El año electoral apenas ha comenzado y las comparaciones entre el actual presidente Jair Bolsonaro y el expresidente Lula, los dos principales opositores en la disputa presidencial de octubre, pronto aparecieron en los medios de comunicación del país.
En las redes sociales, justo en el cambio de año, se destacó un editorial del diario O Estado de S. Paulo, en el que se señalaban supuestas similitudes entre los dos políticos.
"Uno de los aspectos más perversos del parecido entre Lula y Bolsonaro es la forma en que tratan a las clases más pobres. Como miden todo por interés electoral, la vulnerabilidad social, en lugar de ser afrontada responsablemente, se utiliza como oportunidad electoral. Para los populistas, la autonomía del ciudadano es un obstáculo para el establecimiento de su proyecto de poder", dice un fragmento del texto.
Académicos y especialistas consultados por Brasil de Fato condenan cualquier tipo de comparación entre Lula y Bolsonaro. Según ellos, los paralelos establecidos para acercar a los dos precandidatos son frágiles e no se sostienen.
En las encuestas electorales, Lula tiene una gran ventaja sobre Bolsonaro. En algunos estudios aparece con posibilidad de ganar en la 1ª vuelta. Los entrevistados señalaron que la comparación entre el comportamiento de los dos es una de las estrategias de la llamada "tercera vía".
El sociólogo Wescrey Pereira, doctorando en el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), enumeró los principales episodios en los que se ha puesto a prueba la postura democrática de Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) desde finales de la dictadura militar brasileña (1964-1985).
"En 2002, existía ese viejo debate sobre si la democracia brasileña sería sólida al hacer la transición entre dos proyectos diferentes. Del proyecto de Fernando Henrique Cardoso, que era el partido del orden, hacia Lula. Y la democracia en el país demostró ser estable, siempre respetando las reglas del juego", dijo.
"Lula incluso abdicó de presentar un programa político más radical en el sentido de enfrentar la política macroeconómica, dando señales importantes al mercado, al sector productivo brasileño, sin tomar una postura radical. Fue un gobierno en el marco de este modelo de democracia que vivimos".
Pereira señala que las posiciones del PT frente al golpe contra la presidenta Dilma Rousseff, en 2016, e da prisão de Lula, en 2018, son una prueba de que el partido no defiende ningún tipo de ruptura democrática.
"Cuando, en 2016, se da el golpe -y eso que es un golpe que rompe con la democracia, es un golpe político importante- el PT aún así respetó las reglas del juego que se establecieron", dijo.
"Lula fue detenido y aun así respetó las reglas del juego, aunque no estaba de acuerdo con lo que se estaba proponiendo en ese momento. Creo que eso coloca a Lula como un demócrata de un partido que respeta la democracia", declaró.
Respecto a Bolsonaro, Pereira señala que el hecho de que el presidente defienda la dictadura militar, que haga referencias a figuras como el coronel torturador Brilhante Ustra, y que haga amenazas al resultado de las elecciones democráticas son una prueba evidente de su falta de respeto a la democracia.
Milton Alves, columnista de Brasil de Fato y autor del libro A Política Além da Notícia: Guerra Declarada contra Lula e o PT (2019), señala que la comparación entre los dos precandidatos está patrocinada por algunos de los grandes medios de comunicación.
"Este debate lo plantean algunos sectores de la prensa, en particular la prensa que llamo de 'golpista', la Red Globo, Folha de S. Paulo, Estadão [O Estado de S. Paulo], que durante las elecciones de 2018 habló de una 'decisión difícil' entre Fernando Haddad [candidato del PT] y Jair Bolsonaro. Y ahora están intentando generar esta simetría entre Lula y Bolsonaro. Nada más falso y alejado de la realidad", dijo Alves.
"Este es un intento más para intentar descalificar al PT y continuar la campaña mediática contra el PT y contra Lula. Así es como veo este intento de comparación. Falsificar la realidad y tratar de equiparar a Lula y Bolsonaro es intentar empañar sus trayectorias opuestas".
"Decir que tienen el mismo comportamiento político es un intento de la llamada 'tercera vía', que tiene grandes dificultades para encontrar su camino", concluyó el escritor.
A partir de las entrevistas, Brasil de Fato enumeró los principales argumentos utilizados por los especialistas para contrarrestar el argumento de que existe alguna similitud entre los dos precandidatos.
Lea los 7 hechos:
1) Lula nunca desacreditó el proceso electoral; Bolsonaro ataca las máquinas de votación electrónica. Desde finales de la década de 1970, Lula ha participado como candidato o activista del PT en las elecciones. En ninguna de ellas cuestionó el resultado, amenazó con no cumplir con las decisiones de la Justicia Electoral o desacreditó la confiabilidad del proceso electoral. En los últimos años, Bolsonaro se ha destacado por su ataque a las urnas de votación y a la democracia. Está siendo investigado por la Justicia por ataques perpetrados contra el proceso democrático brasileño.
2) Lula nunca defendió la dictadura militar; Bolsonaro es un partidario declarado del régimen. Lula fue incluso encarcelado en los últimos años de la dictadura militar brasileña, por sus actividades sindicales en la llamada región del ABC, en la Gran São Paulo. Bolsonaro es un partidario declarado de la tortura y otras formas de violencia practicadas por los militares en el país desde 1964 hasta 1985. En su voto a favor del juicio político de la expresidenta Dilma, rindió homenaje al hombre que la torturó, el Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra.
3) Lula siempre ha cumplido con las decisiones judiciales; Bolsonaro desafía al Poder Judicial. En el apogeo de la Operación Lava Jato, cuando fue sometido a una "conducción coercitiva" en 2017, y luego detenido en 2018, Lula cumplió con las decisiones judiciales. Rechazó las invitaciones para solicitar asilo en embajadas o salir del país. Todas sus consultas se realizaron en forma de apelaciones y dentro del debido proceso legal. Bolsonaro ha atacado repetidamente al STF y al Poder Judicial.
4) Lula amplió la participación social; Bolsonaro extinguió los consejos populares. En su gobierno, Lula creó decenas de consejos y órganos de representación de la sociedad civil para la elaboración de políticas públicas. Esta medida fue valorada por organismos internacionales por incentivar la participación ciudadana. En uno de sus primeros actos como presidente, Bolsonaro firmó un decreto en un intento por extinguir los mecanismos de acción y control de la sociedad en el Poder Ejecutivo.
5) Lula creó mecanismos de transparencia; Bolsonaro apuesta por el secreto. Los gobiernos del PT lograron grandes avances en materia de transparencia pública, con la creación del Portal de Transparencia en el gobierno de Lula y la promulgación de la Ley de Acceso a la Información (LAI) durante el gobierno de Dilma. El gobierno de Bolsonaro, por su parte, ha clasificado una cantidad cada vez mayor de documentos públicos como confidenciales y ha precarizado el cumplimiento de los pedidos de acceso vía LAI y las solicitudes a la Defensoría del Pueblo.
6) Lula nunca intentó politizar las fuerzas de seguridad pública; Bolsonaro incita a los policías. La relación de Lula con las fuerzas policiales a nivel federal y estadual siempre ha estado desprovista de contenido político. El gobierno de Bolsonaro tiene una fuerte relación con policías militares y agentes de las Fuerzas Armadas. Tiene el récord de nombramiento de agentes de seguridad pública en cargos comisionados en el Poder Ejecutivo federal. En las manifestaciones del 7 de septiembre, el presidente celebró el apoyo de los agentes uniformados compartiendo videos en las redes sociales.
7) Lula implementó políticas populares de transferencia de ingresos; Bolsonaro hizo políticas populistas. La creación de los programas Fome Zero y Bolsa Família, durante la gestión de Lula, estuvo marcada por una importante reducción de la pobreza y la desigualdad en el país. La decisión de Bolsonaro de extinguir el Bolsa Família y reemplazarlo por el programa Auxílio Brasil, que tiene un plazo de ejecución solo hasta fines de 2022, tiene un sesgo electoral y puede calificarse de populista.
Edición: Leandro Melito