El ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, tiene un discurso listo acerca de quienes son los responsables por los incendios en diversos biomas brasileños, como la Amazonía y el Pantanal. Según él, los responsables serían, una vez más, los ex gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT). Fue lo que dijo Salles en una conversación con el diputado e hijo del presidente Eduardo Bolsonaro, transmitida a través de las redes sociales.
Según el ministro la “ideologización” del tema por parte del Partido de los Trabajadores (PT) dificultó las “quemas preventivas” este año. Lo que, según su propia lógica, habría llevado a la actual situación.
Pese al delirio bolsonarista del ministro, en realidad el fuego que consume los biomas tiene otros responsables.
Los incendios, según los especialistas, se deben al desmantelamiento de los órganos federales de defensa ambiental, el ICMBio y el IBAMA, a la inacción de las autoridades ante una tragedia anunciada y la ausencia de la capacitación del personal para combatir el fuego.
A continuación, sepa cómo cada uno de esos factores han contribuido para la actual situación de reservas naturales más grandes de Brasil.
1 - El desmantelamiento del IBAMA y la militarización del ICMBio
Los dos principales órganos de control ambiental del país, el Instituto Chico Mendes de Conservación y Biodiversidad (ICMBio) y el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (IBAMA) pasaron por una reestructuración con la llegada del ministro Ricardo Salles en el gobierno, al comienzo de 2019, un alineamiento total a la agenda del agronegocio.
Sin conocer al personal del IBAMA, exoneró a 21 de sus 27 superintendentes. Dos meses después, exoneró también a un funcionario que había sancionado a Jair Bolsonaro por pescar en una unidad de conservación ambiental en Angra dos Reis, Rio de Janeiro.
Cinco meses después del comienzo de su gestión, el gobierno anunció una reducción de un 34% del número de sanciones por deforestación ilegal en el país. Las consecuencias no tardaron en llegar, el fuego que consumió una parte de la Amazonía en 2019 se volvió un tema internacional.
En mayo de este año, la reestructuración llegó al ICMBio, que gestiona las unidades de conservación y centros de investigación. Se cerraron 11 coordinaciones regionales. Ahora, hay solo una unidad de gestión para cada región del país. En la región Norte, por ejemplo, quedó apenas una de las cuatro coordinaciones anteriores para gestionar 130 unidades de conservación.
Ahora las unidades de gestión están bajo el control de los militares, que reemplazaron a los antiguos profesionales. Brasil de Fato habló con la ambientalista francesa Alice Thuault, directora adjunta del Instituto Centro de Vida (ICV), del estado de Mato Grosso, sobre cómo Brasil está enfrentando la tragedia ambiental. Ella afirma que es muy difícil hacer un análisis profundo acerca de las medidas tomadas porque, en realidad, las medidas no han sido presentadas de modo transparente.
“Tenemos acceso a las medidas solo a través de entrevistas puntuales. No hay un documento, un conteo o divulgación de los datos y de la actual situación para que podamos saber lo que hace el Estado”.
2 - La inacción de las autoridades ante la tragedia
Cuando el fuego ardió en la selva amazónica durante el período más seco del año pasado, los ambientalistas, investigadores y organizaciones no gubernamentales lanzaron una alerta de que este año la sequía sería aún peor y podría tener consecuencias catastróficas. Sin embargo, ante la alerta, el gobierno optó por recortar el presupuesto ministerial y utilizar solo un 39% de su presupuesto total.
“La situación que vivimos ahora ya estaba escrita. El INPE y la NASA (institutos aeroespaciales de Brasil y EE.UU.) ya habían alertado que iba a haber una estación atípicamente más seca este año”, afirma la ambientalista.
3 - La ausencia de formación, personal e equipos
Hoy Brasil enfrenta la tragedia muy precariamente. En Mato Grosso, un estado con aproximadamente 903,357 km² hay solo 700 brigadistas para combatir el fuego.
“Las personas que hemos contactado en el Pantanal cuentan que hay mucho aislamiento, sin actuación del Poder Público. Puede ser que haya 400 brigadistas por parte del gobierno federal y 160 por parte del gobierno del estado, pero su acción está distribuida”, cuenta la ambientalista.
Son pocos brigadistas para la tragedia. Bajo el anonimato, la esposa de un analista del ICMBio comentó a Brasil de Fato: “Hace dos meses que está frente al fuego. Casi murió unas tres veces, por cometer errores debido al agotamiento. Lo que está pasando es una monstruosidad”.
Edición: Rodrigo Durão Coelho