La semana pasada, mientras celebrabamos el Día de los Profesores en Brasil, Argentina aprobó una nueva variedad de trigo transgénico, el evento IND-ØØ412-7. ¿Qué tienen que ver estos temas con el pan y circo nuestros de cada día? Este es el tema de hoy en esta columna de opinión.
El trigo IND-ØØ412-7 es tolerante a la sequía y a los herbicidas basados en el Glufosinato de Amonio (GA). Esto asegura que la planta simplemente no se vea afectada por el contacto con este veneno, que circula en su interior. Por lo tanto, en algún grado estará presente, en la paja, grano, pan, masa. ¿Implicaciones? Posibles efectos neurotóxicos, genotóxicos, problemas reproductivos y alteración en los procesos de división celular para quienes entran en contacto con ella. Por este motivo y otros, se prohíbe el GA en diversos países.
En Brasil, la decisión aprobada por ANVISA en agosto de 2019 fue más simple y más eficiente: la reclasificación de la toxicidad, reduciendo los riesgos. Como resultado, los herbicidas basados en GA (como las marcas Finale, Liberty y Aura 200, entre otras) ya no son extremadamente tóxicos (clase I) para los brasileños. Ahora, según ANVISA, si los residuos de esos venenos llegan a los "perritos calientes" de los cumpleaños infantiles, o a la pasta de la nonna el domingo, está bien. Se han vuelto poco tóxicos (Clase IV, como Liberty y Finale) o de toxicidad improbable (Clase V, como Aura 200). ¿No es un alivio?
Es interesante señalar que en la Argentina se aprobó este trigo como de especial importancia para los tiempos de calentamiento global, ya que sería "resistente a la sequía". La tolerancia al glufosinato de amonio aparece como un detalle menor, dada la magnitud de esa otra característica. ¿Sería realmente así?
En otros países, las investigaciones de este tipo se han interrumpido en su mayor parte por la repetida frustración en los intentos de reproducir, en cultivos de gran escala, los resultados logrados bajo condiciones controladas, en terrenos y macetas experimentales. Aparentemente, el fracaso estaría vinculado a la dificultad (¿presunción?) de controlar características que dependen de la interacción de múltiples genes, que actúan de modo distinto en las varias fases del crecimiento de las plantas, manipulando un único y milagroso gen de "tolerancia a la sequía".
De acuerdo, aceptando que los argentinos han accedido a conocimientos hasta ahora negados al mundo, no es de extrañar que hayan condicionado la aprobación del cultivo de ese trigo, en su territorio, a la posición del Brasil, en cuanto a su importación? Un hecho sin precedentes. Un país tan británico y superior que asume que su decisión soberana está condicionada a la opinión de los miembros de nuestra CTNBio debería llenarnos de orgullo. Después de todo, los ministros argentinos de Agricultura, Economía, Planificación y Finanzas estarían esperando pacientemente la demostración de los miembros de "nuestro" CTNBio, una parte pequeña del ministerio encabezada por nuestro astronauta, para orientar su política de desarrollo agrícola y tecnológico! ¿No es hermoso?
Bueno, se pone mejor. La decisión del Brasil, que adoptará la CTNBio, sobre el IND-ØØ412-7, lo presenta como "trigo modificado genéticamente para aumentar la productividad en situaciones y entornos de baja disponibilidad de agua y resistente al glufosinato". Por lo tanto, se espera aquí, además de la ventaja de la tolerancia a la sequía, un incremento de la productividad durante las sequías que tienden a ser cada vez más intensas. ¿Podría el centro oeste, hoy en cenizas, ser, con el acceso a este trigo, la nueva Meca de la agricultura nacional?
No creas. Se puede leer en programa de la CTNBio que están analizando ese trigo "para uso exclusivo en alimentos, raciones o productos derivados o procesados".
¿No es bonito? Si funciona, en la oferta revolucionaria y hasta ahora nunca brindada por los transgénicos que durante veinte años han prometido variedades tolerantes a la sequía, eso no nos interesa. Queremos importar los granos argentinos y tal vez garantizar el "perrito caliente", el pan francés y la pasta condimentada con GA. Pero afortunadamente por aquí no todos están de acuerdo con eso.
Sea cual sea la decisión de la CTNBio, las celebraciones generadas habrán un sentido incierto, como las declaraciones que los profesores y profesoras recibieron esta semana por parte de los representantes de nuestros poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a todos los niveles. También en este caso, lo principal no parece haber sido tenido en cuenta.
Tenemos 2,6 millones de profesores en Brasil, que reciben, en promedio, un 13% menos que sus compañeros de América Latina. O, si optamos por las comparaciones con los países que tienen el PIB más alto del planeta, aquí los profesores reciben la mitad de lo que se asegura a sus colegas de los países "ricos". El Fondo para el Mantenimiento y Desarrollo de la Educación Básica y Valorización de los Profesionales de la Educación (FUNDEB), creado en el gobierno del PT (2007), y el Salario Mínimo Profesional Nacional, para la categoría, no son respetados en 16 estados del país
Los golpistas, como sabemos, congelaron el gasto en salud y educación, y destruyeron la Política Nacional de Valorización del Salario Mínimo. Ahora, la remuneración promedio de todos los profesores brasileños del sistema de educación básica en los estados brasileños alcanza un poco más de la mitad (un 67,5%) de la remuneración promedio de otras ocupaciones de nivel superior. Esto no es poca cosa: nuestros profesores reciben el peor salario del mundo para esta categoría profesional, según la OCDE
En Rio Grande do Sul, un estado rico y bolsonarista debido a la tontería de la mayoría de las 'personas de bien' que votó por él en 2018, la situación es aún peor. Aquí los maestros reciben un promedio de R$1.260 [US$ 224], mientras que en Maranhão, un estado pobre gestionado por un gobernador comunista, el salario promedio es de R$6.358 [US% 1.130]. Seguramente hay algo muy malo en todo esto, pero es útil entender por qué en Rio Grande do Sul, entre 2014 y 2018, el número de profesores cayó un 14%. El número de estudiantes matriculados se redujo en un 13%, asegurando aulas más llenas, menos escuelas (el número de escuelas se redujo en un 11%) y peores condiciones de enseñanza. ¿Qué se puede decir entonces de las comidas escolares?
Tampoco se está cumpliendo la garantía de una alimentación orgánica en las escuelas, desde el desmantelamiento del Programa de Adquisición de Alimentos (PAA) y con el debilitamiento del Programa Nacional de Alimentación Escolar. Con una reducción del valor del trigo, en caso de que se convierta en transgénico, ¿nuestros estudiantes recibirán pan con restos de glufosinato de amonio?
Tal vez. Depende de nosotros.
Y estas elecciones legislativas se tratan de eso.
Vivimos en un ecosistema que responde a las acciones y relaciones establecidas por sus componentes. ¿Quieres ayudar? En noviembre, toma partido, vota por los antifascistas, profesores humanistas y ecologistas. Vota siguiendo el consejo del Papa Francisco, iluminado por su Encíclica Fratelli Tutti. Observa, como pide Francisco, que sólo hay dos tipos de personas y asociaciones "los que miran al caído y lo reconocen en necesidad de ayuda, y los que miran distraídos y aceleran el paso”.
Haz esto conscientemente y anima a otros para que sigan en la misma dirección. Necesitamos escuelas y comida decente. Necesitamos solidaridad, seguridad, educación y arte, para todos.
*Intervención en webinario sobre el trigo transgénico, realizado el 15 de octubre de 2020.
**Leonardo Melgarejo es doctor en Ingeniería de Producción por la Universidad de Rio Grande do Sul (URGS), forma parte de la coordinación del Foro Gaucho de Combate a los Impactos de los Agrotóxicos (2018/2020 e 2020-2022) y colabora en la Campaña Permanente Contra los Agrotóxicos y por la Vida.
Edición: Katia Marko