El viernes (26), se cumple un año del registro del primer caso de infección por coronavirus en Brasil. En este periodo, el país ingresó en la lista de las tres naciones con las peores cifras de la pandemia, con más de 10 millones de infectados y 250 mil muertos.
La primera confirmación tuvo lugar en São Paulo, el 26 de febrero: un hombre de 61 años, infectado en Italia, presentó los síntomas tras regresar a Brasil.
Unos 10 días después, con 13 personas infectadas, el Ministerio de Salud anunció medidas para reforzar la atención hospitalaria. Un mes después del primer registro, el país ya tenía casi tres mil infectados y la velocidad de contagio quedó fuera de control.
Brasil de Fato relata la historia de la pandemia en Brasil, cómo las controversias políticas, la falta de planificación nacional para combatir la covid-19 y el desprecio de las medidas de prevención convirtieron el país en el segundo con mayor número de muertes en el mundo.
Cuando el coronavirus llegó a Brasil, poco se sabía de él. Desde entonces, se actualizaron muchas cosas, pero lo que no cambió fueron las formas de reducir la propagación del covid-19. El aislamiento social y las pruebas masivas son los principales pilares de esta fórmula.
A nivel nacional, ninguna de estas medidas se ha puesto en práctica. Brasil ocupa actualmente el puesto 117 en la lista de países que más pruebas realizan. En ningún momento hubo un monitoreo efectivo de los infectados. Y cada vez hay menos gente que practica el distanciamiento.
Este escenario fue impulsado por el discurso del propio Jair Bolsonaro. En marzo, la primera vez que el presidente salió cadena nacional para criticar la cuarentena, Brasil tenía más del 60% de la población en sus casas. Después, los índices no hicieron más que bajar.
En ese momento, Bolsonaro dijo que los gobernadores y alcaldes que impulsaron el aislamiento deberían "abandonar el concepto de tierra arrasada". Algunos días antes había afirmado que si fuera infectado por covid-19 no tendría mayores problemas porque era un "atleta".
Menos de un mes después, el 12 de abril, el presidente mintió al afirmar que la pandemia estaba disminuyendo en Brasil. "Parece que el tema del virus está empezando a desaparecer", dijo el mismo día en que Brasil registró más de 22.000 contaminaciones.
A la vez, cuando los periodistas lo cuestionaron sobre el número de muertos, Bolsonaro contestó: "¿Y qué? ¿Quieren que yo haga" y profirió la frase "Yo no soy un enterrador", mientras se rehusaba a hablar.
A partir de entonces, mientras la velocidad de crecimiento de las muertes dibujaba un escenario macabro, el presidente siguió minimizando los efectos de la pandemia, impulsando la circulación normal de la gente en las calles y poniendo en duda las cifras.
Para empeorar las cosas, insiste en defender el uso de medicamentos sin pruebas científicas como forma de tratamiento contra la covid. Pero la enfermedad no tiene un tratamiento preventivo y ninguna de las sustancias mencionadas por el ultraderechista trata o previne el coronavirus.
Responsabilidad
A medida que el gobierno ha explicitado que no iba a seguir omitiendose en la lucha contra la covid-19, creció la percepción de que la gestión de Jair Bolsonaro debería responder por las muertes y el caos sanitario que se ha instalado en algunos lugares de Brasil.
En el Senado se ha solicitado la instalación de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre la actuación del Gobierno. El Tribunal Federal de Cuentas también exige detalles de las medidas para los próximos meses.
Una encuesta realizada por el Centro de Investigación y Estudios en Derecho Sanitario (Cepedisa) de la Facultad de Salud Pública (FSP) de la Universidad de São Paulo (USP), en colaboración con la ONG Conectas Derechos Humanos, concluyó que hubo una acción deliberada para impedir el combate al coronavirus.
La publicación periódica Informe Derechos en la Pandemia presentó un análisis de más de 3.000 decisiones del gobierno de Jair Bolsonaro sobre la pandemia. Se trata de leyes, medidas provisionales, decretos y otros mecanismos que, a pesar de la cantidad, no respondieron a las necesidades creadas por la crisis.
Además, juristas brasileños han presentado una denuncia penal ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra el presidente Jair Bolsonaro por delitos contra la salud pública, infracción de medidas sanitarias preventivas, uso irregular de fondos o ingresos públicos, prevaricación y peligro para la vida o la salud de terceros.
Vacunas
El jueves (25), el ministro de Salud de Brasil, Eduardo Pazuello, dijo que el ministério espera completar la vacunación de 170 millones de brasileños hasta el final de este año.
La cuenta excluye a las personas de hasta 18 años, las embarazadas, las personas con comorbilidades graves y los inmunodeprimidos. El ministro espera completar la mitad de este objetivo de vacunación para junio y afirma que, hasta ahora, se han distribuido más de 13 millones de dosis de la vacuna.
Para combatir los altos casos en el país, además de las vacunas, el ministério cita como estrategias la atención inmediata en las unidades básicas de salud y la estructuración de la capacidad en camas para la atención.
Edición: Leandro Melito