Un país asolado por lo amargo de la guerra. El hambre se esparcía entre una población ya marcada por el mayor conflicto bélico ocurrido hasta entonces: la Primera Guerra Mundial. El número de huérfanos, viudas y mutilados crecía conforme la duración del conflicto se extendía. La primera experiencia exitosa de toma del poder por la clase trabajadora se dio en este escenario.
Además de la miseria causada por el ingreso de Rusia en la I Guerra, la mayor parte del pueblo ya enfrentaba condiciones de vida de penuria, incluso en tiempos de paz en el ámbito internacional. El país, comandado por una monarquía absolutista autocrática, sólo había abolido formalmente las relaciones feudales en el campo – o sea, la servidumbre – en 1861, momento en que los países de Europa Occidental ya estaban en plena industrialización. Aun así, las condiciones de vida del campesinado permanecían miserables.
Observando cien años después los episodios de este evento histórico, parece natural que una revolución fuera a suceder en un país donde la explotación y la opresión eran tan agudas. A pesar de eso, por su propio carácter, las revoluciones nunca son naturales.
Parte de la literatura historiográfica ve a la Revolución como el simple resultado de los equívocos cometidos por el zar Nicolás II, gobernante del Imperio Ruso, y, posteriormente, por el Gobierno Provisional, de cuño liberal, que lo sustituyó en febrero de 1917.
Profesor de la Universidad de São Paulo y estudioso de la experiencia revolucionaria, el historiador Osvaldo Coggiola rechaza tales interpretaciones e indica otras razones para la eclosión de la revuelta que llevó a la clase trabajadora al poder, oriundas del “proceso histórico nacional e internacional” y de su combinación con “contradicciones del desarrollo del capitalismo mundial”.
LAS CONTRADICCIONES DEL CAPITALISMO
Entre 1939 y 1945, sin embargo, el mundo vio un conflicto armado de mayores proporciones – la Segunda Guerra Mundial – que no fue seguido por revoluciones en Europa. El propio Coggiola presenta esta cuestión.
"Decir que era inevitable debido a las consecuencias de la Primera Guerra Mundial no consigue explicar porque no hubo revoluciones con el desenlace de la Segunda Guerra Mundial", dijo.
Si el desarrollo de las contradicciones del capitalismo, incluyendo las Guerras Mundiales, abrió espacio para la revolución en Rusia, pero no la explica, ¿qué llevó a la clase trabajadora al poder en aquel país de forma tan inédita?
El profesor de la USP es categórico. “Sin bolchevismo, no habría Revolución”. “La Revolución no era inevitable. Era necesario que hubiese un partido revolucionario. De un modo general, sin un partido de ese carácter no hay revoluciones”, defiende.
DILEMAS
Al contrario de lo que pueda parecer en una primera impresión, las condiciones extremas en que vivían los rusos, el carácter atrasado del país, no sólo no eran comprendidos como un potencial para una revolución de la clase obrera, sino que también eran tenidos por buena parte de lo que se puede llamar izquierda rusa como obstáculos para tal lucha.
En 1917, año en que ocurre la Revolución Rusa, se completaban 50 años de la primera edición de El Capital, escrito por Karl Marx. Diversas interpretaciones de la obra del pensador alemán ya existían, dentro y fuera de Rusia.
En ámbito internacional, parte del movimiento socialista consideraba que solamente el propio desarrollo del capitalismo sería capaz de llevarlo a su propio fin. La tarea de los trabajadores, por lo tanto, sería apenas el de reivindicar mejores salarios hasta ese momento. Lenin, el principal dirigente de la Revolución Rusa, discordaba, apuntando que era necesaria la acción política de los obreros teniendo como objetivo el poder político.
En el ámbito interno, el atraso ruso era leído bajo diversas ópticas. En la izquierda, entre los no marxistas, se entendía que el campesinado sería el sujeto fundamental de la revolución, creando una especie de socialismo agrario a partir de sus modos de vida tradicionales.
Entre los marxistas, organizados en el Partido Social Demócrata, la polémica no era menor. Los llamados mencheviques, comprendían que, si aún había relaciones feudales en el país, era necesaria una revolución burguesa en Rusia. Los obreros, en esa visión, debería ser, en última instancia, un aliado de la burguesía en la instauración del capitalismo y de la democracia liberal. Lenin, líder de los bolcheviques, aunque muchas veces aislado en su propio grupo, desarrolló una posición distinta.
En su percepción, ya había un naciente capitalismo en Rusia, estimulado por la propia monarquía. Los obreros, por lo tanto, eran la fuerza fundamental de la revolución. De otro lado, también era verdad que las relaciones en el campo eran semifeudales y el país vivía bajo una autocracia y, de esta forma, era necesario acabar con el zarismo.
A partir de estos elementos, llega a una conclusión rigurosa, sin embargo, innovadora: los obreros deberían unirse al campesinado, y realizar una revolución en dos fases entrelazadas: una democrática, que aboliera el zarismo; otra socialista, que instituyera el poder de la clase trabajadora. Exactamente lo que acontecería en 1917.
PASOS ENSAYADOS
El texto es de 1905. Aquel año fue marcado por la mal-sucedida Revolución de 1905. En medio de la guerra contra Japón, el pueblo ruso demandaba comida, aumento salarial y reglamentación de la jornada. Las manifestaciones fueron duramente reprimidas por el zar, resultando en muertos, presos y exilados. João Quartim de Moraes, profesor de Filosofía de la Universidad Estadual de Campinas, señala el impacto de la experiencia de 1905 sobre los bolcheviques, dada la amplia participación del campesinado.
Lenin, de un lado, reafirma a los obreros como principal fuerza revolucionaria. De otro, reconoce el campesino como aliado histórico de la lucha, forjando una posición política inédita y sin paralelo entre las otras organizaciones rusas y “heterodoxa” en el interior del marxismo.
En 1917, en medio de otra guerra, los rusos iniciaron una serie de protestas, teniendo como memoria de lucha los eventos de 1905. A fines de febrero del calendario juliano, utilizado entonces en Rusia, una marcha convocada por mujeres esparció la ola de huelgas por todo el país. En el calendario gregoriano, la fecha es mundialmente conocida hoy: el Ocho de Marzo.
“En Rusia, incluso antes del proceso de la Revolución, ya había una organización de las mujeres, inclusive del Partido Social Demócrata. A partir, principalmente de 1913 y 1914, hay una intensificación de la organización de las mujeres. En 1917, fue en un día de conmemoración del Día Internacional de la Mujer que hubo una gran movilización y hoy se reconoce como el inicio de la Revolución Rusa”, explica Nalu Faria, militante de la Marcha Mundial de las Mujeres.
Quartim de Moraes relaciona el papel desempeñado por las mujeres con el contexto de guerra. “Fueron las mujeres. La vanguardia [en febrero] está compuesta por madres de soldados, famélicas y desesperadas”, dijo.
Nalu señala que, en aquel momento, en todo movimiento socialista europeo, la lucha de las mujeres ganaba fuerza, teniendo figuras del porte de la alemana Clara Zetkin como una de sus principales dirigentes. Las mujeres socialistas eran parte activa de las campañas por el derecho al voto femenino.
Como la militante feminista apuntó, fueron las mujeres la chispa de la Revolución de Febrero, responsable por la caída del zar y por la institución del Gobierno Provisional, de carácter liberal. La participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial, entretanto, permaneció inalterada.
Lenin, hasta entonces exilado, regresó a Rusia. Apenas un mes antes, en enero, se mostraba pesimista en relación a las posibilidades aún abiertas para su generación de bolcheviques. “Nosotros, los más viejos, no veremos tal vez las luchas decisivas de la revolución inminente”, escribió en la fecha.
Dos meses después de febrero, postula que la lucha revolucionaria debe ir más allá de la caída del zarismo. En las Tesis de Abril, indica como línea a ser seguida una famosa frase: “Todo el poder a los soviets”. Los soviets – consejos, en ruso – eran organismos auto organizados de obreros, campesinos y soldados. Para Lenin, era necesario derrocar al Gobierno Provisional, bajo el lema “Paz y Terra”.
Los bolcheviques, con el apoyo de la mayor parte de la clase trabajadora, deciden tomar el poder en octubre, y así lo hacen.
MEDIDAS
Luego después la consolidación del poder de los soviets, el gobierno revolucionario pasa a tomar medidas inéditas en la historia de la humanidad. Coggiola cita una serie de ellas. “Fue el primer país en despenalizar la homosexualidad, en crear un sistema de seguridad social universal, en establecer educación laica gratuita y universal”, señala.
La revolución obrera y campesina modifica también las relaciones entre hombres y mujeres, como recuerda Nalu. “Después de la vitoria de la Revolución Rusa, continua el proceso de organización. Alexandra Kollontai es la única ministra, ya en el primer gobierno de los bolcheviques. Los primeros años, hay un proceso muy fuerte, se crea un departamento de mujeres en el Partido”, afirma.
“En 1918, hay una serie de avances en la legislación, la legalización del aborto, cambios en la cuestión de la familia, la prioridad de empleo para madres solteras. Es importante resaltar que no era un debate restringido a las mujeres, estaba siendo hecho por gran parte del Partido”, dijo.
La militante de la Marcha Mundial de las Mujeres también indica como los bolcheviques socializaron parte del trabajo doméstico, a través de alteraciones sociales y económicas, aunque “no tomaran en cuenta que parte del trabajo doméstico no es socializable”.
Para ambos, las medidas revolucionarias causaron un enorme impacto sobre la lucha internacional de los trabajadores. Coggiola dice que la experiencia rusa “plantó muchas semillas”, habiendo servido de “inspiración” y, debido a sus contradicciones posteriores, también fue una “desinspiración” en algún sentido. “Además de celebrar, tenemos que pensar sobre la Revolución Rusa”, resume el historiador.
“La Revolución Rusa fue el elemento fundamental del siglo XX, porque inició un ciclo histórico que aún no ha concluido. El ciclo de la revolución socialista mundial, de la lucha de los trabajadores contra el capital, que no se sabe dónde termina”, finaliza Coggiola.