Cuando se habla sobre la industria de algún país, lo más común es imaginar chimeneas que emanan humo negro o tal vez una cadena de montaje de automóviles. Cuando el asunto es Cuba, sustituya la imagen anterior por bellas playas con arena blanca y mar azul, ciudades históricas bien preservadas, gente muy hospitalaria y comida muy rica.
Sí, en Cuba la industria más exitosa es el turismo. En 2016, cuando las exportaciones de bienes y servicios cayeron cerca de 30%, el turismo - impulsado por la reaproximación y recuperación de las relaciones de la isla con los EE UU en aquel momento - tuvo un crecimiento de 13% en el número de visitantes y batió el récord de cuatro millones de personas visitando el país. Los números representan US$ 3 mil millones para la economía del país, según los datos del gobierno.
Hasta el momento, el crecimiento en este año es de 22% con relación al número de visitantes de 2016 en el mismo periodo, según datos oficiales. Y hemos contribuido para eso. En enero de 2017, la cantidad de turistas brasileños en el país se duplicó si la comparamos con el mismo periodo del año anterior, totalizando 4.300 personas.
Así, la expectativa para este año es un nuevo récord, pero puede ser perjudicada por la decisión del presidente estadounidense Donald Trump, que bloqueó la mayor parte de las medidas de flexibilización de Barack Obama (2009-2017) y ordenó restricciones más fuertes para los estadounidenses que viajan a Cuba.
Por ahora, a pesar de las dificultades y restricciones que persisten, los estadounidenses son la segunda nacionalidad en el ranking de las que más visitan la isla socialista, solo superados por los canadienses.
Como una de las estrategias para estimular más aún el turismo, el gobierno cubano apuesta por diversificar los destinos y las atracciones ofrecidas. Con este objetivo, la Feria Internacional del Turismo (Fitur), que ocurre anualmente, se realizó este año en Holguín.
La idea es atraer visitantes más allá de los destinos más famosos, La Habana y Varadero, en la provincia de Matanzas, a 140 kilómetros de la capital.
Localizada en la porción nordeste de la isla, Holguín es la cuarta mayor provincia del país y la Playa de Guardalavaca es el tercer destino más buscado por los turistas.
Son 737 kilómetros que separan Holguín de La Habana. Se llega a Holguín por tierra, son cerca de doce horas de viaje, o por aire, cincuenta minutos de avión o una hora y media, si el vuelo hace escala en Cayo Coco.
Los resorts son la mayor atracción de la región. Son hoteles completos en los cuales en el precio de la estadía se incluye desayuno, almuerzo, cena, bebidas (vino, vino espumoso, ron, mojito, daiquiri, cerveza, whisky) y meriendas. Lo único que se paga aparte es el internet - que es aún más lento que el internet de La Habana.
Para mí fue una experiencia inédita, cuatro noches en un ambiente así. Marinera de primer viaje, sin comprender muy bien el funcionamiento de la barra libre, para se desbordar del viaje y del estrés del check-in, fui hacia el bar del Hotel Blau Costa Verde, donde intentaba hospedarme y pedí un mojito. Con el dinero en las manos, pregunté cuánto costaba (el precio del mojito es entre 4 a 6 CUCs). El camarero que estaba en la barra me miró como si yo fuera un extraterrestre y me contestó: "Para vos, es gratis". No comprendí muy bien, no sabía si se trataba de un piropo o si la primera copa era gratuita. Pero en los hoteles de ahí es algo común para recibir bien a los turistas...
El check-in fue desastroso, porque como había solicitado al Ministerio de Turismo (Mintur) anticipar mi viaje para no perder las atracciones de la feria, tuve que quedarme en larguísimas negociaciones con el hotel y con las agencias de viaje en Brasil porque el vuelo fue reservado, pero el hotel no. Cosas de la vida. Unas tres horas después, estaba en una confortable habitación y con la preciosa información de que todo estaba incluido, es decir, la popular barra libre.
En la mañana siguiente, tuve que cambiar de habitación porque mi habitacion actual seria compartida. Para llegar al lugar, tuve que tomar un carrito semejante a aquellos que llevan a los artistas en los estudios de cine o televisión. El hotel era inmenso. Ya instalada, pensé en conocer mejor las dependencias. No había fin.
Me perdí innumerables veces y por un momento no encontraba ni siquiera el edificio de la habitación donde estaba alojada. Los mapas fijados en las callecitas del hotel - sí, hay caminos que son como calles pequeñas – no siempre ayudaban para la localización. Debido a los trámites con el hotel, perdí las actividades de la feria - los periodistas y monitores se habían ido temprano - y no me quedó más alternativa que ponerme el bikini y disfrutar de las aguas azules que en aquel momento eran como el patio de mi casa.
QUE HAY, HAY
No es exagerado decir que me sentía fuera de lugar con todo esto. ¿Ese tipo de hotel es maravilloso? Sin duda. Pero podría estar en cualquier lugar del mundo. Los camareros y el personal de información siempre se dirigían a mí en inglés, por ejemplo. De los huéspedes, podemos decir que noventa por ciento eran blancos, y que las personas negras como yo o trabajaban en el sitio - y aún así no eran muchos - o eran las mujeres acompañantes de los turistas, lo que me causó cierta incomodidad con las miradas masculinas, pues al hablar en español, me creen cubana.
La prostitución no está prohibida en Cuba, pero hacer negocios a través de ella, sí. El Código Penal, reformado en 2011, considera la actividad como un "Estado peligroso por conducta antisocial". Las penas para quienes se prostituyen incluyen multas fuertes, si los acusados son de la provincia donde están ejerciendo y, si son de otro lugar, el envío a su región de origen.
Ese tema era uno que me intrigaba mucho por ser brasileña: ¿y el turismo sexual? Playa, mujeres bellas y turistas componen el escenario ideal para ese tipo de explotación. Es común escuchar que antes de la Revolución, Cuba era un burdel a cielo abierto. Y no es exageración. El 1959, había más de cien mil mujeres en la prostitución, en una sociedad de seis millones de habitantes. Lo que hizo el gobierno socialista fue librarlas de la calle y ofrecerles formación y otros tipos de trabajos.
Cuando pregunté a una cubana sobre esta cuestión, sobre las mujeres que aparentemente estaban trabajando como acompañantes de turistas, me explicó que "es muy difícil para el gobierno fiscalizar porque en una posible indagación, si alguien aborda al turista o a la acompañante, bastará con que digan que son novios, que está enamorados y se acabó".
El tema es complejo y empieza a ser debatido desde nuevos enfoques. A principios de año, La Habana fue sede del Simposio Internacional Violencia de Género, Prostitución, Turismo Sexual y Trata de Personas. Durante el evento, Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual y miembro de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, indicó el interés de avanzar en Cuba una legislación como la adoptada en Suecia, que penalice a los clientes que pagan por servicios sexuales porque “convertirse en mercancía sexual quita derechos a las personas”, como dijo en la época.
Finalmente entre los periodistas, más cómoda entre los míos, pasé a formar parte del equipo. Exactamente el día en que la actividad era pasar un día en una isla paradisíaca. El objetivo era mostrarnos el llamado "turismo de sol y playa".
Embarcamos para Cayo Saetía, un islote localizado a poco más de 100 kilómetros de distancia de Holguín, cerca de dos horas en barco. Horas para interactuar con aquellos que en ese momento eran mi equipo de trabajo y compañeros de viaje.
Cuando el barco atraca, allí estamos, en aguas cristalinas. Con el calor que hace en el Caribe, fue imposible ponderar. Todos los periodistas dejaron sus equipos en la arena, en la sombra, y se lanzaron al agua. Era un día reservado solamente para el ocio.
Las atracciones principales de Cayo Saetía son la playa y el simpático restaurante que sirve comida criolla a los visitantes: carne de cerdo a la parilla, moros y cristianos (arroz con frijoles negros), ropa vieja (carne de res deshilachada con salsa), pescado y ensaladas variadas. Les pido disculpas por los detalles, pero después de lanzarme al mar y comer una típica comida cubana, el desenlace solo podía ser uno: echar una siesta a la orilla de mar antes de la salida del barco.
Tras cerrar con éxito la experiencia "turismo de sol y playa", dejamos el hotel temprano y partimos a las actividades de "turismo histórico" o político. El destino era Santiago de Cuba, pero antes, aún en Holguín, íbamos a visitar la hacienda donde nació Fidel Castro, que está más o menos en la frontera entre las provincias.
En Cuba se respira Fidel. La figura del líder máximo de la Revolución Cubana estaba entre las cosas que más me interesaban a lo largo del viaje. Acompañé de cerca - aunque estuviera en Brasil - los eventos de su despedida y su entierro. Era una mañana de sábado. Salté de la cama cuando mi ex jefe llamó para darme la noticia: "Se murió el Comandante". Me quedé helada. Sobresaltada y con lagrimas en los ojos, terminé el obituario que empezara un año atrás. El anuncio de la muerte, realizado por Raúl Castro, todavía me causa un nudo en la garganta:
Ahora estaba allí, donde nació Fidel, enfrente de la casa donde pasó toda la infancia, en la escuela que estudió, en la gallera donde entrenaba boxeo con inmigrantes haitianos y con todos los objetos que hacían parte de su universo. A propósito, Brasil de Fato reconstruyó la trayectoria del líder cubano desde su nacimiento hasta la construcción del Partido Comunista Cubano. Para leer, haga clic aquí [en portugués].
Hay una mística alrededor de la figura de Fidel. Son varios los relatos sorprendentes que escuché allí. Uno de ellos me tocó especialmente. El 1954, el padre de Fidel, Ángel Castro y Argiz, olvidó un puro encendido sobre la cama y se incendió la casa donde vivían. Él y su esposa, Lina Ruz González se trasladaron a la casa que habían construido para que viviera Fidel. Algo que nunca pasó.
Ya presidente de Cuba, para resolver el problema de inundaciones en un pueblo próximo, ordenó la construcción de una represa. La obra iba a inundar prácticamente toda la antigua hacienda de la familia. Pero aún así era lo mejor que se podía hacer. "Los intereses del pueblo deberían prevalecer sobre los intereses particulares", explicó el historiador Luis Figueiras Pérez, que nos sirvió de guía turístico, citando al propio ex presidente.
Sin embargo, Celia Sánchez, excombatiente en Sierra Maestra, secretaria y amiga inseparable de Fidel, no permitió que aquello aconteciera y ordenó la reconstrucción de la casa que se quemó, sin que Fidel lo supiera pero ya con la intención de transformar la casa en un museo llamado "Conjunto Histórico de Birán". Tras la muerte de ella, en 1980, el ex guerrillero fue al lugar de visita y se quedó sorprendido al ver la casa reconstruida.
También hay muchos misterios sobre cómo Fidel logró sobrevivir a 638 intentos de asesinato por parte de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) razón por la que está en el libro Guiness de Records como la persona que sufrió el mayor número de intentos de asesinato de la historia. El folclore en torno a ello dice de todo, desde la santería hasta el vudú.
Pérez cuenta que Lina, madre de Fidel, de hecho era adepta a la Santería, sincretismo religioso entre cultos de matriz africana y el catolicismo, equivalente al Candomblé en Brasil.
La solidaridad y el humanismo son dos de las características más destacadas de Fidel según el pueblo cubano. Pienso que la historia del haitiano Yani es una metáfora de la imagen del guerrillero revolucionario como un hombre justo y solidario. Se cuenta que el joven Fidel era imbatible en el boxeo. Organizaba disputas en la gallera de su padre y siempre salía victorioso. Hasta la llegada de Yani. El haitiano también sabía luchar y le dio un puñetazo en la cabeza a Fidel, haciéndole caer. Asustado, huyó debido al miedo de que los Castro lo mataran.
Desde entonces pasó a mantener una cierta distancia de los hermanos. Los años pasaron y con el triunfo de la Revolución, Yani tuvo la oportunidad de estudiar y se convirtió en profesor. En los años 90, hubo un congreso de los Pioneros -movimiento que agrupa a estudiantes y los forma en los principios del comunismo. Los congresos se celebran cada cinco años y sirven para debatir la educación en el país y los rumbos de la nación -, y llevaron a Yani para encontrarse con Fidel.
Al verlo, el entonces presidente se puso muy contento, lo abrazó y dijo: "Aquí está el hombre que me noqueó. Anda, cuéntales lo que pasó aquel día".
Texto y fotos: Vanessa Martina Silva | Edición: Luiz Albuquerque | Traducción: Pilar Troya y Luiza Mançano | Arte: José Bruno Lima | Ilustraciones: Karina Ramos