La misión de sembrar y asegurar el acceso de toda la población a alimentos reales debe orientar la acción de los movimientos populares en el nuevo gobierno de Brasil, defendió la exministra de Desarrollo Social y Combate al Hambre e integrante del grupo de trabajo de transición del futuro gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. "El combate al hambre y la alimentación saludable tienen que ir de la mano ya desde enero. No basta con producir, sino que hay que definir cómo llega [el alimento] a la mesa de la gente, es fundamental".
Campello fue una de las invitadas a un debate sobre alimentación saludable y combate al hambre, este domingo 4, en São Paulo, capital del estado homónimo, durante el Festival de la Reforma Agraria del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), y defendió la reanudación inmediata de las medidas adoptadas en gobiernos anteriores, que sacaron a Brasil del mapa del hambre.
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Para la exministra, la transformación de los sistemas alimentarios en Brasil debe ser pensada estratégicamente y puede cambiar el rumbo del futuro país, permitir la creación de empleos sostenibles, hacer crecer el Producto Interno Bruto (PIB) mientras reduce la dependencia del agronegocio, y representar un cambio de paradigma en temas ambientales y climáticos. "Queremos sembrar semillas estratégicas para transformar Brasil y la agenda alimentaria es quizás la más estratégica en ese sentido".
"Tenemos que pensar el sistema alimentario como un organizador del campo progresista dentro de este nuevo gobierno, articulando la agenda ambiental con el MDA [Ministerio de Desarrollo Agrario], el MDS [Ministerio de Desarrollo Social], con las agendas estratégicas para formar un campo y darle una cara progresista a este gobierno, para que sea un gobierno verdaderamente transformador", argumentó Campello.
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Cambiar la salchicha por comida real
Según Campello, "hay que disputar el concepto: el hambre es una de las manifestaciones de un modelo de desarrollo económico que hay que cambiar". Para ella, es simbólico que Brasil hoy tenga preocupantes indicadores de hambre, obesidad y sobrepeso, al paso que produce récords de deforestación, de producción de soja y maíz para exportación y alimentos con veneno.
"La agenda de los sistemas alimentarios necesita ser guiada. Necesitamos producir de manera saludable y sostenible, ampliar las cadenas productivas, pero, sobre todo, resolver la cuestión del acceso. Hoy el 85% de la población brasileña vive en ciudades. Necesitamos asegurar el acceso a la gente común, para reemplazar los fideos instantáneos y las salchichas con comida real".
"Hoy la industria, los trades y el sector minorista determinan que la alimentación saludable no llegue a la periferia. Necesitamos asegurar la regulación, un cambio en esta lógica. Hablar de alimentación saludable en las escuelas y alrededores, cambiar el perfil de la alimentación con acceso a la información, con el etiquetado de los productos", agregó la exministra.
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Edson Leite, chef, trabajador social de formación y fundador de Gastronomía Periférica –una escuela de gastronomía enfocada en los jóvenes de la periferia de São Paulo–, coincide con la visión de que "es necesario dar acceso a los nuestros". Para él, la urgencia del problema del hambre que azota al país no permite actuar estratégicamente y llevar el debate sobre alimentación saludable a las periferias.
"Para quienes tienen hambre, la salchicha es buena comida, los fideos instantáneos son buena comida. Es lo que está al alcance de la madre que tiene un hijo hambriento", aseveró, destacando la importancia de la educación alimentaria en la infancia. "Es necesario dejar las discusiones emergentes, educar a nuestros niños y niñas, llevar el debate de alimentación saludable a las escuelas".
Disputar con los ultraprocesados y poner fin a los subsidios del agronegocio
Preto Zezé representó a la Central Única de las Favelas (Cufa) en el debate y recordó la importancia de los comedores comunitarios como herramienta de movilización, pero especialmente, de combate al hambre, con una oferta de alimentos saludables como alternativa real a los llamados alimentos ultraprocesados, caracterizados por un alto contenido de grasa y un bajo valor nutricional.
También destacó el papel de solidaridad que jugaron los movimientos populares en la distribución de alimentos durante los momentos más críticos de la pandemia, y consideró que estas experiencias deben servir de ejemplo para el diseño de políticas públicas. El flujo de donaciones organizado por Cufa, que contó con el apoyo del MST, sumó 15 millones de personas ayudadas.
La historiadora Adriana Salay agregó propuestas para garantizar una alimentación saludable en Brasil. Según ella, es necesario cancelar los subsidios e incentivos públicos a la producción de productos ultraprocesados y todas las compras públicas de alimentos deben basarse en los lineamientos del Programa Nacional de Alimentación Escolar (PNAE), que prioriza los alimentos frescos y orgánicos. "Imagínese qué increíble sería ver al Ejército comiendo alimentos saludables producidos por el MST".
El creador del proyecto Quebrada Alimentada, que distribuye comidas y canastas básicas de alimentos en São Paulo, también argumentó que, para generar cambios reales, será necesario descartar la ganancia como un factor decisivo para definir qué es y qué no es alimento. "Los agrotóxicos, el hambre y los ultraprocesados son síntomas de esta sociedad. Provocan cosas, enferman y matan, pero son síntomas de un sistema basado en las ganancias".
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En la misma línea, Ceres Hadich, agricultora que vive en un asentamiento en el norte de Paraná, integrante de la Dirección Nacional del MST, denunció la contradicción capitalista de que Brasil sea un país rico en alimentos, pero con la gente pasando hambre. "Esto demuestra que el agro es una gran farsa".
Para la magíster en Agroecología y Agricultura Sostenible y una de las responsables del proyecto Marmitas da Terra, la idea de una vocación agrícola guiada por un "sistema opresor, explotador, patriarcal, racista y esclavista" necesita ser reemplazada. "El sistema guiado por la propiedad privada y el latifundio necesita dar paso a la agroecología de la agricultura familiar".
Edición: Flávia Chacon e Douglas Matos