Desde que la pandemia de covid-19 comenzó, matando a centenas de personas en China, el presidente Jair Bolsonaro (sin partido) ya daba señales de que la negligencia sería la tónica de su conducta cuando la enfermedad llegase a Brasil. El 9 de marzo, él afirmó que la situación estaba sobredimensionada.
"Existe el peligro, pero hay un sobredimensionamiento de esta cuestión. No podemos parar la economía. Y tengo que dar el ejemplo en todos los momentos. Y fui, realmente, apreté la mano a mucha gente en frente al Palacio, aquí en la Presidencia de la República, para demonstrar que estoy con el pueblo." Dos días después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó pandemia.
La primera medida normativa para enfrentar el desafío del coronavirus vino solamente luego de dos meses y 11 días después del descubrimiento de la nueva enfermedad por los médicos en China. Fue el 11 de marzo, cuando el Ministerio de Salud publicó el decreto 356, tratando del aislamiento de pacientes, exámenes compulsorios y análisis de laboratorio.
De la “histeria” a la “gripecita”
La postura del presidente también fue verbalizada cuando tres días después de que Brasil registró el primer fallecimiento, el 17 de marzo, el presidente afirmó que “después de la puñalada”, no seria una “gripecita” que lo iba a derribar, nuevamente minimizando el risco de la enfermedad. Poco antes, Bolsonaro dijo que “obviamente tenemos en el momento una crisis, una pequeña crisis. A mi entender, mucho más fantasía, la cuestión del coronavirus, que no es todo eso que los grandes medios de comunicación propalan o propagan por todo el mundo".
El 17 de marzo, Bolsonaro dijo que había una “histeria” en torno de la crisis pandémica y que conmemoraría su aniversario de 65 años con una “fiestita tradicional”, ofendiendo a todas las familias brasileñas que perdieron seres queridos por la enfermedad. "Ese virus trajo una cierta histeria. Hay algunos gobernadores, a mi entender, hasta puedo estar equivocado, que están tomando medidas que van a perjudicar y mucho, nuestra economía", declaró.
El mismo posicionamiento tuvo lugar el 22 de marzo: cuando Brasil registró 1.546 casos y 25 fallecimientos, Bolsonaro afirmó que el número de muertes por covid-19 no sobrepasaría la cantidad de víctimas fatales causada por H1N1, que, segundo el fueron 800. La declaración, en entrevista en Domingo Espectacular, de la TV Record, no especificaba el período de análisis.
El 8 de abril, dos semanas después del discurso del presidente, Brasil registró 814 fallecimientos, sobrepasando el número estipulado por Bolsonaro. Aún así, dos días después el afirmó: “¿Está con miedo de que le de el virus? Está bromeando. El virus es una cosa que el 60% va a tener o 70%. No va a huir de eso”. Hasta las 18h30 de este sábado (1), fueron 2.707.877 millones de casos y 93.563 muertes, sobrepasando en 116 veces lo estipulado por el presidente al comienzo de la pandemia.
Todavía a comienzos de abril, un día después de que el entonces ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, defendiera la importancia de medidas de aislamiento para combatir el coronavirus, en red nacional, en una rueda de prensa, el presidente hizo lo contrario: ignoró las recomendaciones del propio ministro, así como de la OMS, y visitó diversos comercios en Brasilia la mañana del 29 de marzo. En vídeos publicados en sus redes sociales, es posible ver a Bolsonaro cercado de personas, causando expresivas aglomeraciones.
El movimiento continuó siendo el mismo conforme el pasar de los días. Cerca de un mes después el presidente afirmó: “¿Y ahí? ¿Que quieren que haga? Yo soy Messias [haciendo referencia a su segundo nombre], pero no hago milagros”, en respuesta à observación de un periodista sobre la marca de aproximadamente 5 mil muertes.
Cloroquina
Durante toda la pandemia, Bolsonaro insistió y aún insiste en la campaña por el uso indiscriminado de la cloroquina, incluso sin evidencia científica que pruebe su eficacia contra la covid-19. El llegó a defender el uso de la medicación en la red nacional y obligó al Ministerio de Salud a incluirla en el tratamiento de pacientes. Su esfuerzo para propagandear se dio aún cuando el contrajo el virus. Incluso al reconocer que tuvo fiebre de 38 grados y dolores en el cuerpo, Bolsonaro intentó mantener la postura de que la covid-19, por más que ya haya matado a más de 65 mil brasileños, no es tan grave así.
La OMS no recomienda que las sustancias se usen para pacientes infectados por el coronavirus, a no ser en pruebas controladas, toda vez que pueden ocurrir efectos colaterales cardíacos y otros como accidente vascular cerebral (AVC).
En Manaos, un estudio fue interrumpido después de la muerte de pacientes que recibieron dosis altas de cloroquina y la verificación de que la substancia - utilizada para tratar la malaria y enfermedades autoinmunes - causaba arritmia cardíaca en un número elevado de personas. Aún así, el 24 de julio, el ministro interino de Salud, Eduardo Pazuello, durante entrevista colectiva, mostró que el gobierno federal distribuyó 100.500 comprimidos de cloroquina a indígenas.
Paralelamente, Bolsonaro sancionó con 16 vetos la ley que crea el Plan de Emergencia para Enfrentar la Covid-19 en los territorios indígenas, que establece medidas para prevenir la diseminación de la enfermedad entre pueblos tradicionales.
Entre los trechos vetados por el presidente, están la obligación de que el gobierno ofrezca acceso al agua potable y la distribución de productos de higiene y limpieza. Bolsonaro también vetó la elaboración de acciones específicas para ampliar las camas hospitalarias, la liberación de presupuesto de emergencia para la salud indígena, proyectos de instalación de internet en las aldeas, distribución de cestas básicas y el acceso facilitado al auxilio de emergencia.
Cambio de ministros
Los dos ministros de Salud ligados directamente al área, los médicos Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, no resistieron a las órdenes de Bolsonaro en la cartera. Desde el 15 de mayo, cuando Teich renunció, Brasil no tiene ministro de Salud. Quién está en el cargo es el ministro interino y general Eduardo Pazuello.
Mandetta fue despedido el 16 de abril, después de una serie de enfrentamientos con el presidente sobre aislamiento social. Según el mandatario, el entonces ministro defendió sólo el interés médico en medio de la pandemia y "no entendió la cuestión del empleo". Teich no permaneció ni un mes en el cargo. El discordó de Bolsonaro sobre el uso indiscriminado de la cloroquina y, sin espacio para trabajar, renunció el 15 de mayo.
De los más de R$ 500 mil millones (US$ 92 mil millones) liberados por el Congreso para los gastos de la pandemia en Brasil, el gobierno Bolsonaro ejecutó solo R$ 216 mil millones (US$ 40 mil millones), que corresponden a menos del 43% del total. La constatación es de Siga Brasil, plataforma del Senado que acompaña el recorrido de los gastos de la Unión.
Si se mantiene la curva de muertes por covid-19 de los últimos días, Brasil llegará a 100 mil muertes entre viernes (7) y sábado (8).
Edición: Rodrigo Durão Coelho