Angela Vieira es, como ella misma dice, "nacida y criada" en Barcarena, una ciudad en el noreste del estado de Pará. A sus 63 años, recuerda las transformaciones que hicieron de la ciudad un polo industrial en la década de 1970. De niña, vivió donde hoy se encuentra la minera multinacional noruega Norsk Hydro.
Cuando Albras (la mayor productora de aluminio primario de Brasil) y la refinería Alunorte se instalaron en la región, en 1985 y 1995, respectivamente, pertenecían a la compañía Vale. Luego Hydro adquirió ambas empresas en 2011. "Cuando fuimos desalojadas, 584 familias, fue Vale la que nos indemnizó", se corrige rápidamente: "no nos indemnizó". Y explica: "engañaba a la gente con un pequeño terreno y le daba a cada familia una parcela de 10m x 60m", recuerda Vieira.
La lucha de las comunidades ribereñas, indígenas y quilombolas (comunidades descendientes de los focos de resistencia negra en el período colonial) de Barcarena por tierras y agua limpias ganó repercusión internacional cuando, en 2018, el desbordamiento de la presa de residuos DRS2 de la minera Hydro inundó la zona con aguas lodosas y tóxicas de bauxita, un grupo de óxidos con altos contenidos de aluminio.
Hasta el día de hoy, algunas de las familias afectadas solo tienen acceso a agua no contaminada gracias a un Término de Ajuste de Conducta (TAC) firmado entre el Ministerio Público Federal e Hydro. El acuerdo obliga a la empresa a suministrar camiones cisterna y agua mineral para beber y utilizar.
"Eso después de que cerramos las calles, hicimos actos en la puerta de la empresa", recuerda Vieira. "Pero nunca prohibieron el uso de la playa, nada". Una habitante del barrio de Villa Nueva solo recibió agua potable durante cinco meses. "Seguimos sufriendo en la comunidad: nuestras tierras, nuestra cuenca, todo está impactado", lamenta.
Por eso, Barcarena es catalogada como uno de los lugares emblemáticos de las disputas por el agua que se han incrementado en las regiones del Norte y Noreste del país, según la publicación anual de la Comisión para la Pastoral de la Tierra (CPT) sobre Conflictos en el Campo divulgada el pasado lunes 18.
Disputas por el agua en Brasil
Según la CPT, entre 2020 y 2021 los conflictos por los recursos hídricos en el Norte del país aumentaron un 18% y el número de familias involucradas, un 54%. En el Nordeste, los casos aumentaron un 41%.
El crecimiento en las dos regiones está desfasado, con una ligera caída en la acumulación de disputas por el agua a escala nacional. En 2020 se registraron 350 conflictos de este tipo en el país. El año pasado fueron 304.
De estos episodios, el 30% fueron causados por empresas mineras internacionales; 19% por empresas nacionales; 14% por agricultores; 10% por instalaciones hidroeléctricas; 9% por entidades gubernamentales y un 8% por el trabajo de mineros clandestinos.
"Al mismo tiempo que los sectores empresariales confluyen en la responsabilidad directa de más del 80% de los casos de conflicto por el agua, no es excluyente la participación directa o indirecta del Estado, que debe garantizar que el agua sea respetada en su imperativo legal de bien público y derechos humanos", cuestiona el texto analítico de la publicación de la CPT, firmada por Maiana Teixeira y Talita Montezuma.
Minería legal y clandestina en el Norte y Nordeste brasileños
Maranhão fue el estado que registró, según la encuesta de la CPT, el mayor incremento de disputas por el agua: entre 2020 y 2021 aumentaron un 830%. En Bahía, el crecimiento fue del 208%.
En el estado de Bahía, las actividades mineras en la cuenca del río San Francisco fueron las responsables por el aumento de la tasa. La empresa que lidera la apropiación de los recursos hídricos en la región es Bahia Mineração (Bamin), con el Proyecto Pedra de Ferro en los municipios de Caetité y Pindaí.
"Algunos estados tuvieron un número reducido de conflictos y en 2021 adquirieron relevancia", destaca Isolete Wichinieski, de la coordinación nacional del CPT. "Un ejemplo es Roraima, que en 2020 no aparecía y surge ahora principalmente por la explotación minera en las tierras indígenas Yanomami".
Pará es el segundo estado de Brasil con más enfrentamientos por los recursos hídricos y ha registrado un aumento del 52%. En Barcarena y Abaetuba, Angela Vieira es una de las 120 mil personas de 112 comunidades ribereñas afectadas por las acciones de la empresa minera Hydro.
Según el informe de la CPT, entre las comunidades tradicionales que conforman la población más afectada por las disputas por el agua se encuentran, en ese orden, los pueblos ribereños, indígenas y quilombolas.
Mercancía vs. bien común
Caracterizados por la abogada de la CPT Andréia Silvério como "delitos ambientales de dimensión inconmensurable", las rupturas de las represas de Vale en Mariana, en 2015, y Brumadinho, en 2019, (ambas en el estado de Minas Gerais) "protagonizaron los conflictos por el agua en Brasil".
Según ella, los levantamientos realizados contra la entidad en los años siguientes llevaron a la CPT a Minas Gerais, "precisamente por la situación de las comunidades que dependían de las actividades en los ríos que fueron impactados".
A partir de 2021, explica Silvério, la mayoría de los conflictos por el agua fueron identificados en la región Norte. "Esto está relacionado con la actividad minera clandestina, pero no solamente con ella. La minería autorizada y legalizada por el Estado hace un uso cuantitativo del agua que asusta. Y sabemos que la minería se coloca como una bandera que sustenta a la economía brasileña", critica.
"Las empresas mineras como Vale, Samarco, Hydro tienen una responsabilidad inmensa en la apropiación de los lugares donde las comunidades tienen acceso al agua", afirma.
Las resistencias a este proceso también fueron mapeadas en la publicación de la CPT. En 2021, la entidad registró 53 manifestaciones públicas populares de quejas y reclamos relacionados con empresas mineras. Cerca de la mitad de ellas tuvo lugar en Minas Gerais.
"Es una gran disputa entre el agua como mercancía y el agua como bien común", resume Wichinieski. "Hay explotación, captura, mercantilización y contaminación del agua. Y también están quienes se ponen en lucha a partir de sus saberes y vivencias. Son los guardianes del agua".
Edición: Felipe Mendes