El mes de abril está marcado por el Día Internacional de Lucha por la Tierra, el 17, fecha que homenajea a los 21 trabajadores rurales asesinados y otros 69 mutilados por la Polícia Militar del estado de Pará, en 1996, en la llamada Masacre de Eldorado dos Carajás.
El crimen, que fue mundialmente conocido, se convirtió en otra marca profunda de la historia de Brasil por expresar la extrema violencia contra los trabajadores del campo en función de la concentración de la tierra y hasta hoy marca el mes de lucha por la reforma agraria.
En ese contexto, el Instituto Tricontinental de Investigación Social hace un homenaje a la fecha y lanza el Dossier 27: Reforma Agraria Popular y la lucha por la tierra en Brasil, este martes (7), con el objetivo de rememorar esta y, principalmente, otras historias en la movilización por la distribución de tierras en el país.
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"Brasil es uno de los países con mayor concentración de tierras del mundo y donde están los mayores latifundios. Concentración e improductividad poseen raíces históricas que establecieron la base de la desigualdad social del país que perdura hasta los días actuales", puntua la publicación, que también incluye datos acerca de que los índices de concentración de tierra son cada vez mayores.
De acuerdo con el último Censo Agropecuario del país, realizado en 2017, cerca de apenas 1% de los propietarios de tierra controlan casi 50% del área rural del país. Por otro lado, las propiedades con áreas menores a 10 hectáreas (cada hectárea equivale a un campo de fútbol) representan la mitad de las propiedades rurales, pero controlan apenas 2% del área total.
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"El objetivo es presentar del punto de vista histórico como el latifundio y ese modo de organización agraria en nuestro país es históricamente desigual, lo que se profundiza con la consolidación del agronegocio en Brasil, y como los trabajadores durante todo el período de formación social del país emprendieron luchas por la democratización de la tierra", resalta Matheus Gringo, investigador del Instituto Tricontinental y uno de los autores de la publicación.
El dossier hace un recuento histórico desde los años 1970 y 1980, en que el resurgimiento de las luchas populares por la redemocratización en el país resultó en la aparición del Movimiento de Trabajadores y Trabajadoras Rurales Sin Tierra (MST), en 1984, hasta la situación actual de la lucha por la tierra en el país, que tiene como foco la disputa por el modelo agrícola entre el agronegocio y la agroecología.
Gringo explica que, en contrapunto al modelo del agronegocio, que tiene como fundamento la producción extensiva de commodities para exportación y que conlleva consecuencias graves para la naturaleza y los seres humanos debido al uso excesivo de agrotóxicos, la lucha por la tierra transformó su visión de Reforma Agraria hacia lo que ahora llaman, Reforma Agraria Popular.
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"El tema de la Reforma Agraria Popular, diverge de aquello que llamamos Reforma Agraria clásica, no es solo un proceso de distribución de tierras, sino que tiene como fundamento el cambio en la matriz tecnológica de la producción, que tiene como base la agroecología y la cooperación dentro de un proyecto de alimentos saludables y de protección al medio ambiente para el conjunto de la sociedad", destaca Gringo.
Ejemplo
Partiendo de esa nueva estrategia de lucha contra el agronegocio, el dossier se centra en una experiencia concreta: un asentamiento de la Reforma Agraria organizado por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), llamado Conquista na Fronteira, en el estado de Santa Catarina.
El territorio de 1.198 hectáreas fue desapropiado para la reforma agraria en 1988, y desde entonces tiene como fundamento el trabajo colectivo, la cooperación, la diversificación de la producción, la agroecología y el propio tema de la educación del campo y de la salud.
Son 46 familias que hoy viven en el asentamiento, las mismas que ocuparon los primeros latifundios en el estado en 1985, apenas un año después del surgimiento del movimiento, y que construyeron en la práctica un territorio con otra concepción agrícola.
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Los asentados formaron la cooperativa Cooperunião, en 1990, para colectivizar la tierra y la producción y por medio de la organización no sólo conquistaron el sustento de las familias con la producción de verduras y legumbres orgánicas para consumo propio, sino también la generación de ingresos.
Ellos comercializan en gran escala leche, granos, hierba mate, pescados, cerdos, aves ponedoras, ganado y miel. Todo producido por medio de la agroecología. La remuneración se divide de acuerdo con el número de horas trabajadas.
“Tenemos una alimentación extraordinaria, orgánica, sin veneno, de carnes, huevos, leche. Compramos muy poca cosa del mercado”, contó la asentada Irma Bruneto, a la publicación del Tricontinental.
Tenemos una alimentación extraordinaria, orgánica, sin veneno, de carnes, huevos, leche. Compramos muy poca cosa del mercado
Junto a la huerta, el vivero de árboles contribuye tanto para reforestar el área degrada por el latifundio como para embellecer los terrenos de las casas. La reforestación en los últimos ya transformó 40% del área del asentamiento en bosque.
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Covid-19 y Reforma Agraria Popular
Ante el nuevo coronavirus, que viene asolando el planeta, el investigador Matheus Gringo enfatiza además que esta crisis debería posibilitar la evaluación sobre la acción humana en el medio ambiente, su forma de ocupación de los espacios y el propio patrón de consumo. Para el, hay conexión directa entre los impactos ambientales del actual sistema productivo y el surgimiento de pandemias como las de la covid-19.
"El propio modelo de producción agropecuaria, que es hegemónico en el mundo y que usa grandes cantidades de agrotóxicos y antibióticos en los animales para engorde, puede llevar cada vez más a eso. Desde ese punto de vista, podríamos decir que no existe un gran desastre natural, sino que este es causado por la acción humana en el medio ambiente, esa acción humana que es de desequilibrio", afirma.
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Por otro lado, Gringo destaca que experiencias como las del asentamiento Conquista na Fronteira y la lucha por la Reforma Agraria Popular, que tiene una matriz agroecológica, presuponen una relación equilibrada entre los seres humanos y la naturaleza. "Preserva el medio ambiente y así puede, de cierta forma, minimizar esos impactos humanos sobre la naturaleza."
El investigador destaca la necesidad de democratización de las tierras para que la matriz agroecológica pueda de hecho influenciar en el rumbo del desarrollo del país. Según el dossier del Tricontinental, la alta concentración de tierra conlleva "consecuencias políticas, económicas, sociales y ambientales en la construcción histórica del país". "Finalmente, las relaciones con la tierra son fundamentales para el desarrollo de un país. Cuando se habla de tierra se habla de personas, de control de los bienes de la naturaleza, de desarrollo económico, social y cultural. La tierra es la expresión de una sociedad”, finaliza la publicación.
Edición: Rodrigo Chagas