El legado de la campaña de vacunación implementada por el Sistema Único de Salud (SUS) en medio de la pandemia del virus H1N1, entre 2009 y 2010, debería ser utilizado como ejemplo por el gobierno de Jair Bolsonaro (sin partido) contra la actual pandemia del Covid-19. Así lo cree el diputado federal Alexandre Padilha (del Partido de los Trabajadores-PT), entonces ministro de Coordinación Política del Gobierno de Lula (PT) y que sería ministro de Salud entre 2011 y 2014.
En 2010, Brasil fue el país que más vacunó contra el H1N1 en el mundo a través del sistema público de salud. La gripe A fue considerada una pandemia mundial hasta agosto de ese año, y mató a 2.100 brasileños.
La inmunización contra el virus H1N1 comenzó en marzo de 2010 y estaba pensada para contener una "segunda ola" de casos de la enfermedad en otoño e invierno.
El Ministerio de Salud definió entonces cinco grupos prioritarios para la vacunación: indígenas, mujeres embarazadas, personas con enfermedades crónicas, niños entre seis meses y dos años y jóvenes entre 20 y 39 años. A diferencia del Covid-19, los ancianos no se consideraron un grupo de riesgo.
"Brasil tiene todas las condiciones financieras, institucionales y técnicas para hacer un gran plan de vacunación para todos y todas. Durante la pandemia de H1N1, fui ministro [de salud] del presidente Lula, y en 2010 se vacunaron más de 100 millones de personas. De ellas, 80 millones en sólo tres meses", señala Padilha.
"Tenemos instituciones públicas, tenemos tradición, tenemos el SUS, tenemos investigadores que saben de vacunas y tenemos todos los recursos necesarios. El problema es que el gobierno de Bolsonaro está en contra del programa nacional de inmunización", critica el ex ministro.
El año 2019, el primero bajo el gobierno de Bolsonaro, fue también el primero en el siglo en que Brasil no alcanzó la meta de vacunación infantil.
Si bien ha autorizado 20.000 millones de reales [moneda local] para la compra de vacunas, Bolsonaro continúa en un esfuerzo de contrapropaganda de la inmunización. Él mismo dijo que no tiene intención de vacunarse y, en octubre del último año, prometió que no permitiría la entrada de la "vacuna china" – forma peyorativa con la que se refiere al CoronaVac, que es producida por el Instituto Butantan, del estado de São Paulo, en asociación con el laboratório chino Sinovac.
Edición: Marina Duarte de Souza