El acuerdo comercial entre los países del Mercosur y la Unión Europea sería perjudicial para los sudamericanos y necesita ser completamente rediscutido. Esto es lo que han dicho representantes de movimientos populares de la ciudad y del campo sobre el texto, que cuenta con el apoyo parcial del presidente Luiz Inácio Lula da Silva (PT).
Lula es el actual presidente del bloque formado por Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay -Venezuela está suspendida del Mercosur- y Bolivia se encuentra en proceso de adhesión.
Durante una visita a Alemania el lunes (4), Lula dijo que veía la negociación, la cual lleva 23 años, en un momento decisivo. Dijo que pelearía para finalizarla en cuanto sea posible. Además, adelantó que no va a aceptar nada que no sea positivo para el Mercosur.
En julio, cuando asumió la presidencia del bloque, Lula dijo: "Queremos discutir el acuerdo, pero no queremos imposiciones. Es un acuerdo entre socios. No hay necesidad de que uno ponga una espada en la cabeza del otro. Sentémonos, limemos nuestras diferencias y veamos qué es bueno para los europeos, qué es bueno para Mercosur y qué es bueno para Brasil".
Pero para los miembros de La Vía Campesina, el Movimiento por la Soberanía Popular en la Minería (MAM), la Red Brasileña por la Integración de los Pueblos (REBRIP) y otras organizaciones, el acuerdo es irreparable y, por lo tanto, inaceptable. Durante la Cumbre Social del Mercosur, realizada en Rio de Janeiro en vísperas de la cumbre del bloque durante el miércoles (6) y jueves (7), expresaron su descontento y pidieron el fin de las negociaciones.
"Es un acuerdo complejo. Para un acuerdo de esta envergadura, un año es insuficiente para tratar y revisar ese texto inicial presentado por los anteriores 'desgobiernos'. ¿De qué sirve convertir a Brasil y a los demás países del Mercosur en meros 'mendigos de cambios' [en el texto]? La propia reapertura o cierre sería mucho más estratégica, dado que hay divergencia y desigualdad en la relación de fuerzas", afirmó Raiara Pires, de La Vía Campesina y MAM.
Al hablar de "desgobiernos", Raiara se refiere a las administraciones de los expresidentes Jair Bolsonaro (PL) en Brasil y Mauricio Macri en Argentina. Durante sus administraciones se definió el grueso del texto del acuerdo, que ahora está oficialmente en proceso de revisión.
La economista Diana Chaib, investigadora del Centro de Desarrollo y Planificación Regional de la Facultad de Ciencias Económicas (CEDEPLAR) de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), señala que el texto no beneficia al Mercosur.
"Este acuerdo tiene una muy mala visión de la política exterior", dijo. "La Unión Europea no cede en áreas que son de nuestro interés. Así que no es un acuerdo en el que ambos salgamos beneficiados".
¿Cuáles son los problemas?
Paulo Nogueira Batista Jr, ex vicepresidente del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS y director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para Brasil y otros países, publicó un artículo sobre el acuerdo Mercosur-UE en Brasil de Fato. En él, afirma que hay tantos problemas que harían falta 50 páginas para describirlos. Sin embargo, cita cinco ejemplos de cómo el texto es errático:
1) Según Batista Jr, con el acuerdo los europeos ganarían libre acceso a nuestros mercados industriales, pero hacen pocas concesiones en áreas en las que los países del Mercosur son competitivos. El acuerdo reduce a cero el impuesto a la importación en más del 90% del comercio de bienes. Se da la circunstancia de que en Brasil, el impuesto a la importación de bienes industrializados es del 15,2%, mientras que en la Unión Europea es del 1,8%. "En otras palabras, la reducción a cero por nuestra parte es una ventaja importante para los europeos, pero por su parte la reducción es residual, insuficiente para que Brasil pueda exportar bienes industriales".
2) El acuerdo prohíbe la recaudación de un impuesto a la exportación, permitido por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Según Batista Jr, si se calibra adecuadamente, este impuesto puede contribuir a las inversiones para añadir valor a las materias primas agrícolas y minerales. "Esto es lo que están haciendo China e Indonesia, entre otros países", afirmó.
3) Batista Jr. subraya que el acuerdo prohíbe a las empresas estatales actuar en las políticas públicas de precios y compras de productos locales. Esto, por ejemplo, afectaría a las políticas de desarrollo y a los programas de formación de proveedores utilizados por Petrobras. Argentina, recuerda, excluyó a varias empresas estatales estratégicas del ámbito de aplicación del acuerdo. Brasil no excluyó a ninguna.
4) El acuerdo debilita la agricultura familiar brasileña, ya que liberaliza casi por completo el comercio de lo que produce, escribe Batista Jr. "Nuestros agricultores familiares se verían amenazados por las importaciones de Europa producidas con elevados subsidios".
5) El agronegocio gana poco o nada con el acuerdo, ya que el sector agrícola seguiría gestionándose mediante cuotas. Según él, las cuotas son “insuficientes” (inferiores a las exportaciones actuales del Mercosur a la UE), "ficticias" (para productos en los que la competitividad del producto europeo apenas deja espacio a las exportaciones sudamericanas) o "inocuas" (para productos que ya no encuentran barreras en la UE).
El economista André Roncaglia, profesor de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), confirmó algunos de los problemas señalados por Batista Jr. Para él, teniendo en cuenta estas cuestiones, el acuerdo sería perjudicial para la economía nacional. "Es un acuerdo que perjudicaría mucho a nuestra industria, no traería grandes ganancias para el agronegocio y expone muy claramente la asimetría de poder. Europa gana mucho sin conceder casi nada", afirmó.
Mauricio Weiss, economista y profesor de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS), señala también que el acuerdo prevé castigos para los países del Mercosur en caso de incumplimiento de los objetivos climáticos, algo que no ocurriría con los países de la UE. Recordó que Lula se opuso firmemente a este punto del texto. Sin embargo, aunque ese punto se eliminara del acuerdo, aún estaría lejos de ser ideal.
"El gobierno de Lula ha mejorado algunos puntos importantes, pero eso no lo convierte en un buen acuerdo. Va de un pésimo acuerdo a un mal acuerdo. Un acuerdo que no vale la pena hacer", dijo. "Para Brasil, sería bueno tener acuerdos del tipo Sur-Sur, que puedan potenciar la producción entre países con economías complementarias".
Heredero del ALCA
Giorgio Romano Schutte, profesor de la Universidad Federal del ABC (UFABC) y coordinador del Observatorio de Política Exterior e Inserción Internacional de Brasil (OPEB), explicó que los problemas del acuerdo Mercosur-UE son consecuencia de la forma en que fue discutido.
Según Schutte, el acuerdo comenzó a negociarse en 1999, cuando Brasil y otros países sudamericanos estaban siendo presionados por Estados Unidos para adherirse al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En aquel momento, Europa era vista como un socio más flexible. Por tanto, tenía más sentido rechazar el ALCA y acercarse a los europeos.
En 2004, recordó Schutte, Lula ya era presidente y el acuerdo Mercosur-UE estaba muy avanzado. Sin embargo, Lula lo rechazó precisamente porque ya preveía la prohibición de que las empresas estatales actuaran para el desarrollo estratégico de los países. Durante el primer gobierno de Lula, Petrobras desempeñó un papel esencial en el crecimiento de la economía nacional.
Schutte explicó que el acuerdo con la UE volvió a la agenda con el liderazgo de Macri en el Mercosur. Vio la negociación como una oportunidad para reactivar la economía argentina bajo una agenda "ultraliberal". Junto con Bolsonaro, aceptó todo tipo de peticiones europeas para finalizar todo lo antes posible.
Según Schutte, la única razón por la que el acuerdo no se firmó definitivamente fue porque la Unión Europea vio los riesgos políticos de aliarse con Bolsonaro. Por eso incluyó condiciones ambientales en el texto que no tuvieron tiempo de ser debatidas antes de que Lula asumiera la presidencia.
Lula, que tiene el medio ambiente como agenda de gobierno, ha dicho que la forma en que Europa trata al Mercosur es demasiado rígida. Para Schutte, ha estado pidiendo cambios en el acuerdo como forma de ganar tiempo y mostrar voluntad negociadora. Entre bastidores, es posible que su gobierno ya no esté interesado en la negociación, entre otras cosas porque va en contra de los proyectos de reindustrialización del país.
"Este acuerdo no rima con las directrices del nuevo gobierno de Lula. Rima con la agenda liberal de Paulo Guedes [ex ministro de Bolsonaro]", dijo Schutte. "Es un acuerdo de los años 90, que ve la liberalización como una forma de desarrollar la economía. Es algo que ha demostrado no tener éxito en ninguna parte del mundo".
"Creo que el presidente Lula actúa como un estratega al decir que quiere aprobarlo sabiendo que los europeos se mostrarían intransigentes en varias medidas, especialmente en las cuestiones medioambientales y en las que protegen su agronegocio", añadió Roncaglia, que también ve al gobierno de Lula desinteresado en las negociaciones.
Edición: Rodrigo Durão Coelho