Hace exactamente 80 años, Brasil reconoció por primera vez el 19 de abril como "Día del Indio". Influenciado por el Marechal Cândido Rondon, Getúlio Vargas emitió un decreto-ley en 1943 que estableció la fecha conmemorativa. Desde entonces, los pueblos han vivido un salto organizativo y han aumentado su capacidad de influencia sobre el Estado brasileño y han transformado la fecha en el "Día de los Pueblos Indígenas", que se celebrará con este nombre por primera vez en 2023, reafirmando la diversidad de los más de 300 pueblos que viven en el país.
A lo largo de este período, los pueblos indígenas fortalecieron sus organizaciones, formaron sus líderes, se aliaron con los indigenistas y produjeron hitos importantes en su historia y en la de Brasil. Así ocurrió con la creación de la primera reserva indígena en los años 1960, y luego con el movimiento que reclamaba la Asamblea Constituyente y el primer Campamento Tierra Libre (ATL), hasta 2023, con la creación del Ministerio de Pueblos Indígenas y un Frente Parlamentario Indígena.
"Los pueblos indígenas no solo sobrevivieron, sino que se convirtieron en actores políticos relevantes e insertaron sus demandas en la agenda más amplia de la esfera pública brasileña", explica el profesor Leonardo Barros, investigador de la relación entre los pueblos indígenas y el Estado en las universidades federales de Pará (UFPA) y Viçosa (UFV).
Integracionismo
La inclusión de la fecha en el calendario nacional no fue una señal de respeto por las formas de vida originarias. En la década de 1940, los Estados de todo el mundo concebieron la cuestión indígena de dos maneras: integrarlos o exterminarlos. La segunda opción fue seguida, por ejemplo, por Estados Unidos y Argentina, utilizando guerras y campañas militares con el objetivo de diezmar poblaciones.
"Había cierto consenso, no solo en Brasil, sino en varias partes del mundo, de que la condición indígena era transitoria. Es decir, que los pueblos indígenas seguramente desaparecerían pronto y pasarían a formar parte de la sociedad nacional. Esto no fue solo en Brasil, Canadá tenía la misma visión", recuerda Barros.
Esta es la razón por la que en 1943 la población indígena estaba en declive, en contraste con el momento actual. Los resultados preliminares del Censo 2022 de Brasil indicaron que la población originaria se duplicó en los últimos 10 años y superó los 1,65 millones. En el momento de la creación del Día del Indio, la organización de los pueblos indígenas era "incipiente", según Barros, y aún fuertemente afectada por la llamada Marcha al Oeste.
Cacique Raoni y Lula en la ceremonia de toma de posesión el 1 de enero de 2023 / Foto: Tânia Rego/Agência Brasil
Dictadura militar
En los años 1960, el proceso de aniquilamiento de los pueblos originarios estaba en pleno apogeo. La perspectiva proteccionista y conservacionista de los hermanos Villas-Boas ya no tenía influencia sobre el Estado. A pesar de los crueles métodos utilizados contra los indígenas, casi no había denuncias ni oposición. El principal impulsor del genocidio era el propio Estado brasileño, a través del Servicio de Protección a los Indios (SPI).
Las primeras denuncias fueron recopiladas en el llamado "Informe Figueiredo", elaborado por el entonces fiscal Jader de Figueiredo Correia. El documento describía casos de tortura, abuso sexual y asesinatos masivos perpetrados por el gobierno militar.
En un intento de amortiguar las repercusiones, la dictadura cambió el nombre del organismo oficial indigenista del Estado brasileño. El Servicio de Protección a los Indios, idealizado por Rondon, sale de escena y se crea la Fundación Nacional del Indio, como entonces se llamaba la FUNAI. En términos generales, sin embargo, la nueva organización continuó con las atrocidades cometidas por el SPI, perpetuando el proyecto de disolución de los modos de vida de los pueblos.
La explosión de reclamos de la Constituyente
Según Barros, la Constituyente de 1987 y 1988 representó un salto organizativo para los pueblos indígenas. Este era el momento de exigir, junto a los más diversos sectores de la sociedad, que los derechos de los pueblos fueran incluidos en la Constitución Federal, luego de dos décadas de autoritarismo militar. Según el investigador, ese período sentó las bases para la organización del actual movimiento indígena brasileño.
"Estudios indican en ese período un aumento de la capacidad organizativa desde el punto de vista del movimiento indígena y un aumento significativo del principal producto de la política indigenista brasileña, que es la demarcación de tierras. Estos elementos son característicos de los años 1990. Después de la Constitución de 1988, hubo un aumento significativo del asociativismo indígena", describe el profesor universitario.
Futuro indígena
Para el futuro, el profesor de la UFV augura una "explosión" de indígenas con estudios superiores, cada vez más calificados profesionalmente para ejercer cargos de liderazgo. El fenómeno deberá reflejar políticas afirmativas en las instituciones educativas públicas. En 2012, una ley obligó a las universidades brasileñas a reservar cupos para indígenas que estudiaban en el sistema público.
"Esto significa que ya existen generaciones de científicos y pensadores indígenas, que es un proceso que Canadá hizo en las décadas de 1970 y 1980. Así que hoy ya existen muchos pensadores establecidos en Canadá que son indígenas. No ha sido fácil, pero los pueblos indígenas están en un movimiento creciente", afirma el investigador.
Edición: Thalita Pires e Patrícia de Matos