El 16 de marzo de 2020, la jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva escribió una publicación en el sitio web del Fondo; ello representa el tipo de generosidad necesaria en medio de una pandemia global: "El FMI está listo para movilizar su capacidad de préstamo de $ 1 billón para ayudar a nuestra membresía", escribió. Los países con "necesidades urgentes de balanza de pagos" podrían ser asistidos con el "conjunto de herramientas de respuesta de emergencia de desembolso rápido y flexible" del FMI. A través de estos mecanismos, el FMI dijo que podría proporcionar $ 50 mil millones a los países en desarrollo y $ 10 mil millones a los países de bajos ingresos a una tasa de interés cero.
El día antes de que Georgieva hiciera esta declaración pública, el Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno de Venezuela envió una carta al FMI solicitando fondos para financiar los "sistemas de detección y respuesta" del gobierno contra el coronavirus. En la carta, el presidente Nicolás Maduro escribió que su gobierno está "tomando diferentes medidas preventivas y siguiendo controles estrictos y exhaustivos para proteger al pueblo venezolano". Estas medidas requieren financiamiento, por lo que el gobierno está "recurriendo a su honorable organización para solicitar su evaluación sobre la posibilidad de autorizar a Venezuela una línea de financiamiento de $ 5 mil millones del fondo de emergencia del Instrumento de Financiamiento Rápido".
La política de Georgieva de proporcionar asistencia especial a los países debería haber sido suficiente para que el FMI brinde la asistencia que el gobierno venezolano había solicitado. Pero, muy rápidamente, el Fondo rechazó la solicitud de Venezuela.
Es importante subrayar el hecho de que el FMI hizo esta negación/este rechazo a la solicitud en un momento en que el coronavirus había comenzado a extenderse en Venezuela. El 15 de marzo, cuando el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro envió la carta al FMI, Maduro se reunió con altos funcionarios del gobierno en Caracas. El organismo farmacéutico venezolano (CIFAR) y las empresas venezolanas de equipos médicos dijeron que podrían aumentar la producción de máquinas y medicamentos para detener la crisis; pero, dijeron, necesitarían materias primas clave que deben importarse. Es para pagar por estas importaciones que el gobierno venezolano fue al FMI. La negación del préstamo castigará directamente al aparato de salud venezolano y evitará que Venezuela aborde adecuadamente la pandemia de coronavirus.
"Esta es la situación más grave a la que nos hemos enfrentado", dijo el presidente Maduro mientras implementaba nuevas medidas. El gobierno venezolano impuso una cuarentena nacional indefinida y ha implementado, basándose en el autogobierno local (comunas), un proceso para distribuir alimentos y suministros clave. Todas las instituciones del Estado ahora están involucradas en hacer su parte para ayudar a "aplanar la curva" y "romper la cadena" del contagio. Pero, debido a la negación de préstamos del FMI, el país tendrá más dificultades para producir kits de prueba, respiradores y medicamentos clave para las personas infectadas con el virus.
Venezuela y el FMI
Venezuela es miembro fundador del FMI. A pesar de ser un Estado rico en petróleo, ha acudido al FMI varias veces para recibir diversas formas de asistencia. El ciclo de intervenciones del FMI en Venezuela en los años ochenta y principios de los noventa condujo a un levantamiento en 1989 que deslegitimó a la élite venezolana; como resultado temprano de las protestas populares contra el FMI Hugo Chávez formó la coalición que lo impulsó a asumir el gobierno en 1998 y que comenzó la Revolución Bolivariana en 1999. En 2007, Venezuela canceló sus deudas pendientes tanto con el FMI como con el Banco Mundial; Venezuela cortó sus lazos con estas instituciones, con la esperanza de construir un Banco del Sur, arraigado en América Latina, como alternativa. Pero antes de que este Banco pudiera establecerse, una serie de crisis golpeó a América Latina, obligada por una caída en los precios de las materias primas.
La economía de Venezuela dependía de las exportaciones extranjeras de petróleo para generar los ingresos necesarios para importar bienes. Con la caída de los precios del petróleo se produjo un ataque directo contra Venezuela mediante la aplicación de una nueva ronda de medidas unilaterales por parte de Estados Unidos. Estas medidas impidieron que las compañías petroleras y las empresas de transporte hicieran negocios con Venezuela; los bancos internacionales confiscaron las reservas de Venezuela en sus bóvedas (incluyendo $ 1.2 mil millones en oro en el Banco de Inglaterra) y dejaron de hacer negocios con Venezuela. Este régimen de medidas, reforzado aún más después de que Donald Trump se convirtió en el presidente de los Estados Unidos, perjudicó profundamente la capacidad de Venezuela de vender su petróleo y comprar productos, incluidos los suministros para el sector público de salud.
El FMI toma partido
En enero de 2019, el gobierno de los EE. UU. intentó un golpe de Estado contra el gobierno del presidente Maduro. Eligió como instrumento a Juan Guaidó, a quien Estados Unidos nombró como presidente del país. Los bancos estadounidenses incautaron apresuradamente los activos estatales venezolanos que tenían y los entregaron a Guaidó. Luego, en un movimiento sorprendente, el FMI dijo que al gobierno venezolano ya no se le permitiría usar sus $ 400 millones en derechos especiales de giro (DEG), la moneda del FMI. Dijo que había tomado esta acción debido a la incertidumbre política en Venezuela. En otras palabras, debido al intento de golpe de Estado, que fracasó, el FMI dijo que no "tomaría partido" en Venezuela; al no "tomar partido", el FMI se negó a permitir que el gobierno de Venezuela acceda a sus propios fondos. Sorprendentemente, el consejero de Guaidó, Ricardo Hausmann, un ex presidente del comité de desarrollo del FMI y jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, dijo en ese momento que esperaba que cuando ocurra el cambio de régimen, el dinero estará disponible para el nuevo gobierno. Este es el FMI que interfiriendo directamente en la política venezolana.
Ni en ese momento ni ahora el FMI ha negado que el gobierno de Nicolás Maduro sea el gobierno legítimo en Venezuela. El FMI continúa reconociendo en su sitio web que el representante de Venezuela en el FMI es Simón Alejandro Zerpa Delgado, el ministro de finanzas del gobierno de Maduro. Una de las razones por las cuales esto es así es que Guaidó no pudo probar que tenía el apoyo de la mayoría de los Estados miembros del FMI. Como no pudo probar su posición, el FMI, nuevamente extraordinariamente, ha negado al gobierno de Maduro su derecho legítimo a sus propios fondos y a pedir prestado con base en las facilidades que el Fondo proporciona a sus miembros.
El FMI niega
Normalmente, el FMI se toma algún tiempo para evaluar las solicitudes de fondos. La solicitud debe ser estudiada por los analistas, quienes analizan la situación en el país y ven si la solicitud es legítima. En este caso, el FMI respondió de inmediato. Dijo que no.
Un portavoz del Fondo, Raphael Anspach, no respondió preguntas específicas sobre esta negativa; en 2019, había sido igualmente cauteloso al decir algo sobre el rechazo de acceso a los $ 400 millones en DEG. Esta vez, Anspach envió una declaración formal que el FMI ha publicado a los medios. La declaración dice que si bien el FMI simpatiza con la situación del pueblo de Venezuela, "no está en condiciones de considerar esta solicitud". ¿Por qué es esto así? Porque, dice el FMI, su "compromiso con los países miembros se basa en el reconocimiento oficial del gobierno por parte de la comunidad internacional". Dice la declaración, "no hay claridad sobre el reconocimiento en este momento".
Pero hay claridad. El FMI continúa incluyendo al ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela en su sitio web. Las Naciones Unidas continúan reconociendo al gobierno venezolano. Esa debería ser el criterio oficial para que el FMI tome su decisión. Pero no lo es. Está tomando el dictado del gobierno de los Estados Unidos. En abril de 2019, el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, fue al Consejo de Seguridad de la ONU, donde dijo que la ONU debería aceptar a Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela; se dirigió al embajador de Venezuela en la ONU, Samuel Moncada Acosta, y le dijo: "No deberías estar aquí". Este es un momento de gran simbolismo: Estados Unidos actúa como si la ONU fuera su hogar y pudiera invitar a quien quiera.
La negativa del FMI de la solicitud de $ 5 mil millones de Venezuela sigue el sentimiento de Pence. Es una violación del espíritu de cooperación internacional que está en el corazón de la Carta de las Naciones Unidas.
*Ana Maldonado es integrante del Frente Francisco de Miranda (Venezuela).
*Paola Estrada forma parte de la Secretaría de la Asamblea Internacional de los Pueblos y es miembro de ALBA Movimientos, capítulo Brasil.
*Vijay Prashad es indio, historiador, editor y periodista. Es becario de escritura y corresponsal jefe de Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute. Es editor jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Ha escrito más de veinte libros, incluyendo Las naciones oscuras, una historia del tercer mundo, (Atalaya, 2012), Las naciones pobres. Una historia posible del sur global (Península, 2014), The Death of the Nation and the Future of the Arab Revolution (University of California Press, 2016) y Una estrella roja sobre el tercer mundo (Batalla de Ideas, 2019). Escribe regularmente para Frontline, the Hindu, NewsClick, AlterNet y BirGün.
*Zoe PC es editora de People’s Dispatch.
Edición: Luiza Mançano