El cambio en la política medioambiental adoptado por Brasil en 2023 será la principal baza del presidente Lula en la COP28 de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, que comienza este jueves 30. En su 28ª edición, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es el evento más importante del segmento.
En Dubái, 138 países ricos, pobres y en desarrollo discutirán objetivos y acuerdos para salvar al planeta del calentamiento global, que ha agudizado los recientes eventos extremos en Brasil, como la sequía en la Amazonía y las olas de calor en el Sudeste y el Centro Oeste.
Después de cuatro años de gobierno de Jair Bolsonaro (Partido Liberal) marcados por el aumento descontrolado de la deforestación y retrocesos en las políticas climáticas, la diplomacia brasileña regresa al encuentro global con la sensación de deber cumplido y la ambición de allanar el camino para soluciones concretas que puedan ser selladas en 2025 en la COP30, que tendrá lugar en Belém do Pará, en Brasil.
La tasa de deforestación, principal responsable de la emisión de gases de efecto invernadero en el país, cayó prácticamente a la mitad en el bioma en 2023 y volvió a los niveles anteriores a Bolsonaro. La reducción proporciona condiciones para que el presidente Lula (Partido de los Trabajadores) lidere el bloque de países con bosques tropicales húmedos, que incluye al Congo e Indonesia.
Los expertos entrevistados por Brasil de Fato evaluaron que Brasil está de nuevo en el camino correcto en la lucha contra el calentamiento global, pero también ven deficiencias en la política climática brasileña que deben subsanarse.
Algunos de los obstáculos destacados son la falta de planificación para reducir las emisiones de gas metano procedentes de la ganadería y la ausencia de un calendario para reducir la producción y la quema de combustibles fósiles.
La eficacia de la COP encontrará un obstáculo en la baja participación de la sociedad civil que caracteriza a los Emiratos Árabes Unidos, una federación de monarquías petroleras donde no hay elecciones directas y mucho menos una tradición de movilización popular.
Con miras a la COP30 en Belém
La delegación brasileña de este año, compuesta por más de 2.400 personas, es la más grande en la historia de las COP. Con Lula al frente, el equipo contará con ministros y otros representantes gubernamentales, además de empresarios, académicos y ambientalistas.
La principal tarea de los gobiernos en la COP28 será aprobar el balance mundial del Acuerdo de París, un proceso que se realiza cada cinco años con el objetivo de evaluar la efectividad de la respuesta a la crisis climática negociada durante la COP21 en la capital francesa en 2015.
Como en casi todas las COP, las discusiones más sensibles en Dubái serán la demanda de financiación climática por parte de los países en desarrollo y la reducción del uso de combustibles fósiles derivados del petróleo, condiciones básicas para preparar el terreno para las siguientes COP.
"La principal expectativa de la COP29 es definir un nuevo nivel de financiamiento de la acción climática y, luego, en la COP30, se espera que los países presenten sus nuevas NDC [acrónimo en inglés de Contribución Determinada a Nivel Nacional, que es la meta de reducción definida por cada uno de los países]", declaró André Corrêa do Lado, secretario de Clima, Energía y Medio Ambiente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.
Baja participación popular y conflicto de intereses
Carlos Bocuhy, del Instituto Proam, ve la presión popular como fundamental para convencer a los países de firmar acuerdos climáticos más ambiciosos. Los países anfitriones de la COP que no tienen regímenes democráticos, como es el caso de los Emiratos Árabes Unidos, dificultan la protesta de los activistas y demás personas directamente afectadas por el cambio climático.
"No habrá ninguna voz en las calles que impulse las conferencias sobre el clima. Y hay otra cuestión con la que hay que tener mucho cuidado. Hay un conflicto de intereses, especialmente en esta conferencia en los Emiratos Árabes Unidos, ya que el país es conocido como una gran compañía petrolera, con un Estado anexado", advirtió Bocuhy.
Según una investigación de la BBC basada en documentos filtrados, los Emiratos Árabes Unidos planean aprovechar su condición de anfitriones de la COP para cerrar acuerdos relacionados con la venta de petróleo y gas, incluso con Brasil. Se trata de intereses contrapuestos para un país anfitrión, que suele tener un gran poder a la hora de programar y definir acuerdos.
"Además, quien organiza la conferencia es una consultoría especializada en impulsar planes para multinacionales petroleras. Ella desdeña el plan que presentará el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos en la conferencia, consistente en quedarse con el petróleo hasta 2050, sin perspectivas de eliminación, sino solo de reducción", criticó Bocuhy.
Brasil da ejemplo, pero la ganadería es una mancha en su currículum
Al cumplir con sus obligaciones de reducir la deforestación, Brasil puede predicar con el ejemplo, pero sigue siendo contradictoriamente el noveno productor de petróleo, incluso registrando récords de producción en los últimos meses.
"Este año Brasil no solo se destaca por su capacidad para contener la deforestación, sino también por su buena suerte, porque llovió más. Hubo más capacidad de generación hidroeléctrica, entonces, en este aspecto, Brasil ha avanzado mucho. Creo que tenemos perspectivas de llevar nuevamente a Brasil a una posición de liderazgo en la COP, pero la ganadería sigue siendo un destaque negativo", afirmó Carlos Bocuhy, del Proam.
Marta Salomão, del Instituto Talanoa, destacó que el principal sector brasileño en emisiones de gases de efecto invernadero es la ganadería, una actividad dominada por el agronegocio y responsable de la liberación de gas metano, uno de los principales inductores del calentamiento global.
"Brasil es el sexto mayor emisor de gases de efecto invernadero. Esperamos que en los próximos meses alguna medida tomada por el Ministerio de Agricultura permita implementar un acuerdo, que ya firmó Brasil, para reducir las emisiones de metano en un 30% para 2030", afirmó la investigadora.
"En agricultura, el gobierno brasileño tiene el Plan ABC [Agricultura Baja en Carbono], que pretende reducir una gigatonelada [mil millones de toneladas] de gases de efecto invernadero en un período de diez años. Sin embargo, las métricas para monitorear la implementación de este plan aún son frágiles", añadió Marta Salomão.
Edición: Rodrigo Durão Coelho