Habitualmente marginados de los debates más agitados y populares del país, los temas relacionados a las Fuerzas Armadas volvieron a la agenda del Congreso Nacional, con el envío de la actualización del Plan Nacional de Defensa (PND) por el gobierno Bolsonaro en las últimas semanas. Revisto siempre a cada cuatro años, el documento representa una síntesis de la planificación de la Defensa y traza directrices y objetivos del sector en el país. Pero, esta vez, algunos aspectos del texto levantan una alerta entre especialistas que acompañan los movimientos del sector.
Uno de los motivos es la inserción de un texto que prevé la posibilidad de conflictos en el “entorno estratégico” de Brasil. El documento no hacía mención a ese tipo de circunstancia en la región desde 1999, cuando se creó el Ministerio de Defensa. El investigador Matheus de Oliveira Pereira, de la Universidad Estadual Paulista Julio de Mesquita Filho (UNESP), ve el inédito artículo como algo que rompe, inclusive, la política adoptada por el país en tiempos anteriores a esa marca.
“El proceso de desconstrucción de las rivalidades entre Brasil y vecinos de América del Sur, sobre todo Argentina, comenzó aún en la década de 1970. Estamos hablando de casi cuatro décadas de un proceso continuo y que, inclusive, sobrevivió a diferentes gobiernos y regímenes, porque comenzó al final del régimen autoritario, y tuvo un resultado bastante concreto, sin mayores conflictos”, rescata Pereira, añadiendo que el texto del PND es “preocupante”.
“No necesariamente porque sea eso lo que está en la cabeza de las personas que escribieron el texto, sino que es suficientemente ambiguo como para permitir este tipo de interpretación, y esa ambigüedad no es saludable en modo alguno. Es un problema muy significativo”, argumenta el investigador, integrante del Grupo de Estudios de Defensa y Seguridad Internacional (Gedes), que analiza actualmente el documento.
En el contraataque, el ministro de Defensa, general Fernando Azevedo e Silva, ha dicho que el plan “no es una nueva política”. “La esencia es completamente la misma. Como es una política de Estado, independiente de gobierno, ella sobrepasa los gobiernos. Es prácticamente la misma política y la misma estrategia de 2012 y de 2016 con algunas actualizaciones", señaló, al entregar el texto al Legislativo, en julio.
Para la investigadora Anaís Passos, que da clases de Teoría Política en la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), que aparezca el punto que trata de conflictos en el “entorno estratégico” no sorprende, debido a la conducta que ha asumido el Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE).
Desde el inicio del gobierno la cartera está bajo el comando de Ernesto Araújo, asociado a una conducta poco diplomática con los vecinos y adepto del llamado “globalismo”, concepto difuso que, para el canciller, estaría relacionado con lo que llama “marxismo cultural”. La expresión surge generalmente dentro de discursos beligerantes con países cuyos gobiernos tienen ideología más identificada con la izquierda.
“Hubo una ruptura con relación a la política externa de Brasil en este momento. Ella se caracteriza históricamente por una postura de no intervención, de defensa de la paz y solución pacífica de los conflictos. Esos principios están inclusive en la Constitución, y la postura actual del MRE es de buscar una mayor confrontación. Hay una postura del propio gobierno de intensificar la polarización de la sociedad, y la política externa ha sido uno de los mecanismos en ese sentido”, analiza Passos.
Conflictos
En aquello que se refiere a la relación con los países del continente, la Constitución Federal de 1988 prevé, en su artículo 4º, que Brasil debe buscar una integración económica, política, social y cultural con los pueblos latinos, dentro de la lógica de formación de una comunidad latinoamericana.
Cuando se le preguntó si el artículo en cuestión del PND podría dar oportunidad a eventuales conflictos armados con Venezuela, país con el cual Bolsonaro mantiene una retórica bélica, Matheus de Oliveira Pereira considera ese escenario improbable, por fuerza de un conjunto de factores.
Entre ellos, estaría la postura del actual vicepresidente de la República, Hamilton Mourão, que fue agregado militar de la embajada brasileña en Venezuela entre los años de 2002 y 2004 y es señalado como una figura de tránsito entre los militares del país vecino.
“Las Fuerzas Armadas brasileñas no son bobas, conocen la situación general de América del Sur y su propia situación. Mourão conoce la realidad militar con Venezuela. Objetivamente, si entramos hoy en una guerra con ellos, existen chances reales de que perdamos. Venezuela está muy bien armada porque invirtió, desde el comienzos de los años 2000, en la modernización de sus Fuerzas Armadas”, resalta
Con posdoctorado en Ciencias Militares, el profesor Augusto Teixeira Junior, de la Universidad Federal de Paraíba (UFPB), también cree que el plan en sí no amplia riesgo de conflictos, aunque acarree, en su evaluación, algunas observaciones sobre el actual contexto geopolítico de la región.
“Usted tiene una perspectiva de que Brasil es la mayor potencia de la región, el más poderoso, digamos. Pero el plan, conociendo Brasil, no apunta hacia el intento de fuerza o violencia dentro del ámbito regional, si reconoce que hay un aumento de la inestabilidad regional, sea en virtud de la actuación de potencias extra regionales en América Latina, como China, Rusia y Estados Unidos, sea por un cambio en el perfil de alineamiento de Brasil con los Estados Unidos, ahora automático”.
Transparencia
Como consecuencia de ese escenario, la profesora Anaís Passos observa además una diferencia entre la forma como fueron producidos el actual PND y los anteriores. Ella apunta que el nuevo plan resultó de un proceso más vertical, menos transparente y con menor involucramiento social.
“Ese documento no fue objeto de discusión con la sociedad y con especialistas que trabajan el tema de la Defensa. Eso es un cambio con relación a los procesos que ocurrieron, por ejemplo, en 2012. Muchos investigadores del área con quien usted habla notan esta diferencia y señalan que, en 2012, hubo mayor transparencia, mientras esto de ahora fue algo más del gobierno federal y de los comandantes militares”.
Trámite
Aún es pronto para saber si los textos levantados por los investigadores tienen potencial de generar chispas en el Legislativo al punto de ser prohibidos por los senadores, que serán los primeros en evaluar el texto. En medio del contexto preelectoral y ante el atropello de las actuales sesiones remotas del Congreso, el tema ha pasado de largo de las prioridades de la agenda de los parlamentarios.
La nueva versión del Plan Nacional de Defensa desembarcó en el Congreso el 22 de julio, junto con la Estrategia Nacional de Defensa (END) y el Libro Blanco de la Defensa Nacional (LBDN), que también fueron actualizados y serán analizados por los parlamentarios.
Los textos serán relatados por el senador Nelsinho Trad (Partido Social Democrático - PSD, estado de Minas Gerais), que preside la Comisión de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional (CRE). La primera parada de los documentos será la Comisión Mixta de Control de Actividades de Inteligencia (CCAI), también conducida por Trad. El aún no divulgó cuando pretende presentar su parecer.
Edición: Rodrigo Durão Coelho