Los colonizadores son los mismos, pero ahora están montando la ola de internet. Las naciones imperialistas hacen de la tecnología una herramienta para la perpetuación del poder y repiten, en línea, las técnicas de exploración contadas en los libros de Historia.
“A este fenómeno lo llamamos ‘beta colonialismo’, y funciona a partir de la extracción de datos de nuestra vida social”, explicó Ulisses Mejias, profesor de Comunicación en la Universidad de Oswego y coautor del libro “El costo de la conexión”, escrito junto a Nick Couldry.
Según el investigador, aunque muchas personas piensan que es “exagerado” llamar a este fenómeno colonización, él defiende el uso de la palabra. “No es una metáfora, es intencional, porque es de hecho un proceso de colonización”.
Mejías considera, sin embargo, que existen diferencias importantes entre los procesos, especialmente en relación al tipo de violencia practicada. “Cuando comparamos el colonialismo antiguo y el nuevo, no podemos comparar todo al pie de la letra. En el ‘viejo’ proceso, vimos genocidio y esclavitud, lo que no necesariamente ocurre hoy”, señaló. Para el investigador, “son modos, contextos e intensidades diferentes, pero la colonización on y offline está en su función, que es despojar y extraer”.
Si bien el resultado es básicamente el mismo, el profesor advierte de los “síntomas” de este imperialismo 2.0. “Con los colonizadores invadiendo nuestra vida social, sentimos los efectos en nuestra salud mental, en la adicción que creamos a partir de estas tecnologías y en el sistema narcisista promovido por ellas. También lo vemos en la disociación cognitiva, con las noticias falsas que alteran nuestra percepción de la realidad”, dijo a Brasil de Fato.
Aunque varios países participan en estos ataques, Tanner Mirrlees, profesor de Comunicación y Estudios de Medios Digitales en la Ontario Tech University, ve a Estados Unidos como uno de los principales protagonistas de esta narrativa colonizadora. “El imperio estadounidense se sostiene hace mucho sobre tres pilares estructurales de poder: el ejército, la tecnología y la cultura popular”, explicó.
En su libro Global Entertainment Media: Entre Cultural Imperialism, el profesor indaga cómo la llamada GAFAM, grupo integrado por Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft, es crucial para el mantenimiento de las potencias estadounidenses. “El Silicon Valley alimenta nuestra fuerza económica, que a su vez proporciona poder militar, tecnológico y cultural”, dijo.
Para medir la relevancia de este poder, Mirrlees cuenta que, de las 161 corporaciones digitales en la lista de Forbes de 2000, casi la mitad tienen su sede en los Estados Unidos. “Las más grandes, Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft, son estadounidenses. Juntas impulsan el capitalismo digital y representan el 9% de todo el PIB [Producto Interno Bruto] de los Estados Unidos”.
El investigador, que es un crítico acérrimo del imperialismo en línea, pide cautela con respecto a las banderas asociadas al movimiento. “El ‘beta colonialismo’ puede suministrar tanto discursos alineados a derecha como a izquierda, por lo que es necesario estar muy atento a los matices del proceso”, concluyó.
Este cuidado, para Joseph O. Boyd-Barrett, profesor de Comunicación en la Universidad Estadual de California Channel Island, tiene que desbordar las redes sociales e invadir todas las fuentes de información. “Los llamados ‘países del Sur’ dependen de organizaciones radicadas en el Norte para obtener información sobre el mundo, pero también para productos de entretenimiento”, señaló.
El profesor reconoce que los medios brasileños tienen mucha fuerza propia, pero llama atención para el origen del recorte que utilizan. “La imagen del mundo que está recibiendo la gente en Brasil es una imagen que ha sido recopilada por organizaciones como Reuters o AP [Associated Press] las cuales, por supuesto, tienen su sede en Estados Unidos”.
Combatir un proceso de colonización tan largo como este no es fácil, sobre todo porque internet está en manos de corporaciones, que son capaces de manipular el sentimiento social con cierta facilidad. Boyd-Barrett defiende como forma de “combate” la conexión directa y con voces plurales.
Edición: Camila Maciel