La oficialización de Braga Netto como candidato a vicepresidente en la fórmula de Jair Bolsonaro, el pasado domingo 24, profundizó las diferencias de su candidatura en relación a la del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. Así lo evalúan los politólogos y analistas del proceso electoral brasileño, que comentan las diferencias estratégicas del candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en la elección de su vice -un Geraldo Alckmin "renovado"- y otros factores que contribuyen al liderazgo de Lula en las encuestas.
El general Walter Braga Netto pasó de ser un interviniente en la seguridad de Río de Janeiro a ser candidato a vicepresidente de Jair Bolsonaro en la boleta de estas elecciones; un ascenso político que coincide con las aspiraciones de los militares a cargos más altos en el gobierno federal.
Este vínculo, tan celebrado por el presidente y candidato a la reelección, se pondrá a prueba en las elecciones de este año, a través de una "fórmula pura" entre candidatos de un mismo partido, en este caso el Partido Liberal. Los efectos de esta decisión aún se probarán en futuros sondeos de intención de voto, pero ya están sujetos a interpretación.
"Este es el mensaje: ¿nos vamos a meter con las Fuerzas Armadas si nos metemos con Bolsonaro? Entonces es otro de estos signos de este golpe continuo que estamos viviendo", afirma la politóloga Rosemary Segurado, profesora de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), quien también advierte: "Los golpes de hoy no son como en los años 1960 y 1970, con tanques en la calle. Ocurren dentro de las instituciones, como lo viene haciendo Bolsonaro desde el primer día de su gobierno".
Renato Barbosa de Souza, profesor de Ciencias de la Información de la Universidad de Brasilia (UnB), también se suma a la inevitable comparación entre los rumbos de las campañas de los dos principales candidatos en las elecciones de este año en Brasil. "Creo que es una señal de compromiso del actual presidente con los militares, que busca rodearse de apoyo militar para representar la fuerza. En cuanto a Lula, vemos un intento de ampliar la base de apoyo", evalúa.
La sintonía entre exrivales causó sorpresa
La estrategia del líder del PT va precisamente en contra de la opción "casera" de Bolsonaro. Además de evitar los discursos de odio, retomando la imagen de "paz y amor", Lula busca presentarse como un constructor de puentes y una vía conciliadora, con el fin de frenar la división social agudizada desde el ascenso de la extrema derecha al poder.
Por eso, a mediados de marzo, con mucha antelación, el Partido de los Trabajadores ya había confirmado su opción por el exgobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, para ser vicepresidente de Lula. Un guiño a sectores más conservadores y de derecha, que se encontraron en el interés común de defender la democracia y decidieron superar choques históricos e incluso la disputa electoral de 2006.
Alckmin, quien siempre ha sido un acérrimo crítico del PT, también mostró una flexibilidad considerada sorprendente, transformando su imagen y sus discursos tras unirse al Partido Socialista Brasileño (PSB). Este viernes 29, durante la convención nacional de su partido y junto a Lula, volvió a mostrar sintonía con las ideas de quien empezó a tratar como "compañero".
"Es un día para demostrar que estamos unidos, firmes y decididos, para sacar a Brasil del fanatismo político, de la ruinosa política económica que volvió a poner a Brasil en el mapa del hambre, que trajo de vuelta la inflación, que empobreció", dijo Alckmin, ante un auditorio lleno de apoyadores en Brasilia.
Para Segurado, hay cierta "química" entre los dos políticos que se nota cuando están juntos y también cuando Alckmin hace apariciones en solitario. "Y parece que Alckmin está muy cómodo en este rol en el partido socialista [risas], con un perfil un poco más radical que su trayectoria política, más conservadora. Los conflictos internos fueron acomodados o resueltos, en fin, no hay ningún problema interno aparente", dice.
Las candidaturas de tercera vía se deslizan y pueden fusionarse
En los últimos días, Lula ha buscado ampliar aún más su base de apoyo en busca de una victoria en la primera vuelta. Se está negociando con Unión Brasil (UB), partido que se forjó a partir de la fusión de los conservadores Demócratas y Partido Social Liberal, con la vista puesta en el retiro de la candidatura de Luciano Bivar (UB - Pernambuco) a la presidencia. A cambio, el PT en el estado de Pernambuco, con la ayuda del expresidente, haría gestiones para viabilizar la reelección de Bivar al cargo de diputado federal.
Otro elemento que surgió en las noticias en beneficio de la campaña de Lula fue la publicación de una carta en defensa de la democracia, que desde el martes 26 ya recibió más de 400 mil firmas, incluidos nombres de influyentes banqueros y empresarios. Ante este nuevo revés, Bolsonaro se burló del movimiento y se declaró demócrata.
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A favor de ambos candidatos pesa la indefinición de las candidaturas a la vicepresidencia en las fórmulas de Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista) y Simone Tebet (Movimiento Democrático Brasileño). Con candidaturas ya oficializadas por sus respectivos partidos y visibles dificultades para atraer nombres fuertes, Ciro dio declaraciones elogiando la posibilidad de que Tebet, quien es senadora en el estado de Mato Grosso, se embarque en su campaña como vice.
Cierta dificultad para crear un "hecho nuevo", que se refleja en la estabilidad de las intenciones de voto, podría ser una señal para que Bolsonaro se concentre en su base más fiel. "De alguna manera, es una lectura correcta, porque las encuestas muestran que solo un 4% o un 5% están indecisos. Entonces hay un límite para expandirse y el escenario está bien consolidado, cerca del 80%, tanto para Lula como para Bolsonaro", proyecta Rosemary Segurado.
En este caso, el aproximadamente 8% de las intenciones de voto de Ciro Gomes todavía podría ser disputado por Bolsonaro. "Pero no creo que recibirá estos votos, incluso con todo el esfuerzo que ha hecho Ciro para competir con Lula, de quien llegó a ser ministro", añade.
El peligro puede morar en el palacio de al lado
Desde que Michel Temer actuó como una pieza clave en la trama que derrocó a Dilma Rousseff, en 2016, el cargo de vice también ha ganado tonos de amenaza. Antes el cargo se asociaba al de consejero o interlocutor con sectores estratégicos, como Marco Maciel lo fue para Fernando Henrique Cardoso dentro del Congreso, y José de Alencar lo fue para Lula con los empresarios en su primer mandato, por ejemplo.
Según la Constitución brasileña, corresponde al vicepresidente reemplazar al presidente en caso de viajes, enfermedades y situaciones extremas como muerte y juicio político, además de ser llamado a misiones especiales. La socióloga Fernanda Sobral, vicepresidenta de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), cree que los acuerdos deben ser claros.
"El rol de vicepresidente es muy importante. Puede quedarse detrás de escena, aparecer mucho menos que el presidente, esto es normal, pero influye en el presidente. Este es el lado bueno. Ahora, en cambio, está ese vicepresidente que entra en conflicto con el presidente y, por eso, es tan importante que se comprometan con el programa electoral y que lo sigan", explica.
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Aunque admite que se desconoce el papel que tendría Braga Netto en el gobierno, en una eventual reelección, Rosemary Segurado cree que puede funcionar como un "freno de limpieza" interno. Ya en una victoria de Lula, cree que Alckmin puede recibir algunas asignaciones. "Conociendo el perfil de Lula, que es diferente al de Dilma, creo que puede fomentar responsabilidades similares a las que le dio a José de Alencar, como mantener el diálogo con la élite y el capital financiero", pronostica.
Rodrigo Rollemberg (Partido Socialista Brasileño), exgobernador del Distrito Federal, también cree que Alckmin cultivó experiencias al mando del estado más rico del país, que lo hacen "más que decorativo". "Él puede ayudar a mediar, ayudar a gobernar, crear relaciones con el Congreso Nacional, con instituciones de la sociedad civil y con empresarios", afirma.
Edición: Flávia Chacon