Cuando una radio comercial de Buenos Aires lanzó su programación para 2020, la imagen llamó la atención: todos los locutores y periodistas eran hombres. El caso no pasó desapercibido. Con la repercusión negativa en las redes sociales y el malestar de las periodistas de la radio, ocultas en la publicidad, la respuesta de los directores fue emblemática: “No nos dimos cuenta”.
Así, una luz se prendió. Si el patriarcado naturaliza, entonces, que se desarmen sus estructuras. La periodista Agustina Paz Frontera, una de las fundadoras del portal de noticias LatFem, era una de las últimas aquel día en la redacción, cuando lanzó la idea a una compañera: “Y si hacemos una ley para obligarlos a incluirnos?”
La semana pasada, las comisiones de Mujeres y Diversidades y Comunicación e Informática aprobaron en pleno un proyecto de ley de equidad de género en los medios de comunicación, públicos y privados y en cualquier plataforma, presentado por la senadora Norma Durango (Frente de Todos).
Es uno de los últimos pasos para la aprobación de la Ley, que ya fue aprobada en el Senado y está a la espera de entrar en la agenda de la Cámara de Diputados.
Además de la paridad 50/50 entre hombres y mujeres, la ley establece una cuota de por lo menos 1% para personas travestis, trans e intersexuales. El texto incluye puntos levantados en encuentros nacionales convocados por el LatFem y la diputada federal Mónica Macha (FdT).
La idea era escuchar a grupos diversos y entender las demandas, enumerar las voces no representadas, y proyectar una ley que podría reparar faltas históricas con acciones afirmativas en los medios de comunicación.
“Faltan mujeres pobres, negras, lesbianas, travestis, hombres y mujeres trans, faltan cuerpos gordos y flacos en los medios de comunicación”, apunta Macha.
“Es clave articular la desigualdad social, de género y el racismo social. La perspectiva del autor genera otro modo de comunicar y otra agenda de noticias. Es complejo, porque lo que notician los medios es leído como ‘la única realidad’”.
A partir de los encuentros federales, en los cuales participaron cerca de 700 personas de distintos grupos sociales, las impulsoras del PL entendieron el concepto de “paridad” parte de un ideario binario, y, entonces, pasaron a hablar de “equidad”.
La ley como herramienta de reparación
El proyecto de ley es un paso en dirección a una comunicación más democrática. Los números muestran que las mujeres aún son minoría en los medios, y menos aún las que ocupan cargos directivos. Datos sobre otras diversidades de género y sexuales son prácticamente inexistentes. Si no hay representatividad en los medios, entonces, ¿qué se está narrando? ¿Quién dicta la agenda de los temas considerados importantes en los medios de comunicación?
La hegemonía de los medios de comunicación aún es el hombre blanco heteronormativizado (Mónica Macha)
Los viejos patrones de narrativas hegemónicas, viciadas en la fórmula patriarcal, pasan cada vez menos sin castigo, como los casos de violencia de género noticiados con detalles mórbidos o culpabilizando la víctima por aspectos físicos o conducta personal, por ejemplo.
Si ese tipo de narrativa aparece con menos frecuencia, es un reflejo de la fuerza de los movimientos feministas de Argentina, que ganaron cuerpo en los últimos años.
Fueron dos grandes marcos, en la militancia y en la agenda mediática: la manifestación multitudinaria contra la violencia de género del Ni Una Menos, en 2015; y el avance al Senado del proyecto de ley por la interrupción voluntaria del embarazo, en 2018.
También se refleja en la capacitación de comunicadores y de los propios medios para tratar temáticas que se conectan de manera más explícita a la agenda feminista.
"Todo es revisado todo el tiempo", afirma la periodista Sandra Miguez, especializada en salud, género y derechos humanos.
"Las editoriales que utilizamos, hablar sobre estereotipos, de géneros. Eso es una cuestión notable: antes decíamos 'género', ahora hablamos de "géneros", también de 'feminismos'. Son incorporaciones y nuevas variables de análisis, que tratan de los derechos de las personas", afirma.
Según la Defensoría Pública, Argentina es el país de América Latina con más editoras de género en los medios de comunicación. La figura de la editora de género está, inclusive, en medios de narrativa hegemónicos, como Clarín, TN, y medios públicos como la agencia Télam.
Aún así, en Argentina, las mujeres son apenas el 30% de las personas que trabajan en empresas periodísticas – a pesar de ser 64% de las estudiantes de comunicación, según una investigación de Comunicar por la Igualdad y la Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (FUNDEPS). Cuando están presentes, enfrentan el llamado techo de cristal y no llegan a los cargos más altos: 78% de los directores de esas empresas son hombres.
Además de pensar la equidad entre profesionales en ejercicio, la reparación a largo plazo de apenas 37% de las mujeres en medios de comunicación en todo del mundo, según los datos del Global Media Monitoring, hace pensar también en la formación de los futuros periodistas. Además de comunicadora, Miguez también es docente de un diplomado de género en la Universidad Tecnológica Nacional, en la provincia de Entre Ríos, y destaca que muchas periodistas se hicieron feministas en estos últimos años.
“La temática de género no fue una demanda de la academia, fue un reflejo de los feminismos. En los últimos años, las universidades comenzaron a establecer áreas de género, programas, seminarios optativos. Pero aún no hay una perspectiva transversal en las mallas curriculares”, afirma Miguez, que destaca que periodistas han buscado especializaciones y posgrados en género.
Perspectivas
Los datos mundiales y nacionales contrastan con uno de los objetivos de la Plataforma de Acción de Beijing, adoptado por miembros de la ONU en la IV Conferencia Mundial de la Mujer, en 1995: aumentar la participación de mujeres en los medios de comunicación. Aún así, una ley que determine la paridad en los medios de comunicación parece ser inédita en el mundo.
“Consultamos especialistas en comunicación y políticas públicas, y no hay en el mundo una propuesta legislativa del tipo”, afirma Frontera. “Con los tiempos lentos de la historia y de las transformaciones culturales, ¿cuántos años más tendremos que esperar para alcanzar la igualdad de inclusión?”
En el camino hacia un proyecto de ley pensado, proyectado e impulsado por feministas, se instala un debate, una lección ya aprendida por las feministas argentinas.
“Para que la ley salga en algún momento, tenemos que instalar la discusión”, reflexiona la diputada Macha. “En ese sentido, todo el trabajo de la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito fue una escuela impresionante. Porque ellas comenzaron así, y creo que todo eso implica aprender de las experiencias previas.”
A pesar de que la cuestión racial era un punto contemplado en el proyecto de ley redactado por Mónica Macha a partir de los grandes encuentros nacionales, ese punto no fue incluido en el texto presentado en el Senado por la senadora Norma Durango (proyecto este que, hecho en paralelo al de Macha, avanzó más rápido en la aprobación). La expectativa es que el artículo sea incluido como modificación, una vez aprobada la ley.
Edición: Leandro Melito