Además de exportar minerales y productos agrícolas, Brasil ha sido un "proveedor" mundial de malos ejemplos. La desastrosa forma en que el gobierno de Jair Bolsonaro (sin partido) se ha enfrentado a la pandemia del nuevo coronavirus ha sido noticia en los principales periódicos internacionales. The New York Times, por ejemplo, publicó en la primera semana de marzo un artículo titulado "La crisis de la COVID-19 en Brasil es una alerta para el mundo entero".
El diario afirma que la pandemia "dejó un rastro de muerte y desesperación" en el país, y menciona las más de 300 mil muertes en el territorio nacional.
Esta muestra de falta de preparación liderada por Bolsonaro ha impactado la reputación del país incluso en el ámbito académico. "Mi percepción de Brasil, antes del actual presidente, era de un país en ascenso, de una nación que estaba armando su rompecabezas", dijo Karen Alter, profesora de Ciencias Políticas y Derecho en la Northwestern University, en entrevista al diario Brasil de Fato.
Según la docente, lo que se ve en la gestión de este jefe de gobierno es una lección "sobre el populismo y los líderes autoritarios, que se preocupan más por su propio poder y sus caprichos que por el país y su población".
Desde la prestigiosa Brown University, el profesor de Ciencias Políticas Patrick Heller manifestó críticas similares. "He dicho muchas veces que la pandemia es un examen físico del cuerpo social. Y por este patrón, el cuerpo social y, más específicamente, el cuerpo político de Brasil parece hoy absolutamente catastrófico", analizó el profesor.
Política externa
Las repercusiones de las fallas de la administración de Bolsonaro impactan al país de diferentes maneras. Brasil quedó fuera, por ejemplo, de la Cumbre del Clima promovida por las Naciones Unidas (ONU) y el presidente tampoco fue invitado a hablar en la Asamblea Mundial de la Salud, el evento principal de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Cuando se cuestiona la ciencia y la comunidad médica, se difunde tonterías sobre las vacunas, las máscaras y otras medidas de salud pública de sentido común y de repente se cambia de tono, esto socava cualquier confianza externa", afirmó Heller, explicando el movimiento internacional en relación a Brasil.
Según el profesor, el daño a la imagen brasileña podrá ser aún mayor. "En el corto plazo, la reputación brasileña está vinculada a la salud pública mundial (...) porque Brasil, al no haber respondido a la pandemia, no haber implementado medidas básicas y haberse quedado atrás en materia de vacunación, se ha convertido en terreno fértil para la pandemia. Cada nueva variante está descubriendo que Brasil es un entorno muy hospitalario para desarrollarse y, entonces, inevitablemente, los virus cada vez más infecciosos y peligrosos que aparecen en Brasil se volverán globales".
A pesar de los titulares negativos, Karen Alter recordó que, para los académicos realistas, el papel de un país está vinculado a su poder y su proyección de ese poder. "Hemos vivido lo mismo aquí con Donald Trump, que era un líder terrible y muchos creían que hundiría el país. Sin embargo, en última instancia, Estados Unidos sigue siendo una potencia militar y económica, y son estos pilares los que hacen del país una nación fuerte. Con el intercambio de poder, todo vuelve al equilibrio", dijo la politóloga.
¿Sucederá lo mismo en Brasil? "Bueno, todavía les quedan dos años más, y la pregunta ahora es: ¿cuánto daño puede hacer Jair Bolsonaro mientras tanto?", respondió.
Sin embargo, no es esta pregunta retórica lo que quita el sueño a esta profesora. "Tenemos que aprender qué lleva a líderes como ese al poder. ¿Por qué la población quiere a este presidente? ¿Y por qué la gente siguió apoyando a Bolsonaro?".
Según una encuesta del Instituto Datafolha, la tasa de reprobación del gobierno actual alcanzó el 44% en marzo. La valoración de su conducta durante la pandemia es aún peor: el 54% de los encuestados dijo estar insatisfecho con la gestión de esta crisis.
"La confianza internacional se puede reconstruir rápidamente. Durante unos 20 años, desde [Fernando Henrique] Cardoso hasta todo el periodo de [Dilma] Rousseff, la gente tuvo mucha confianza en Brasil. El país se expandió, creció y promovió una inclusión cada vez mayor, mientras seguía siendo increíblemente diverso, ruidoso y cacofónico. No tengo ninguna duda de que se puede volver a este lugar de confianza interna y externa, pero todo empieza con el voto".
El equipo del diario Brasil de Fato contactó a la Presidencia de la República brasileña para que comentaran las declaraciones de los investigadores, pero no obtuvo respuesta.
Edición: Camila Maciel