Tras la reciente irrupción del movimiento antivacunas en Brasil, enfermedades que ya habían sido eliminadas en el país vuelven a convertirse en amenazas reales. Una de ellas es el sarampión, una enfermedad infecciosa grave y muy contagiosa que solo el año pasado mató a 136.000 personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En 2016, el sarampión fue eliminado en Brasil y en toda Sudamérica, pero en 2018 reaparecieron nuevos casos, al igual que el riesgo de otras enfermedades. Esto se debe a que la tasa de vacunación de la población brasileña, que alguna vez se consideró ejemplar y superó la marca del 95%, actualmente es inferior al 80%, según DataSUS (sistema informático del Sistema Único de Salud) y la plataforma multisectorial VacinaBR.
El resultado, advertido previamente por los infectólogos brasileños, se materializó en una explosión de casos de sarampión que alcanzó su pico en 2019, cuando se registraron 20.901 casos. Después de eso, el número de infecciones comenzó a caer: sólo hubo 44 en 2022, con el último caso en junio de ese año. También hay riesgo de un nuevo brote de poliomielitis 34 años después del último registro en el país de la enfermedad que puede causar parálisis infantil.
Según Ana Lucia Paduelo, del Consejo Nacional de Salud (CNS), la población brasileña se ha vuelto vulnerable a enfermedades latentes o controladas. "Los que estamos vacunados probablemente nunca perdimos un amigo, un compañero o un familiar por el sarampión, porque podemos habernos contagiado, como me pasó a mi, pero de forma más amena porque estábamos vacunados", dice.
La primera respuesta del Ministerio de Salud, cuya gestión comenzó en enero, fue retomar la campaña nacional de inmunización. También se anunciaron inversiones que, sólo contra el virus del sarampión, alcanzarán los 724 millones de reales en 2023 y con el fortalecimiento de las iniciativas de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), institución pública de investigación en ciencias biológicas.
Con acciones intensificadas en los estados donde la transmisión fue mayor en 2022 – Amapá, Pará, Rio de Janeiro y São Paulo –, Brasil pasó el 22 de noviembre de "país endémico" a "sarampión pendiente de verificación". El anuncio se hizo durante una reunión de la Comisión Regional de Seguimiento y Verificación de la Eliminación del Sarampión, la Rubéola (SR) y el Síndrome de Rubéola Congénita (SRC), organizada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS).
¿Cómo funciona?
Aquí, las vacunas contra el sarampión, la rubéola y la parotiditis suelen combinarse en la vacuna triple vírica, administrada en dos dosis. Contrariamente a lo que dicen los movimientos antivacunas, la eficacia es reconocida y los efectos secundarios existen, pero son raros y mucho menores que los riesgos de infección, como señala el médico infectólogo Sérgio de Andrade Nishioka, investigador del Núcleo de Epidemiología y Vigilancia Sanitaria (NEVS) de Fiocruz Brasília.
"Estas vacunas, en particular los componentes contra el sarampión y la rubéola, funcionan muy bien. Realmente protegen durante décadas, posiblemente de por vida, pero para ver la transmisión del sarampión eliminada o interrumpida, es necesario que haya una cobertura de vacunación muy alta, en torno al 95% o más en el mejor de los casos", señala.
El médico también subraya que existen procedimientos estándar tras los diagnósticos de sarampión, pero que son ineficaces cuando la cobertura de vacunación no es muy alta. "Hay una red que busca los casos, intenta encontrar a los comunicantes, vacunarlos a ellos y a todo el vecindario para evitar que la enfermedad se propague. Pero esto acaba, en cierto modo, sólo ’secando el hielo' en un contexto de falta de control", señala.
Retroceso de la vacunación en la gestión anterior
Si Brasil era ejemplo mundial de vacunación, de a poco ese marco se fue borrando, especialmente con la importación de ideas antivacunas. El movimiento es caracterizado por oponerse a la ciencia y contó con el impulso del expresidente Jair Bolsonaro (PL), firme detractor de la vacuna contra el covid-19 que mató a más de 700.000 personas en el país.
Para Ana Lucía Paduelo, las constantes críticas y la falta de voluntad para comprar vacunas, unidas a la recomendación de tratamientos ineficaces como la cloroquina, han abierto la puerta a la desmoralización de todas las vacunas existentes. "Se ha sembrado la duda en la mente de la gente. He visto a personas extremadamente sencillas, pero también a gente culta, maestros e incluso médicos, negar la vacuna a sus hijos. Se abrió un margen en donde era posible descalificar la vacunación en el país en general y ahora estamos viendo el resultado, que es una reducción aún mayor de la vacunación", critica.
Hay que superar cuanto antes la constatación de que existía una "enorme mala voluntad" hacia la vacunación bajo el gobierno anterior. Así lo defiende Nishioka, que ve perjuicios en la polarización ideológica para las campañas de vacunación. "Estar polarizados, decir que un gobierno no lo hizo y que este lo hace ahora no ayuda, porque un gran número de personas apoyaron al gobierno anterior y acaban predispuestos a la mala voluntad hacia la vacuna", afirma.
Otros factores anteriores al negacionismo influyeron en la tendencia a la baja de la vacunación que empezó a notarse hace al menos una década. Uno de ellos fue la forma en que las campañas se comunicaban con la población, que solía basarse mucho más en la televisión y los medios no digitales, algo que se ve como una tremenda desventaja en relación con la ola antivacuna, que ya ha llegado al país en el ritmo de las redes sociales.
También se considera relevante la propia estructura de la vacunación, que ya no respondería a las necesidades de las familias contemporáneas. "Las vacunaciones que se realizan en una sala de un hospital o ambulatorio durante el día son un obstáculo para las mujeres, que cada vez tienen más trabajo y pocas horas libres para llevar a sus hijos", dice Paduello, que apunta: "Hay cosas que han dificultado el acceso a la vacunación y, desafortunadamente, la población más desfavorecida es sin duda la más afectada”.
Frente a la difusión de falsedades sobre la vacuna y los supuestos daños que podría causar, el énfasis en la comunicación directa con la población es uno de los principales frentes en esta batalla por reanudar la cobertura vacunal. "Puesto que hemos perdido este status que habíamos alcanzado, con gran dificultad, durante décadas, volver a ese punto no es fácil. No significa que vayamos a rendirnos, tenemos que intentarlo", dice Nishioka.
Edición: Rodrigo Durão Coelho