Especial

Indígenas Warao: los desafíos de la migración y las dificultades de la vida en Brasil

Según la ONU, desde 2014, más de 4 mil indígenas entraron en suelo brasileño venidos de Venezuela

Traducción: Pilar Troya

Brasil de Fato | Belém (PA) |
La familia de Jesús Núñez Desiderio es una de las que decidió migrar a Brasil y enfrenta dificultades para mantenerse en Belém (estado de Pará), desde 2017 - Catarina Barbosa/Brasil de Fato

En albergues, casas precarias o en las calles, indígenas de la etnia Warao que migraron de Venezuela enfrentan una serie de dificultades cotidianamente en territorio brasileño. Conviven con la falta de agua potable, comida, atención de salud y medicamentos, además de ser blanco de violencia y de xenofobia.

Jesús Desiderio Núñez fue uno de los primeros Warao en llegar a la capital de Pará, Belém, en 2017. Junto a sus parientes dormía en las calles próximas al Mercado de Ver-o-Peso.

El es de la región del delta del río Amacuro, en Venezuela – como la mayor parte de los Warao que migraron a Pará – y recorrió una larga jornada hasta llegar a Belém.

Venezuela enfrenta una severa crisis económica debido a la caída del precio del petróleo, además de ser un país que sufre con una serie de embargos económicos por parte de los Estados Unidos y aliados, desde 2014.

En ese contexto, una parte de la población entre indígenas y no indígenas migraron para sobrevivir en otros países, incluido Brasil.

Jornada por la sobrevivencia

Para llegar a la capital de Pará, los warao recorrieron casi 3.600 kilómetros de camino terrestre y fluvial.

Sin hablar portugués y cansados después un camino tan largo, Jesús, sus siete hijos y su esposa consiguieron alquilar un cuarto en una pensión ubicada cerca de Ver-o-Peso.


Conventillo cerca del mercado de Ver-o-peso, en Belém, donde los indígenas acostumbran a albergarse. / Catarina Barbosa/Brasil de Fato

En el lugar, conocido por ser una zona de prostitución, hay una serie de conventillos también frecuentados por la población en situación de calle y por usuarios de drogas. "Viví en ese lugar por tres meses. Fue un tiempo difícil", recuerda Jesús, que, en la época, pagaba R$ 20 por día por cada miembro de la familia.

La fachada del conventillo guarda marcas de un incendio provocado, en 2018, por usuarios de drogas, que vivían en constante conflicto con los indígenas.

Actualmente, Jesús y su familia viven en un albergue público, en el barrio del Tapanã – el único disponible para los Warao en Belém.


El camino de los Warao en Brasil / Ilustración: Fernando Bertolo

Otros Warao, otro estado, la misma historia

Según la Agencia de la ONU para refugiados (ACNUR), desde 2014, cerca de 4 mil Warao entraron en suelo brasileño. A pesar de que el gobierno federal dispuso R$ 20 mil mensuales para la asistencia de cada grupo de 50 migrantes, no hay un plan integrado entre gobierno federal, estados y municipios sobre cómo y de qué forma garantizar los derechos de esas personas.

El lugar donde Jesús Núñez se alojó en 2017, en la región de Ver-o-peso, es una especie de puerta de entrada para muchos Warao que llegan a Belém. El indígena Celso Zapata, recién llegado à capital paraense, hizo el mismo trayecto que Jesús junto a otras seis familias, totalizando 28 personas.

El aspecto de abandono de la fachada no cambia dentro de la edificación. Un largo corredor da acceso a siete cuartos sin ventana, paredes mohosas, infiltraciones e instalaciones eléctricas con cables expuestos. El tumbado, con la madera rota, muestra el tejado igualmente precario.

En una ciudad como Belém de Pará, la ausencia de ventanas transforma cualquier espacio en una especie de estufa. El escenario se agrava cuando familias enteras se aglomeran en cuartos de cerca de 10 metros cuadrados.

La propietaria cobra R$ 30 (US$ 5,4) por familia. R$ 210 (US$ 38) cobrados diariamente. Son R$ 6.300 (US$ 1.140), si ellos pasan un mes en el lugar.

El día en que Brasil de Fato visitó el lugar, el hermano de Celso, Evelio Mariano, hacía pollo frito para el almuerzo en la cocina del espacio, el cuarto más amplio y el único con ventanas.

El alimento fue comprado con el dinero que las mujeres recaudaron en las calles. "Estoy desempleado, entonces, ella fue a trabajar, está cansada, por eso, estoy haciendo el almuerzo", respondió el indígena señalando a su esposa, cuando le preguntamos si cocinaba siempre.

Mientras cuidaba del pollo, el Warao repetía: "sólo quiero un trabajo, cualquiera".


Evelino Mariano vino a Pará en busca de empleo. La estufa con la cual fríe pollo fue traída de Manaos/Catarina Barbosa/Brasil de Fato

Una vida mejor 

Celso Zapata vino a Belém, "en busca de una vida más digna para sus parientes, sobre todo los niños". La migración a Pará ocurrió después de que el perdió el empleo en Manaos, capital del estado de Amazonas, donde trabajó como auxiliar de servicios generales. Con la pandemia, no solo el, sino otros empleados fueron despedidos.

"Fue cuando me vi en la calle sin empleo y no tuve otra oportunidad. Hasta intenté otro empleo, golpeé puertas, pero no conseguí. Ni yo, ni mis hermanos", cuenta Zapata, que migró para a Pará en un grupo de 20 adultos y 8 niños Warao.

Me vi en la calle sin empleo y no tuve otra oportunidad.

La antropóloga Marlise Rosa, doctora por el programa de posgrado en Antropología Social del Museo Nacional, acompaña la situación de indígenas de la etnia Warao en Brasil desde 2017.

Ella afirma que la falta de una red de asistencia nacional articulada entre el gobierno nacional, los estados y los municipios hace que el acompañamiento tenga que recomenzar de cero, cada vez que se cambian de ciudad.

"El proprio proceso de traslado es muy delicado. La mayoría de las veces, ellos tienen el dinero para el traslado, pero no para la alimentación. Usted tiene situaciones de personas llegando debilitadas. Y lo que sucede es que cuando ellos llegan a esas ciudades – incluso aunque en estas haya presencia de Warao recurrentemente, como por ejemplo Belém –, no hay ningún equipo, ninguna institución que ubique a esas familias y que accione una red", resume.

Errores recurrentes

Actualmente, hay registros de población Warao en las cinco regiones de Brasil, pero la mayoría se concentra en el Norte en ciudades como Pacaraima y Boa Vista, en Roraima; Manaos, en Amazonas; y en once ciudades de Pará. 

"Necesitamos entender, aceptar y prepararnos para el hecho de que la presencia Warao en Brasil tendrá continuidad, por eso precisamos pensar en respuestas efectivas, que, obviamente, deben considerar el derecho de consulta a los indígenas", argumenta la antropóloga.

En octubre de 2019, el Ministerio Público Federal; de Trabajo; la Defensoría Pública de la Unión; y la Defensoría Pública del estado de Pará firmaron un acuerdo judicial intitulado “Termino de Concretización de Derechos”, con el objetivo de implementar medidas para albergue y asistencia humanitaria a los waraos en Belém. 

Pasados diez meses del acuerdo y tres años desde el primer contacto con la etnia en la capital de Pará, el fiscal de la República, Felipe de Moura Palha e Silva, afirma que aún hay una sucesión de errores en la política humanitaria a esas personas.

Si no tenemos direccionamiento federal en eso, vamos a continuar patinando.

"Los errores y la aversión inicial se repetirán en cada lugar al que ellos lleguen. Si usted conversa con autoridades del Nordeste usted va a ver los mismos errores que fueron cometidos aquí. O sea, el extrañamiento y el racismo institucional presente en la llegada de los Warao en el Norte del país hace tres, cuatro años se repite con la interiorización voluntaria de ellos", explica.

"Necesitamos de intercambio y que las autoridades conversen. Si no tenemos direccionamiento federal en eso, vamos a continuar patinando. Es necesario que haya un comité vinculado al Ministerio de la Ciudadanía y la Casa Civil de la Presidencia. Ya hicimos una recomendación en ese sentido sólo que el gobierno federal aún está en déficit con eso", completa el fiscal.

El Ministerio de la Ciudadanía dijo, en nota, que a los Warao se les ha ofrecido acogida con provisión de alimentación, kits de higiene personal, material de limpieza, servicios básicos de salud y acceso a otras políticas públicas, como las de salud y de seguridad pública y que también se puso a disposición alimentos vía Restaurante Popular, así como provisión de materias primas para artesanía.

Responsable por la asistencia humanitaria a los Warao en Pará, la Fundación João Paulo XXIII (FUNPAPA), informó que "envió diversos proyectos de acogida, siguiendo los parámetros del PNAS [Plan Nacional de Asistencia Social], sin embargo, el Ministerio de la Ciudadanía realizó diversos recortes". "El primer proyecto enviado al MC, utilizando los parámetros del PNAS era por un valor de R$ 6 millones (US$ 1,09 millones) y recibimos R$ 1,2 millones" (USS 217.000), alegó la fundación.

Sobre eso el Ministerio de la Ciudadanía dijo que "sigue parámetros para análisis de los planes de trabajo presentados por los estados. Entre ellos se considera, por ejemplo, la cantidad de migrantes y refugiados identificados en el territorio, así como si las acciones presentadas en el plan son efectivamente consecuentes con la política pública de Asistencia Social".

Edición: Rodrigo Chagas