Lanzado a la Presidencia de Brasil por primera vez en 2018, tras 27 años de vida parlamentaria, el personaje político Jair Bolsonaro, que ahora busca la reelección, trae un discurso que encuentra similitudes en el de cuatro años atrás, pero que también evoca algunas diferencias.
Conocido por su discurso antisistema, el mandatario, que llegó al poder hace casi cuatro años cargado de una encendida retórica contra la corrupción y de ácidos ataques a los parlamentarios de centro, tiene ahora a este segmento como un importante garante político de su actual campaña.
Esta identificación entre el líder extremista y el llamado "Centrão" quedó evidente durante el evento que confirmó la candidatura de Bolsonaro a la reelección, el domingo 24, en la ciudad de Río de Janeiro.
El presidente de la Cámara, Arthur Lira (Partido Progresista - Alagoas), y el ministro de la Casa Civil, Ciro Nogueira, presidente licenciado de los Progresistas, fueron algunos de los protagonistas del acto, que reunió también a ministros y exministros de la actual gestión, entre otros nombres. Los dos políticos están entre los principales líderes del Centrão, un grupo que reúne a partidos de la derecha liberal y fisiológica que comandan el Congreso brasileño.
Según el politólogo Paulo Niccoli Ramirez, profesor de la Fundación Escuela de Sociología y Política de São Paulo (FESPSP), a pesar del discurso antisistema, Bolsonaro "se dio cuenta de que no tiene la fuerza ni el apoyo suficientes para dar un golpe de Estado", como sugirió diversas veces que haría. Como resultado, el mandatario terminó cediendo y participando en el ajedrez que hace mucho domina la lógica de la política institucional en Brasil.
"El presidente aprendió a jugar con las reglas, o sea, a través de una mayoría en el Congreso. Este grupo, históricamente, desde la proclamación de la República, está formado por una mayoría de terratenientes, una élite conservadora y reaccionaria que forma el Centrão", señala Ramirez.
Al mirar hacia el pasado, es posible identificar una serie de manifestaciones de Bolsonaro contra la línea de acción de los políticos del Centrão. En mayo de 2018, por ejemplo, llegó a decir que el término que designa al grupo sería sinónimo de "insulto".
En otro momento, en junio del mismo año, el entonces diputado federal se burló, vía Twitter, al afirmar que el Centrão estaría en contra de su candidatura "en nombre del patriotismo y la ética".
- O Centrão, em nome do ""patriotismo e da "ética", contra Jair Bolsonaro.
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) June 15, 2018
- Tudo não passa de desespero ante a possibilidade de serem apeados do Poder. pic.twitter.com/gxcaaqbKMf
"Su postura antiinstitucional se mantiene. La diferencia es que ahora tiene el apoyo de una parte importante del Congreso", observa el profesor Pablo Holmes, del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia (IPOL/UNB).
Mientras presenta hoy, en 2022, un discurso más frágil para combatir la corrupción, Bolsonaro también busca ganarse la simpatía de grupos con los que nunca coqueteó en otras campañas, sobre todo en 2018.
"Hoy trata de acercarse un poco más tanto al electorado nordestino como al femenino, que era algo que no se proponía hacer antes. Sin duda, es la tarea más difícil que tendrá", comenta el politólogo, al repasar los números de las últimas encuestas de opinión.
Los sondeos muestran que Bolsonaro tiene una amplia desventaja en estos dos segmentos. Entre los votantes de la región nordeste, el panorama es desalentador para el actual mandatario: una encuesta de PoderData publicada el 12 de julio mostró que Bolsonaro perdería del 62% al 28% frente a Lula en una eventual segunda vuelta, específicamente entre la población del nordeste. Según el estudio, esta es la única de las cinco regiones donde se consolida el marco electoral en favor del candidato del Partido de los Trabajadores (PT).
El presidente tiene una postura históricamente de prejuicios contra los nordestinos y ha realizado diferentes gestos en este sentido. Antes y después de las elecciones de 2018, se refirió a las personas del estado nordestino de Ceará como "cabezones", por ejemplo.
En el momento actual, el excapitán intenta suavizar el discurso dirigido al público del nordeste para captar votos en la región. En una visita a Salvador (Bahía) a principios de este mes, Bolsonaro dijo que "el nordeste es una parte muy importante de nuestro Brasil" y que "somos un solo pueblo, una sola raza".
Electorado femenino
Mientras tanto, mirando otro segmento, la última encuesta de BTG Pactual, difundida el lunes 25, muestra que entre las mujeres, el presidente tiene el apoyo de solo el 24% del grupo. Ya el candidato del PT, Luiz Inácio Lula da Silva, que está por delante del excapitán en todas las encuestas y por lo tanto es su principal oponente, tiene el 46% de las intenciones de voto del grupo.
Fue precisamente el segmento de mujeres el que, en 2018, se movilizó de manera organizada y salió a la calle, antes de las elecciones de ese año, en más de 100 ciudades del país en protestas marcadas por la conocida consigna "Ele, não" ("Él, no"), en alusión a un voto "antiBolsonaro".
Contra este sector de la población también se plantó el actual presidente de la República en distintos momentos de su mandato, como en octubre de 2021, cuando vetó la distribución gratuita de toallas higiénicas a las mujeres pobres.
La política fue aprobada por el Congreso y convertida en Ley N° 14.214, cuyos vetos fueron posteriormente revocados por diputados y senadores en marzo de este año. A esto se suma un conjunto de declaraciones y posturas de carácter sexista y machista de parte del presidente a lo largo de estos tres años y medio de gobierno. En abril de 2019, por ejemplo, Bolsonaro llegó a hacer apología al turismo sexual al decir que "cualquiera que quiera venir aquí a tener sexo con una mujer, siéntase libre".
El guiño generó una cascada de reacciones críticas, como ha ocurrido con otras declaraciones de este tipo. Un ejemplo fue el episodio en el que el jefe del Ejecutivo ofendió a la periodista Patrícia Campos Mello, del diario Folha de S. Paulo, sugiriendo que ella había tenido relaciones sexuales a cambio de información para un reportaje relacionado con Hans River do Rio Nascimento, ex empleado de la empresa Yacows, investigada por la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación (CPI) de las Fake News, en el Congreso.
"Ella [Patrícia] quería un 'furo' [jerga brasileña para 'primicia' que literalmente se traduce como 'agujero']. Quería un 'furo' a toda costa contra mí", dijo Bolsonaro en febrero de 2020, en una alusión a la idea de penetración sexual. El excapitán fue condenado a pagar 20 mil reales (aprox. 3700 USD) a la periodista por daños morales. Es en este mismo escenario que el presidente brasileño busca la reelección y ahora hace guiños al electorado femenino, tratando de conquistarlo en la campaña.
"¿Y por qué en 2018 no estaban tan preocupados por hacer esto? Porque hubo un momento ahí, más o menos concomitante con las manifestaciones del 'Ele, não', en el que Bolsonaro empezó a crecer. Así que no estaban preocupados por eso. Ahora, que están viendo que Lula sigue con una ventaja muy grande, Bolsonaro está tratando de apaciguar su propia imagen frente al público femenino", observa el politólogo Thiago Trindade, del IPL/UNB.
Más rechazo
En este contexto, el Bolsonaro de 2022 enfrenta el desafío de lidiar con el avance del rechazo a su nombre. "Algo que llama la atención hoy es que el movimiento antiBolsonaro ahora es más grande que el antiPT, y eso naturalmente lo pone en una posición muy difícil", identifica el profesor Pablo Holmes, del IPOL/UNB.
Una encuesta de Datafolha de mayo de este año mostró que el excapitán es el más rechazado entre todos los precandidatos: el 54% del electorado descarta la posibilidad de votar por la continuidad de la gestión. Al paso que Lula tiene una tasa de rechazo del 33%, manteniéndose dentro del nivel histórico que su partido ha ocupado en las últimas elecciones.
Pablo Holmes analiza que Bolsonaro sigue siendo un personaje político de comportamiento predecible, pero ahora en un ambiente más árido que el que encontró en las elecciones de 2018.
Con un gobierno marcado por escándalos de corrupción, el mal manejo de la pandemia, el negacionismo con el que abordó la agenda COVID-19 y, entre otros ejemplos, por el polémico "presupuesto secreto", que riega políticas definidas a partir de decisiones coordinadas mayoritariamente por el Centrão, el presidente que en 2022 intenta atraer a nordestinos y a mujeres a su masa de electores encuentra un escenario nacional menos favorable que el que tenía para su figura hace cuatro años.
"El gobierno vivió crisis tras crisis y, después de eso, siguió creando nuevas crisis: crisis contra el STF [Supremo Tribunal Federal], contra la Justicia Electoral, contra las urnas, contra Petrobras, contra Estados Unidos, contra Francia. Es un gobierno que produce muchas crisis, y las cosas solo han empeorado. Estos factores cuentan, porque hay un caos permanente en el país y él no logra generar estabilidad. Este es el Bolsonaro que veo hoy", describe Holmes.
Edición: Rodrigo Durão Coelho