Verde y amarilla

La camiseta de Brasil era un símbolo de Bolsonaro: así es como el Mundial está cambiando eso

Muchos progresistas —incluido el presidente electo Lula— sacaron sus polvorientas camisetas amarillas de sus armarios

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La camiseta amarilla de la selección brasileña de fútbol se convirtió en los últimos años en un símbolo de Bolsonaro - Frank Fife / AFP

Como muchos otros líderes extremistas y autoritarios antes que él, el futuro expresidente brasileño Jair Bolsonaro se aprovechó de los símbolos nacionales durante su ascenso al poder y trató de hacerlos suyos.

La camiseta del fútbol nacional es un buen ejemplo. Durante años, muchos brasileños evitaron usar la famosa camiseta amarilla debido a su asociación con Bolsonaro y la política de ultraderecha.

Sin embargo, eso puede estar comenzando a cambiar gracias a los partidos de Brasil en la Copa Mundial y a quienes representan al equipo actual. Los jugadores provienen de diferentes regiones, credos y posiciones políticas del país. Jugadores centrales como Neymar Jr., Richarlison y Vinicius Jr. tienen perspectivas políticas muy distintas. El primero apoya abiertamente a Bolsonaro, los otros dos son vistos como personas de mente abierta. Richarlison, cuyo gol acrobático captó la atención del mundo, es famoso por su postura política progresista dentro y fuera de la cancha. El delantero hizo declaraciones sobre la muerte de George Floyd, contra la quema de la selva amazónica y defiende la vacunación contra la COVID-19. Vinicius jr. también se considera progresista y ha adoptado una postura muy firme contra el racismo.

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Por lo tanto, el equipo atraviesa todo tipo de divisiones y podría reunir a fanáticos de todo Brasil, con diferentes orígenes políticos, por primera vez en mucho tiempo.

Bolsonaro buscó polarizar a la nación durante sus años en el poder, según muchos comentaristas, usando una retórica de confrontación y teorías de conspiración.

La pregunta es si el desempeño de Brasil en el Mundial podrá curar alguna de esas divisiones a medida que la nación avanza hacia la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente el 1 de enero. En su primer partido, la impresionante actuación de Brasil contra Serbia confirmó el alto nivel de su fútbol y sacó multitudes a las calles de todo el país.

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Durante el juego, muchos progresistas —incluido el presidente electo Lula— sacaron sus polvorientas camisetas amarillas de sus armarios.

Yo estaba en las calles de Belo Horizonte (en el estado de Minas Gerais) con amigos durante el partido contra Serbia. Después de la victoria de Brasil, la multitud a mi alrededor —la mayoría con la camiseta de la selección nacional— estalló y cantó canciones de apoyo a Lula.

La adhesión a la camiseta amarilla pareció crecer durante el partido de Brasil contra Suiza. Lula y miembros del gobierno de transición volvieron a vestirla mientras miraban el partido desde Brasilia.

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Mientras Lula miraba el partido en Brasilia y Eduardo Bolsonaro lo hacía en Doha, la capital de Qatar, fui a la casa de la familia de un amigo en Belo Horizonte. Las calles estaban llenas de gente que vestía la camiseta de la selección nacional de fútbol. De camino a casa, vi gente celebrando, cantando y tocando samba. A diferencia de los últimos años, la camiseta amarilla estaba por todas partes.

La historia de la camiseta de Brasil

La camiseta de fútbol es un símbolo importante en Brasil, debido a la relevancia del fútbol en nuestra cultura. El nuevo gobierno cree que el Mundial representa una valiosa oportunidad para recuperar la camiseta de la selección y otros símbolos nacionales.

Antes de que Bolsonaro asumiera el poder, la camiseta de la selección, como la bandera nacional, se usó por primera vez en protestas contra el Partido de los Trabajadores por sectores descontentos de la población, en 2013.

En los últimos años, los apoyadores de Bolsonaro han utilizado la camiseta y la bandera de Brasil en marchas por todo el país. Argumentaban que estaban “recuperando el país” y que la bandera brasileña “nunca será roja”, en referencia a una imaginada amenaza comunista. Solo durante y después de las recientes elecciones presidenciales estos símbolos comenzaron a ser “recuperados” por el nuevo gobierno.

Una tendencia similar a “apropiarse” de los símbolos patrios se observó durante la administración del expresidente estadounidense Donald Trump y los líderes del movimiento Brexit en el Reino Unido. Al igual que Bolsonaro en Brasil, miembros de ambos grupos trataron de capturar símbolos nacionales, incluidas banderas, y prometieron “recuperar” sus países.

El próximo paso de Bolsonaro

Tras su derrota en las elecciones presidenciales de 2022, Bolsonaro rara vez salió de su residencia oficial y ni siquiera mencionó ver la Copa Mundial. En las últimas semanas, el presidente enfrentó una serie de derrotas políticas, legales y simbólicas.

Algunos de los principales aliados políticos del mandatario en el Congreso comienzan a apoyar a Lula. El presidente también enfrenta varios desafíos en los tribunales electorales. Más recientemente, su partido político perdió su última oportunidad de reclamo de impugnación de los resultados electorales en el Tribunal Superior Electoral. El tribunal multó al partido con 22,9 millones de reales (£ 3,5 millones) por realizar acusaciones infundadas que amenazaban el proceso electoral.

El bolsonarismo sigue muy vivo. Sin embargo, a pesar de que algunos simpatizantes engañados aún gritan por la intervención militar y algunos criminales perpetran actos de terror, las cosas parecen estar volviendo a la normalidad.

En los próximos meses, muchos brasileños esperan que, aunque no desaparezca el apoyo a Bolsonaro, la famosa camiseta amarilla sea retomada como símbolo de la nación en su totalidad.

Traduzido por: Isabela Gaia