera, no tiene salvación. Este gobierno entero es un retroceso para las mujeres. Ya lo veníamos afirmando y se vuelve cada vez más claro. Es un gobierno fascista”, analiza Montero.
Según la militante feminista, las condiciones de trabajo de las mujeres son cada vez más precarias, resultado del machismo estructural y de las políticas neoliberales que han sido adoptadas en el país en los últimos años.
La precarización del trabajo doméstico de las mujeres también está cada vez peor. Según un informe reciente de Oxfam, mujeres y niñas alrededor del mundo dedican 12.500 millones de horas, todos los días, al trabajo de cuidado no remunerado. Si fueran remuneradas, eso significaría una contribución de, por lo menos, US$ 10,8 billones por año a la economía global, el triple del valor generado por la industria tecnológica, por ejemplo.
Debido a los 20 años de la Marcha, María Julia destaca que la gran contribución de la organización es la articulación de un movimiento feminista anti-capitalista e internacional, que quiere un cambio radical y total de la sociedad.
“Sabemos que las mujeres sólo serán realmente libres si acabamos con el sistema capitalista, con el patriarcado y con el racismo. En nuestra visión, esos tres sistemas actúan como uno sólo: El capitalismo es patriarcal y racista. Sólo tenemos como acabar de facto con el patriarcado y con el racismo, si acabamos con el capitalismo. Sólo tenemos como acabar con el capitalismo si también hacemos ese movimiento inverso de plantear la destrucción del patriarcado”, defiende Montero.
A nivel internacional, la Marcha también pautará la actuación de las empresas transnacionales capitalistas y sus impactos negativos en la vida de las mujeres. La organización feminista también se prepara para su 5ª Acción Internacional, a ser realizada en mayo junto con la Jornada Antiimperialista, con el tema “Resistimos para vivir, marchamos para transformar”.
A continuación, la entrevista completa.
Brasil de Fato - ¿Cual lema llevará la Marcha Mundial de las Mujeres al 8 de marzo este año?
María Julia Montero - Tenemos un lema internacional que es la llamada para nuestra 5ª Acción Internacional: "Resistimos para vivir, marchamos para transformar". En este sentido, estamos señalando contra que estamos, contra que resistimos, pero también hablamos sobre nuestras alternativas, sobre nuestras posibilidades de transformación.
Aquí en Brasil, específicamente, estamos promoviendo el Fuera Bolsonaro, exigiendo trabajo digno, libertad y democracia, además de justicia para Marielle. Pero con centralidad en el Fuera Bolsonaro.
Y a nivel internacional, ¿qué están coordinando?
Básicamente tenemos muy fuerte el tema de la violencia contra las mujeres. Este año, hemos traído también la cuestión de las transnacionales. Considerando que ellas son agentes directas del capital, que se alían a las elites y acaban controlando los estados nacionales. Avanzan sobre los territorios, aumentando, inclusive, la violencia contra las mujeres. Aumentan el proceso de privatización de la tierra, de mercantilización de la naturaleza, de las propias mujeres que están en el territorio y sus cuerpos son mercantilizados.
Las transnacionales son agentes que también están por detrás del proceso de crecimiento de la extrema derecha, porque les interesa a las transnacionales, a las grandes elites, que los países tengan gobiernos extremadamente reaccionarios, justamente para conseguir explotar más a la clase trabajadora y específicamente a las mujeres. Sea explotando la fuerza de trabajo o incluso el cuerpo de las mujeres, sexualmente, por medio de la prostitución, por ejemplo.
¿Cuáles son los ejemplos más directos del impacto de la actuación de las transnacionales aquí en Brasil?
Cuando el capital afecta a los territorios, tenemos la cuestión de las mujeres indígenas, quilombolas [habitantes de comunidades ancestrales de afrodescendientes]. Mujeres del campo de forma general, cuyo trabajo muchas veces no es reconocido o son más explotadas en la producción.
También son las mujeres las que generalmente están en la línea de frente de la defensa de los territorios. Cuando el capital avanza sobre esos territorios, son ellas las que sufren primero esa violencia, porque son responsables por el cuidado de ese territorio.
Pero, de manera general, con relación a las mujeres, tenemos dos procesos. Uno es el empeoramiento considerable de la calidad de vida de las mujeres, principalmente con relación al trabajo. Tenemos un proceso de precarización, de disminución del salario, que está muy ligado, inclusive, con esa campaña ideológica de colocar a las mujeres apenas como madres, como si su única tarea fuera ser madres y atender a los hombres, estar en el hogar. Si “esa es la tarea primordial de las mujeres", el trabajo fuera de casa no es prioridad. Entonces es menos valorado. Y hay también un aumento del trabajo dentro de casa.
Hay un proceso de retirada de derechos, privatización de servicios públicos, como guarderías y educación infantil de forma general, o inclusive políticas de salud. Con el recorte de cupos en hospitales, con menos inversión, todo el trabajo de cuidado acaba siendo colocado sobre las espaldas de las mujeres.
Son ellas las que van a cuidar de sus propias familias, de los niños, personas ancianas y enfermas, o que van a trabajar de forma precarizada en la casa de otras personas, también realizando el trabajo de cuidado. Y, en ese caso, hablamos principalmente de las mujeres negras y trabajadoras domésticas.
Existe un acúmulo de funciones. Ellas pueden trabajar como domésticas, cuidadoras, todo en una sola persona. Un trabajo extremadamente precarizado que tiende a aumentar, sea en la casa de otras personas o en la propia casa, ocupándose del trabajo doméstico de cuidado. Un trabajo que no es reconocido como trabajo.
También no se reconoce que, en ausencia del Estado, son las mujeres las que realizan ese trabajo. Cuidan de la educación, de las personas ancianas y enfermas, supliendo la falta de servicios del Estado. Cuando la persona tiene dinero, ella procura una cuidadora particular, una escuela particular. Son las mujeres de la clase trabajadora las que sufren ese aumento considerable de la carga de trabajo. Sea en sus propias casas o en las casas de otras personas.
Este 8 de marzo marca también los veinte años de creación de la Marcha Mundial de las Mujeres. ¿Cuál es el legado que ese movimiento ha construido?
En el movimiento feminista existe una disputa, como en cualquier movimiento, de ser un movimiento más de cuño liberal, capturado por las instituciones, o ser un movimiento más militante, de calle. Creo que la principal contribución de la Marcha es conseguir organizar, inclusive junto a sectores más amplios, un feminismo militante. Que lleva la batucada a la calle, que hace reivindicaciones. Un feminismo que no sólo piensa en adquirir derechos por dentro del sistema, sino un feminismo que exige un cambio de sistema.
Claro que defendemos nuestros derechos, pero queremos ese cambio. Sabemos que las mujeres sólo serán realmente libres si acabamos con el sistema capitalista, con el patriarcado y con el racismo. En nuestra visión, esos tres sistemas actúan como uno sólo: el capitalismo es patriarcal y racista. Sólo tenemos como acabar de hecho con el patriarcado y con el racismo, si acabamos con el capitalismo. Sólo tenemos como acabar con el capitalismo si también hacemos ese movimiento inverso de plantear la destrucción del patriarcado.
La gran contribución de la Marcha es este feminismo militante, no institucional, un feminismo que va a las calles, autónomo, construido por las mujeres a partir de la base. Un feminismo que piensa en un cambio radical y total de la sociedad. Queremos derechos, pero sabemos que sólo tendremos plenos derechos cambiando este sistema de forma radical.
Las cifras de violencia contra la mujer crecen cada vez más en Brasil. ¿Cuál es la importancia de traer ese feminismo anticapitalista para este 8 de marzo, en este contexto?
El aumento de la violencia viene como forma de control de las mujeres. ¿Qué es la violencia contra las mujeres? Es posible hacer un paralelo, inclusive, con la violencia contra la población negra. Es una violencia preventiva. La mujer que sufre violencia no necesita haber hecho nada, basta con ser mujer. Así como basta con ser un joven negro para tener un aumento enorme de chances de ser abordado o asesinado por la policía.
Justamente porque ese tipo de violencia tiene como objetivo mantener el control de determinados sujetos para que no piensen en liberarse. Si tenemos un contexto de aumento de la misoginia y precarización, el trabajo no vale nada y la mujer sólo sirve para explotar su cuerpo, sea dentro de casa, con maridos y enamorados, sea en las calles por medio de la prostitución.
Hay una construcción más fuerte de una inferioridad de la mujer y eso, inevitablemente, resulta en violencia. Si piensan que la mujer es un ser menor, cuyo trabajo vale menos, ella es un ser que puede sufrir violencia. Hay una conversión en objeto que justifica la violencia.
Es importante colocar esto el 8 de marzo, relacionando esas ideas anti sistema con el combate más amplio a este gobierno. Es un gobierno que ha colocado en práctica políticas económicas neoliberales que tienen impacto directo en el trabajo de las mujeres, en la violencia contra las mujeres, y que tiene relación con esa campaña ideológica misógina contra las mujeres.
No miramos a la violencia como algo separado de la explotación capitalista y patriarcal de forma general. Esa es la importancia de debatir la violencia ligada a ese tema más amplio de transformación de la sociedad. La violencia es un arma del patriarcado para mantenernos bajo control.
Y si el capitalismo y el patriarcado nos mantienen bajo control, pueden hacer lo que quieran con nosotras. Pueden usar nuestros cuerpos para el placer de los hombres. Pueden usar nuestro trabajo de la manera que mejor entiendan. La violencia está relacionada con todo eso. No podemos debatirla de forma separada. Si no, no conseguimos pensar cuales son las razones de esa violencia. Por que se instiga la violencia contra las mujeres.
Como, por ejemplo, esa campaña de abstinencia sexual de Damares. Que es específicamente para adolescentes, pero también las posiciones de Damares de forma general, que colocan a las mujeres como sumisas. Todo eso justifica la violencia. Si las mujeres tienen que ser sumisas, sea al marido o al patrón, ellas pueden sufrir violencia para que continúen siendo sumisas.
¿Qué representan para las mujeres el gobierno de Bolsonaro y sus ministros?
Es un retroceso total. Cuando pensamos en los retrocesos de las políticas educativas, estamos pensando no sólo en mujeres que van a quedar fuera de las universidades, por ejemplo. En los gobiernos de Lula y Dilma tuvimos un aumento de las mujeres de clase trabajadora, principalmente mujeres negras, en la universidad. Con relación a la educación, ese sería un primer impacto.
Si hay recortes en la educación infantil, hay un aumento en el trabajo de las mujeres que no tendrán donde dejar a sus hijos para ir trabajar. En el tema del medio ambiente, tenemos avances sobre los territorios que las mujeres cuidan y son responsables por la producción agroecológica. Hablamos tanto de orgánicos y en la gran mayoría son las mujeres las que los producen.
No es un impacto de un ministro o de otro, es del gobierno como un todo. Tenemos a Damares que tiene una actuación más relacionada, ministra de las Mujeres, más enfocada en el objetivo de transmitir la imagen de que las mujeres tienen que ser sumisas, tranquilas, que no pueden tener placer, que no pueden conocer su propio cuerpo. Tanto para decir no a una relación sexual, como para decir si.
Pero el gobierno como un todo ataca las mujeres. Cuando tenemos una reforma de las Pensiones o una reforma laboral, o cualquier ataque a los derechos laborales, son las mujeres las que sienten primero esos ataques.
De forma general, este gobierno y sus ministros son un retroceso para las mujeres, atacan sus derechos. Por eso es que para nosotras, de la Marcha, un tema central este 8 de marzo es 'Fuera Bolsonaro'. No es sólo contra un ministro x o y, 'Fuera Guedes' o 'Fuera Damares'. Queremos todo este gobierno fuera, no tiene ninguna salvación. Este gobierno entero es un retroceso para las mujeres. Ya lo veníamos afirmando y se vuelve cada vez más claro, que es un gobierno de fascistas. Sus afirmaciones son fascistas, las declaraciones sobre las mujeres también pueden ser reconocidas como fascistas.
¿Qué otras acciones está promoviendo la Marcha además del 8 de marzo? ¿Qué incluye la 5ª Acción Internacional?
Estamos con varias actividades de preparación para la acción internacional, que va a ser en mayo. Tendremos una acción que será en Natal, en Rio Grande do Norte. Vamos a movilizar a todas nuestras mujeres para allá. Nuestra acción será en conjunto con la semana antiimperialista, una semana de luchas colocando el tema del internacionalismo. Por eso también decidimos esa fecha, para juntarnos con esa otra movilización internacional que tendrá lugar este año.
Entre las actividades preparatorias, el 24 de abril, por ejemplo, tenemos las 24h de acción feminista en todos los países que la Marcha existe, que va siguiendo el curso del sol, una hora en cada país. Por eso 24h de acción feminista.
Vamos a colocar principalmente la cuestión de las transnacionales, del avance de la derecha en nuestros países. Tenemos las pautas locales, pero ellas están conectadas internacionalmente en los varios países que construyen la Marcha.
Edición: Larissa Gould